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Donde Esta La Historia De Jose En La Biblia?

Donde Esta La Historia De Jose En La Biblia
(8-1) Introducción – ‘La historia de José, el hijo de Jacob, quien también fue llamado Israel, es una representación vivida de una gran verdad: ‘a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien’ (Ro.8:28). José parece haber hecho siempre lo que era correcto; pero, más importante que eso, lo hizo por la razón debida.

¡Y cuán significativo es ese detalle! José fue vendido como esclavo por sus hermanos y fue comprado por Potifar, capitán de la guardia de Faraón. Pero aunque estaba obligado a servir, convirtió cada experiencia y circunstancia, no importa cuán amarga, en algo bueno. ‘Esta habilidad de convertir todo en algo bueno parece ser una característica divina.

Nuestro Padre Celestial siempre hace lo mismo. Todo, no importa cuán lamentable, se torna en victoria para el Señor. José, aunque esclavo y enteramente inmerecedor de ese destino, se conservó fiel al Señor y continuó obedeciendo los mandamientos, y convirtió en algo muy bueno sus circunstancias degradantes.

¿Dónde empieza la historia de José el soñador?

1 Y Jacob habitó en la tierra donde había peregrinado su padre, en la tierra de Canaán.2 Esta es la historia de las generaciones de Jacob: José, cuando tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño con sus hermanos; el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre.

Y José trajo a su padre malos informes sobre ellos.3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque era para él el hijo de su vejez; y le hizo una túnica de muchos colores.4 Y vieron sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos; por eso lo odiaban y no podían hablarle amistosamente,5 Y José tuvo un sueño y cuando lo contó a sus hermanos, ellos lo odiaron aún más.6 Y él les dijo: Os ruego que escuchéis este sueño que he tenido.7 He aquí, estábamos atando gavillas en medio del campo, y he aquí que mi gavilla se levantó y se puso derecha, y entonces vuestras gavillas se ponían alrededor y se inclinaban hacia mi gavilla.8 Y sus hermanos le dijeron: ¿Acaso reinarás sobre nosotros? ¿O acaso te enseñorearás sobre nosotros? Y lo odiaron aún más por causa de sus sueños y de sus palabras.9 Tuvo aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí, he tenido aún otro sueño; y he aquí, el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.10 Y él lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre lo reprendió, y le dijo: ¿Qué es este sueño que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vendremos a inclinarnos hasta el suelo ante ti? 11 Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre reflexionaba sobre lo dicho.12 Después sus hermanos fueron a apacentar el rebaño de su padre en Siquem.13 E Israel dijo a José: ¿No están tus hermanos apacentando el rebaño en Siquem? Ven y te enviaré a ellos.

Y él le dijo: Iré.14 Entonces Israel le dijo: Ve ahora y mira cómo están tus hermanos y cómo está el rebaño; y tráeme noticias de ellos. Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem.15 Y estando él dando vueltas por el campo, un hombre lo encontró, y el hombre le preguntó, diciendo: ¿Qué buscas? 16 Y él respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me informes dónde están apacentando el rebaño.17 Y el hombre respondió: Se han ido de aquí, pues yo les oí decir: ‘Vamos a Dotán.’ Entonces José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán.18 Cuando ellos lo vieron de lejos, y antes que se les acercara, tramaron contra él para matarlo.19 Y se dijeron unos a otros: Aquí viene el soñador.20 Ahora pues, venid, matémoslo y arrojémoslo a uno de los pozos; y diremos: ‘Una fiera lo devoró.’ Entonces veremos en qué quedan sus sueños.21 Pero Rubén oyó esto y lo libró de sus manos, y dijo: No le quitemos la vida.22 Rubén les dijo además: No derraméis sangre.

  1. Echadlo en este pozo del desierto, pero no le pongáis la mano encima.
  2. Esto dijo para poder librarlo de las manos de ellos y volverlo a su padre.23 Y sucedió que cuando José llegó a sus hermanos, despojaron a José de su túnica, la túnica de muchos colores que llevaba puesta; 24 y lo tomaron y lo echaron en el pozo.

Y el pozo estaba vacío, no había agua en él.25 Entonces se sentaron a comer, y cuando levantaron los ojos y miraron, he aquí, una caravana de ismaelitas venía de Galaad con sus camellos cargados de resina aromática, bálsamo y mirra, que iban bajando hacia Egipto.26 Y Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? 27 Venid, vendámoslo a los ismaelitas y no pongamos las manos sobre él, pues es nuestro hermano, carne nuestra.

Y sus hermanos le hicieron caso.28 Pasaron entonces unos mercaderes madianitas, y ellos sacaron a José, subiéndolo del pozo, y vendieron a José a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y éstos llevaron a José a Egipto.29 Cuando Rubén volvió al pozo, he aquí, José no estaba en el pozo; entonces rasgó sus vestidos.30 Y volvió a sus hermanos y les dijo: El muchacho no está allí; y yo, ¿adónde iré? 31 Entonces tomaron la túnica de José y mataron un macho cabrío, y empaparon la túnica en la sangre; 32 y enviaron la túnica de muchos colores y la llevaron a su padre, y dijeron: Encontramos esto; te rogamos que lo examines para ver si es la túnica de tu hijo o no.33 El la examinó, y dijo: Es la túnica de mi hijo.

Una fiera lo ha devorado; sin duda José ha sido despedazado.34 Y Jacob rasgó sus vestidos, puso cilicio sobre sus lomos y estuvo de duelo por su hijo muchos días.35 Y todos sus hijos y todas sus hijas vinieron para consolarlo, pero él rehusó ser consolado, y dijo: Ciertamente enlutado bajaré al Seol por causa de mi hijo.

Y su padre lloró por él.36 Mientras tanto, los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.1 Cuando José fue llevado a Egipto, Potifar, un oficial egipcio de Faraón, capitán de la guardia, lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá.2 Y el SEÑOR estaba con José, que llegó a ser un hombre próspero, y estaba en la casa de su amo el egipcio.3 Y vio su amo que el SEÑOR estaba con él y que el SEÑOR hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía.4 Así encontró José gracia ante sus ojos y llegó a ser su siervo personal, y lo hizo mayordomo sobre su casa y entregó en su mano todo lo que poseía.5 Y sucedió que desde el tiempo que lo hizo mayordomo sobre su casa y sobre todo lo que poseía, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio por causa de José; y la bendición del SEÑOR estaba sobre todo lo que poseía en la casa y en el campo.6 Así que todo lo que poseía lo dejó en mano de José, y con él allí no se preocupaba de nada, excepto del pan que comía.

Y era José de gallarda figura y de hermoso parecer.7 Sucedió después de estas cosas que la mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: Acuéstate conmigo.8 Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa, y ha puesto en mi mano todo lo que posee.9 No hay nadie más grande que yo en esta casa, y nada me ha rehusado excepto a ti, pues tú eres su mujer.

¿Cómo entonces iba yo a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios? 10 Y ella insistía a José día tras día, pero él no accedió a acostarse con ella o a estar con ella.11 Pero sucedió un día que él entró en casa para hacer su trabajo, y no había ninguno de los hombres de la casa allí dentro; 12 entonces ella lo asió de la ropa, diciendo: ¡Acuéstate conmigo! Mas él le dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera.13 Y cuando ella vio que él había dejado su ropa en sus manos y había huido afuera, 14 llamó a los hombres de su casa y les dijo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que se burle de nosotros; vino a mí para acostarse conmigo, pero yo grité a gran voz.15 Y sucedió que cuando él oyó que yo alzaba la voz y gritaba, dejó su ropa junto a mí y salió huyendo afuera.16 Y ella dejó junto a sí la ropa de él hasta que su señor vino a casa.17 Entonces ella le habló con estas palabras, diciendo: Vino a mí el esclavo hebreo que nos trajiste, para burlarse de mí; 18 y cuando levanté la voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó afuera.19 Y aconteció que cuando su señor escuchó las palabras que su mujer le habló, diciendo: Esto es lo que tu esclavo me hizo, se encendió su ira.20 Entonces el amo de José lo tomó y lo echó en la cárcel, en el lugar donde se encerraba a los presos del rey; y allí permaneció en la cárcel.21 Mas el SEÑOR estaba con José y le extendió su misericordia, y le concedió gracia ante los ojos del jefe de la cárcel.22 Y el jefe de la cárcel confió en mano de José a todos los presos que estaban en la cárcel, y de todo lo que allí se hacía él era responsable.23 El jefe de la cárcel no supervisaba nada que estuviera bajo la responsabilidad de José, porque el SEÑOR estaba con él, y todo lo que él emprendía, el SEÑOR lo hacía prosperar.1 Después de estas cosas, sucedió que el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto.2 Y Faraón se enojó contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos.3 Y los puso bajo custodia en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel, en el mismo lugar donde José estaba preso.4 El capitán de la guardia se los asignó a José, y él les servía; y estuvieron bajo custodia por algún tiempo.5 Entonces el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban encerrados en la cárcel, tuvieron ambos un sueño en una misma noche, cada uno su propio sueño, y cada sueño con su propia interpretación.6 Y José vino a ellos por la mañana y los observó, y he aquí, estaban decaídos.7 Y preguntó a los oficiales de Faraón que estaban con él bajo custodia en casa de su señor: ¿Por qué están vuestros rostros tan tristes hoy? 8 Y ellos le respondieron: Hemos tenido un sueño y no hay nadie que lo interprete.

Entonces José les dijo: ¿No pertenecen a Dios las interpretaciones? Os ruego que me lo contéis.9 Contó, pues, el jefe de los coperos a José su sueño, y le dijo: En mi sueño, he aquí, había una vid delante de mí, 10 y en la vid había tres sarmientos. Y al brotar sus yemas, aparecieron las flores, y sus racimos produjeron uvas maduras.11 Y la copa de Faraón estaba en mi mano; así que tomé las uvas y las exprimí en la copa de Faraón, y puse la copa en la mano de Faraón.12 Entonces José le dijo: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.13 Dentro de tres días Faraón levantará tu cabeza, te restaurará a tu puesto y tú pondrás la copa de Faraón en su mano como acostumbrabas antes cuando eras su copero.14 Sólo te pido que te acuerdes de mí cuando te vaya bien, y te ruego que me hagas el favor de hacer mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa.15 Porque la verdad es que yo fui secuestrado de la tierra de los hebreos, y aun aquí no he hecho nada para que me pusieran en el calabozo.16 Cuando el jefe de los panaderos vio que había interpretado favorablemente, dijo a José: Yo también vi en mi sueño, y he aquí, había tres cestas de pan blanco sobre mi cabeza; 17 y sobre la cesta de encima había toda clase de manjares hechos por un panadero para Faraón, y las aves los comían de la cesta sobre mi cabeza.18 Entonces José respondió, y dijo: Esta es su interpretación: las tres cestas son tres días; 19 dentro de tres días Faraón te quitará la cabeza de sobre ti, te colgará en un árbol y las aves comerán tu carne.20 Y sucedió que al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, éste hizo un banquete para todos sus siervos, y levantó la cabeza del jefe de los coperos y la cabeza del jefe de los panaderos en medio de sus siervos.21 Y restauró al jefe de los coperos a su cargo de copero y éste puso la copa en manos de Faraón; 22 pero ahorcó al jefe de los panaderos, tal como les había interpretado José.23 Mas el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.1 Y aconteció que al cabo de dos años, Faraón tuvo un sueño; y he aquí, soñó que estaba de pie junto al Nilo.2 Y de pronto, del Nilo subieron siete vacas de hermoso aspecto y gordas, y pacían en el carrizal.3 Pero he aquí, otras siete vacas de mal aspecto y flacas subieron del Nilo detrás de ellas, y se pararon junto a las otras vacas a la orilla del Nilo; 4 y las vacas de mal aspecto y flacas devoraron las siete vacas de hermoso aspecto y gordas.

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Entonces Faraón despertó.5 Se quedó dormido y soñó por segunda vez; y he aquí que siete espigas llenas y buenas crecían en una sola caña.6 Y he aquí que siete espigas, menudas y quemadas por el viento solano, brotaron después de aquéllas.7 Y las espigas menudas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas.

Entonces Faraón despertó, y he aquí, era un sueño.8 Y sucedió que por la mañana su espíritu estaba turbado, y mandó llamar a todos los adivinos de Egipto, y a todos sus sabios. Y Faraón les contó sus sueños, pero no hubo quien se los pudiera interpretar a Faraón.9 Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Quisiera hablar hoy de mis faltas.10 Cuando Faraón se enojó con sus siervos y me puso bajo custodia en la casa del capitán de la guardia, a mí y al jefe de los panaderos, 11 él y yo tuvimos un sueño en una misma noche; cada uno de nosotros soñó según la interpretación de su propio sueño.12 Y estaba allí con nosotros un joven hebreo, un siervo del capitán de la guardia; y se los contamos, y él nos interpretó los sueños.

A cada uno interpretó su sueño.13 Y aconteció que tal como nos lo había interpretado, así sucedió; a mí me restableció Faraón en mi puesto, pero al otro lo ahorcó.14 Entonces Faraón mandó llamar a José, y lo sacaron del calabozo aprisa; y después de afeitarse y cambiarse sus vestidos, vino a Faraón.15 Y Faraón dijo a José: He tenido un sueño y no hay quien lo interprete; y he oído decir de ti, que oyes un sueño y lo puedes interpretar.16 José respondió a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios dará a Faraón una respuesta favorable.17 Entonces habló Faraón a José: En mi sueño, he aquí, yo estaba de pie a la orilla del Nilo.18 Y vi siete vacas gordas y de hermoso aspecto que salieron del Nilo; y pacían en el carrizal.19 Pero he aquí, otras siete vacas subieron detrás de ellas, pobres, de muy mal aspecto y flacas, de tal fealdad como yo nunca había visto en toda la tierra de Egipto.20 Y las vacas flacas y feas devoraron las primeras siete vacas gordas.21 Pero cuando las habían devorado, no se podía notar que las hubieran devorado; pues su aspecto era tan feo como al principio.

Entonces me desperté.22 Y he aquí, en mi sueño también vi que siete espigas llenas y buenas crecían en una sola caña.23 Y he aquí que siete espigas marchitas, menudas y quemadas por el viento solano, brotaron después de aquéllas; 24 y las espigas menudas devoraron a las siete espigas buenas.

Y se lo conté a los adivinos, pero no hubo quien me lo pudiera explicar.25 Entonces José dijo a Faraón: Los dos sueños de Faraón son uno; Dios ha anunciado a Faraón lo que El va a hacer.26 Las siete vacas buenas son siete años, y las siete espigas buenas son siete años; los dos sueños son uno.27 Y las siete vacas flacas y feas que subieron detrás de ellas son siete años, y las siete espigas quemadas por el viento solano serán siete años de hambre.28 Esto es lo que he dicho a Faraón: Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer.29 He aquí, vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto; 30 y después de ellos vendrán siete años de hambre, y se olvidará toda la abundancia en la tierra de Egipto; y el hambre asolará la tierra.31 Y no se conocerá la abundancia en la tierra a causa del hambre que vendrá, que será muy severa.32 Y en cuanto a la repetición del sueño a Faraón dos veces, quiere decir que el asunto está determinado por Dios, y Dios lo hará pronto.33 Ahora pues, busque Faraón un hombre prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.34 Haga esto Faraón: nombre intendentes sobre el país y exija un quinto de la producción de la tierra de Egipto en los siete años de abundancia.35 Y que ellos recojan todos los víveres de esos buenos años que vienen, y almacenen en las ciudades el grano para alimento bajo la autoridad de Faraón, y que lo protejan.36 Y que los víveres sean una reserva para el país durante los siete años de hambre que ocurrirán en la tierra de Egipto, a fin de que el país no perezca durante el hambre.37 Y la idea pareció bien a Faraón y a todos sus siervos.38 Entonces Faraón dijo a sus siervos: ¿Podemos hallar un hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? 39 Y Faraón dijo a José: Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan prudente ni tan sabio como tú.40 Tú estarás sobre mi casa, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes; solamente en el trono yo seré mayor que tú.41 Faraón dijo también a José: Mira, te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.42 Y Faraón se quitó el anillo de sellar de su mano y lo puso en la mano de José; y lo vistió con vestiduras de lino fino y puso un collar de oro en su cuello.43 Lo hizo montar en su segundo carro, y proclamaron delante de él: ¡Doblad la rodilla! Y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.44 Entonces Faraón dijo a José: Aunque yo soy Faraón, sin embargo, nadie levantará su mano ni su pie sin tu permiso en toda la tierra de Egipto.45 Y Faraón llamó a José por el nombre de Zafnat-panea, y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On,

Y salió José por toda la tierra de Egipto.46 José tenía treinta años cuando se presentó anteFaraón, rey de Egipto. Y salió José de la presencia de Faraón y recorrió toda la tierra de Egipto.47 Y produjo la tierra a manos llenas durante los siete años de abundancia.48 Y él recogió todo el fruto de estos siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto, y guardó el alimento en las ciudades; y guardó en cada ciudad el fruto de sus campos circunvecinos.49 Así José almacenó grano en gran abundancia, como la arena del mar, hasta que dejó de medirlo porque no se podía medir.50 Y le nacieron a José dos hijos antes de que llegaran los años de hambre, los que le dio a luz Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On.51 Y al primogénito José le puso el nombre de Manasés, porque dijo: Dios me ha hecho olvidar todo mi trabajo y toda la casa de mi padre.52 Y al segundo le puso el nombre de Efraín, porque dijo: Dios me ha hecho fecundo en la tierra de mi aflicción.53 Cuando pasaron los siete años de abundancia que había habido en la tierra de Egipto, 54 y comenzaron a venir los siete años de hambre, tal como José había dicho, entonces hubo hambre en todas las tierras; pero en toda la tierra de Egipto había pan.55 Cuando se sintió el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamó a Faraón por pan; y Faraón dijo a todos los egipcios: Id a José, y haced lo que él os diga.56 Y el hambre se extendió sobre toda la faz de la tierra.

Entonces José abrió todos los graneros y vendió a los egipcios, pues el hambre era severa en la tierra de Egipto.57 Y de todos los países venían a Egipto para comprar grano a José, porque el hambre era severa en toda la tierra.1 Viendo Jacob que había alimento en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? 2 Y dijo: He aquí, he oído que hay alimento en Egipto; descended allá, y comprad de allí un poco para nosotros, para que vivamos y no muramos.3 Entonces diez hermanos de José descendieron para comprar grano en Egipto.4 Pero a Benjamín, hermano de José, Jacob no lo envió con sus hermanos, porque dijo: No sea que le suceda algo malo.5 Y fueron los hijos de Israel con los que iban a comprar grano, pues también había hambre en la tierra de Canaán.6 Y José era el que mandaba en aquella tierra; él era quien vendía a todo el pueblo de la tierra.

Y llegaron los hermanos de José y se postraron ante él rostro en tierra.7 Cuando José vio a sus hermanos, los reconoció, pero fingió no conocerlos y les habló duramente. Y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Y ellos dijeron: De la tierra de Canaán para comprar alimentos.8 José había reconocido a sus hermanos, aunque ellos no lo habían reconocido.9 José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Sois espías; habéis venido para ver las partes indefensas de nuestra tierra.10 Entonces ellos le dijeron: No, señor mío, sino que tus siervos han venido para comprar alimentos.11 Todos nosotros somos hijos de un mismo padre; somos hombres honrados, tus siervos no son espías.12 Pero él les dijo: No, sino que habéis venido para ver las partes indefensas de nuestra tierra.13 Mas ellos dijeron: Tus siervos son doce hermanos, hijos del mismo padre en la tierra de Canaán; y he aquí, el menor está hoy con nuestro padre, y el otro ya no existe.14 Y José les dijo: Es tal como os dije: sois espías.15 En esto seréis probados; por vida de Faraón que no saldréis de este lugar a menos que vuestro hermano menor venga aquí.16 Enviad a uno de vosotros y que traiga a vuestro hermano, mientras vosotros quedáis presos, para que sean probadas vuestras palabras, a ver si hay verdad en vosotros.

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Y si no, ¡por vida de Faraón!, ciertamente sois espías.17 Y los puso a todos juntos bajo custodia por tres días.18 Y José les dijo al tercer día: Haced esto y viviréis, pues yo temo a Dios: 19 si sois hombres honrados, que uno de vuestros hermanos quede encarcelado en vuestra prisión; y el resto de vosotros, id, llevad grano para el hambre de vuestras casas; 20 y traedme a vuestro hermano menor, para que vuestras palabras sean verificadas, y no moriréis.

Y así lo hicieron.21 Entonces se dijeron el uno al otro: Verdaderamente somos culpables en cuanto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia.22 Y Rubén les respondió, diciendo: ¿No os dije yo: ‘No pequéis contra el muchacho’ y no me escuchasteis? Ahora hay que rendir cuentas por su sangre.23 Ellos, sin embargo, no sabían que José los entendía, porque había un intérprete entre él y ellos.24 Y se apartó José de su lado y lloró.

  • Y cuando volvió a ellos y les habló, tomó de entre ellos a Simeón, y lo ató a la vista de sus hermanos.25 José mandó que les llenaran sus vasijas de grano y que devolvieran el dinero a cada uno poniéndolo en su saco, y que les dieran provisiones para el camino.
  • Y así se hizo con ellos.26 Ellos, pues, cargaron el grano sobre sus asnos, y partieron de allí.27 Y cuando uno de ellos abrió su saco para dar forraje a su asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca de su costal.28 Entonces dijo a sus hermanos: Me ha sido devuelto mi dinero, y he aquí, está en mi costal.

Y se les sobresaltó el corazón, y temblando se decían el uno al otro: ¿Qué es esto que Dios nos ha hecho? 29 Cuando llegaron a su padre Jacob en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido: 30 El hombre, el señor de aquella tierra, nos habló duramente y nos tomó por espías del país.31 Pero nosotros le dijimos: ‘Somos hombres honrados, no somos espías.32 ‘Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ya no existe, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.’ 33 Y el hombre, el señor de aquella tierra, nos dijo: ‘Por esto sabré que sois hombres honrados: dejad uno de vuestros hermanos conmigo y tomad grano para el hambre de vuestras casas, y marchaos; 34 pero traedme a vuestro hermano menor para que sepa yo que no sois espías, sino hombres honrados.

Os devolveré a vuestro hermano, y podréis comerciar en la tierra.’ 35 Y sucedió que cuando estaban vaciando sus sacos, he aquí que el atado del dinero de cada uno estaba en su saco; y cuando ellos y su padre vieron los atados de su dinero, tuvieron temor.36 Y su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José ya no existe, y Simeón ya no existe, y os queréis llevar a Benjamín; todas estas cosas son contra mí.37 Entonces Rubén habló a su padre, diciendo: Puedes dar muerte a mis dos hijos, si no te lo traigo; ponlo bajo mi cuidado, y yo te lo devolveré.38 Pero Jacob dijo: Mi hijo no descenderá con vosotros; pues su hermano ha muerto, y me queda sólo él.

Si algo malo le acontece en el viaje en que vais, haréis descender mis canas con dolor al Seol.1 Y el hambre iba agravándose en la tierra.2 Y sucedió que cuando acabaron de comer el grano que habían traído de Egipto, su padre les dijo: Volved allá y compradnos un poco de alimento.3 Pero Judá le respondió, diciendo: Aquel hombre claramente nos advirtió: ‘No veréis mi rostro si vuestro hermano no está con vosotros.’ 4 Si envías a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y compraremos alimento; 5 pero si no lo envías, no descenderemos; porque el hombre nos dijo: ‘No veréis mi rostro si vuestro hermano no está con vosotros.’ 6 Entonces Israel respondió: ¿Por qué me habéis tratado tan mal, informando al hombre que teníais un hermano más? 7 Pero ellos dijeron: El hombre nos preguntó específicamente acerca de nosotros y nuestros familiares, diciendo: ‘¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano?’ Y nosotros contestamos sus preguntas.

  1. ¿Acaso podíamos nosotros saber que él diría: ‘Traed a vuestro hermano’? 8 Y Judá dijo a su padre Israel: Envía al muchacho conmigo, y nos levantaremos e iremos, para que vivamos y no perezcamos, tanto nosotros como tú y nuestros pequeños.9 Yo me haré responsable de él; de mi mano lo demandarás.
  2. Si yo no te lo vuelvo a traer y lo pongo delante de ti, que lleve yo la culpa para siempre delante de ti; 10 porque si no hubiéramos perdido tiempo, sin duda ya habríamos vuelto dos veces.11 Entonces su padre Israel les dijo: Si así tiene que ser, haced esto: tomad de los mejores productos de la tierra en vuestras vasijas, y llevad a aquel hombre como presente un poco de bálsamo y un poco de miel, resina aromática, mirra, nueces y almendras.12 Y tomad doble cantidad de dinero en vuestra mano, y llevad de nuevo en vuestra mano el dinero que fue devuelto en la boca de vuestros costales; tal vez fue un error.13 Tomad también a vuestro hermano, levantaos y volved a aquel hombre; 14 y que el Dios Todopoderoso os conceda misericordia ante aquel hombre para que ponga en libertad al otro hermano vuestro y a Benjamín.

En cuanto a mí, si he de ser privado de mis hijos, que así sea.15 Tomaron, pues, los hombres este presente, y tomaron doble cantidad de dinero en su mano y a Benjamín, y se levantaron y descendieron a Egipto y se presentaron delante de José.16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al mayordomo de su casa: Haz entrar a estos hombres a casa, y mata un animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo al mediodía.17 El hombre hizo como José le dijo, y llevó a los hombres a casa de José.18 Y los hombres tenían miedo porque eran llevados a casa de José y dijeron: Por causa del dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez hemos sido traídos aquí, para tener pretexto contra nosotros y caer sobre nosotros y tomarnos por esclavos con nuestros asnos.19 Entonces se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa, 20 y dijeron: Oh señor mío, ciertamente descendimos la primera vez para comprar alimentos; 21 y sucedió que cuando llegamos a la posada, abrimos nuestros costales, y he aquí, el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, todo nuestro dinero.

Así que lo hemos vuelto a traer en nuestra mano.22 También hemos traído otro dinero en nuestra mano para comprar alimentos; no sabemos quién puso nuestro dinero en nuestros costales.23 Y él dijo: No os preocupéis, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os ha dado ese tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero.

Entonces les sacó a Simeón.24 Después el hombre llevó a los hombres a casa de José, y les dio agua y se lavaron los pies; y dio forraje a sus asnos.25 Entonces prepararon el presente para la venida de José al mediodía; pues habían oído que iban a comer allí.26 Cuando José regresó a casa, le trajeron el presente que tenían en su mano a la casa y se postraron ante él en tierra.27 Entonces él les preguntó cómo se encontraban, y dijo: ¿Cómo está vuestro anciano padre de quien me hablasteis? ¿Vive todavía? 28 Y ellos dijeron: Tu siervo nuestro padre está bien; todavía vive.

Y ellos se inclinaron en reverencia.29 Al alzar él sus ojos y ver a su hermano Benjamín, hijo de su madre, dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor de quien me hablasteis? Y dijo: Dios te imparta su favor, hijo mío.30 Y José se apresuró a salir, pues se sintió profundamente conmovido a causa de su hermano y buscó donde llorar; y entró en su aposento y lloró allí.31 Después se lavó la cara y salió, y controlándose, dijo: Servid la comida.32 Y le sirvieron a él aparte, y a ellos aparte, y a los egipcios que comían con él, también aparte; porque los egipcios no podían comer con los hebreos, pues esto es abominación para los egipcios.33 Y los sentaron delante de él, el primogénito conforme a su primogenitura, y el más joven conforme a su juventud, y los hombres se miraban unos a otros con asombro.34 El les llevó porciones de su propia mesa, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de ellos.

Bebieron, pues, y se alegraron con él.1 Entonces José ordenó al mayordomo de su casa, diciendo: Llena de alimento los costales de los hombres, todo lo que puedan llevar, y pon el dinero de cada uno de ellos en la boca de su costal.2 Y mi copa, la copa de plata, ponla en la boca del costal del menor, con el dinero de su grano.

Y él hizo conforme a lo que había dicho José.3 Al rayar el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos.4 Cuando habían salido ellos de la ciudad, y no estaban muy lejos, José dijo al mayordomo de su casa: Levántate, sigue a esos hombres; y cuando los alcances, diles: ‘¿Por qué habéis pagado mal por bien? 5 ‘¿No es esta la copa en que bebe mi señor, y que de hecho usa para adivinar? Obrasteis mal en lo que hicisteis.’ 6 Así que los alcanzó, les dijo estas palabras.7 Y ellos le dijeron: ¿Por qué habla mi señor de esta manera? Lejos esté de tus siervos hacer tal cosa.8 He aquí, el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer de la tierra de Canaán.

¿Cómo, pues, habíamos de robar de la casa de tu señor plata u oro? 9 Aquel de tus siervos que sea hallado con ella, que muera, y también nosotros entonces seremos esclavos de mi señor.10 Y él dijo: Sea ahora también conforme a vuestras palabras; aquel que sea hallado con ella será mi esclavo, y los demás de vosotros seréis inocentes.11 Ellos se dieron prisa; cada uno bajó su costal a tierra, y cada cual abrió su costal.12 Y él registró, comenzando con el mayor y acabando con el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín.13 Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y después de cargar cada uno su asno, regresaron a la ciudad.14 Cuando Judá llegó con sus hermanos a casa de José, él estaba aún allí, y ellos cayeron a tierra delante de él.15 Y José les dijo: ¿Qué acción es esta que habéis hecho? ¿No sabéis que un hombre como yo puede ciertamente adivinar? 16 Entonces dijo Judá: ¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué podemos hablar y cómo nos justificaremos? Dios ha descubierto la iniquidad de tus siervos; he aquí, somos esclavos de mi señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder fue encontrada la copa.17 Mas él respondió: Lejos esté de mí hacer eso.

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El hombre en cuyo poder ha sido encontrada la copa será mi esclavo; pero vosotros, subid en paz a vuestro padre.18 Entonces Judá se le acercó, y dijo: Oh señor mío, permite a tu siervo hablar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu ira contra tu siervo, pues tú eres como Faraón mismo.19 Mi señor preguntó a sus siervos, diciendo: ‘¿Tenéis padre o hermano?’ 20 Y respondimos a mi señor: ‘Tenemos un padre ya anciano y un hermano pequeño, hijo de su vejez.

Y su hermano ha muerto, así que sólo queda él de los hijos de su madre, y su padre lo ama.’ 21 Entonces tú dijiste a tus siervos: ‘Traédmelo para que yo lo vea.’ 22 Y nosotros respondimos a mi señor: ‘El muchacho no puede dejar a su padre, pues si dejara a su padre, éste moriría.’ 23 Tú, sin embargo, dijiste a tus siervos: ‘Si vuestro hermano menor no desciende con vosotros, no volveréis a ver mi rostro.’ 24 Aconteció, pues, que cuando subimos a mi padre, tu siervo, le contamos las palabras de mi señor.25 Y nuestro padre dijo: ‘Regresad, compradnos un poco de alimento.’ 26 Mas nosotros respondimos: ‘No podemos ir.

Si nuestro hermano menor va con nosotros, entonces iremos; porque no podemos ver el rostro del hombre si nuestro hermano no está con nosotros.’ 27 Y mi padre, tu siervo, nos dijo: ‘Vosotros sabéis que mi mujer me dio a luz dos hijos; 28 el uno salió de mi lado, y dije: ‘Seguro que ha sido despedazado’, y no lo he visto desde entonces.29 ‘Y si también os lleváis a éste de mi presencia, y algo malo le sucede, haréis descender mis canas con dolor al Seol.’ 30 Ahora pues, cuando yo vuelva a mi padre, tu siervo, y el muchacho no esté con nosotros, como su vida está ligada a la vida del muchacho, 31 sucederá que cuando él vea que el muchacho no está con nosotros, morirá.

Así pues, tus siervos harán descender las canas de nuestro padre, tu siervo, con dolor al Seol.32 Porque yo, tu siervo, me hice responsable del muchacho con mi padre, diciendo: ‘Si no te lo traigo, que lleve yo la culpa delante de mi padre para siempre.’ 33 Ahora pues, te ruego que quede este tu siervo como esclavo de mi señor, en lugar del muchacho, y que el muchacho suba con sus hermanos.34 Pues, ¿cómo subiré a mi padre no estando el muchacho conmigo, sin que yo vea el mal que sobrevendrá a mi padre? 1 José no pudo ya contenerse delante de todos los que estaban junto a él, y exclamó: Haced salir a todos de mi lado.

Y no había nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos.2 Y lloró tan fuerte que lo oyeron los egipcios, y la casa de Faraón se enteró de ello.3 José dijo a sus hermanos: Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre? Pero sus hermanos no podían contestarle porque estaban atónitos delante de él.4 Y José dijo a sus hermanos: Acercaos ahora a mí.

Y ellos se acercaron, y él dijo: Yo soy vuestro hermano José, a quien vosotros vendisteis a Egipto.5 Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese por haberme vendido aquí; pues para preservar vidas me envió Dios delante de vosotros.6 Porque en estos dos años ha habido hambre en la tierra y todavía quedan otros cinco años en los cuales no habrá ni siembra ni siega.7 Y Dios me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en la tierra, y para guardaros con vida mediante una gran liberación.8 Ahora pues, no fuisteis vosotros los que me enviasteis aquí, sino Dios; y El me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto.9 Daos prisa y subid adonde mi padre, y decidle: ‘Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha hecho señor de todo Egipto; ven a mí, no te demores.10 ‘Y habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ovejas y tus vacas y todo lo que tienes.11 ‘Allí proveeré también para ti, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no pases hambre tú, tu casa y todo lo que tienes.” 12 Y he aquí, vuestros ojos y los ojos de mi hermano Benjamín ven que es mi boca la que os habla.13 Notificad, pues, a mi padre toda mi gloria en Egipto y todo lo que habéis visto; daos prisa y traed aquí a mi padre.14 Entonces se echó sobre el cuello de su hermano Benjamín, y lloró; y Benjamín también lloró sobre su cuello.15 Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él.16 Cuando se oyó la noticia en la casa de Faraón, de que los hermanos de José habían venido, agradó a Faraón y a sus siervos.17 Entonces Faraón dijo a José: Di a tus hermanos: ‘Haced esto: cargad vuestras bestias e id a la tierra de Canaán; 18 y tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí y yo os daré lo mejor de la tierra de Egipto, y comeréis de la abundancia de la tierra.’ 19 Y a ti se te ordena decirles: ‘Haced esto: tomad carretas de la tierra de Egipto para vuestros pequeños y para vuestras mujeres, y traed a vuestro padre y venid.20 ‘Y no os preocupéis por vuestras posesiones personales, pues lo mejor de toda la tierra de Egipto es vuestro.’ 21 Y así lo hicieron los hijos de Israel; y José les dio carretas conforme a la orden de Faraón, y les dio provisiones para el camino.22 A todos ellos les dio mudas de ropa, pero a Benjamín le dio trescientas piezas de plata y cinco mudas de ropa.23 Y a su padre le envió lo siguiente: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de grano, de pan y de alimentos para su padre en el camino.24 Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban les dijo: No riñáis en el camino.25 Y subieron de Egipto y vinieron a la tierra de Canaán, a su padre Jacob.26 Y le informaron, diciendo: José vive todavía, y es gobernante en toda la tierra de Egipto.

¿Qué parte de la Biblia habla de la túnica de José?

Génesis 36–37: José y la túnica de diversos colores.

¿Qué dice en Génesis 37?

Génesis 37. Jacob ama y favorece a José, quien es aborrecido por sus hermanos — José sueña que sus padres y hermanos se inclinan ante él — Sus hermanos lo venden para Egipto.1 Y habitó Jacob en la tierra donde había peregrinado su padre, en la tierra de Canaán.

¿Quién es José en el Antiguo Testamento?

José era hijo de Jacob y Raquel. En la época de su nacimiento vivían en Harán, en la casa de su abuelo Labán. Jacob y sus doce hijos se establecieron en la tierra de Canaán, donde había residido su padre Isaac, hijo de Abraham.

¿Cuántas veces aparece el nombre de José en la Biblia?

Respondido inicialmente: ¿ Cuántos José se menciona por nombre en la Biblia? Hay por lo menos 12.1. Primero de los dos hijos que Jacob tuvo con su amada esposa Raquel.

¿Cómo le llamo Dios a José?

Llamó al mayor Manasés, pues se dijo ‘ Dios me ha hecho olvidar todas mis penas y toda la casa de mi padre’, y al menor Efraín, pues decía: ‘ Dios me ha dado fruto en la tierra de mi aflicción’, pero jamás olvidó a su padre y hermanos, y nunca perdió la esperanza de volver a verlos.

¿Qué le dijo Dios a José?

‘Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor’ Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.

  • Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
  • Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor

¿Cuál era el proposito de Dios en la vida de José?

José recibió un propósito de Dios. José sabía que no debía dejarse llevar por sus impulsos, fueran los que fueran. ‘ Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.’ Hebreos 10:7.

¿Qué significan los colores de la túnica de José?

En Génesis – José es arrojado en la fosa. El padre de José, Jacob (también llamado Irael), lo favoreció y le dio a José la túnica como un regalo; como resultado, fue envidiado por sus hermanos, quienes vieron la túnica especial como una indicación de que José asumiría el liderazgo de la familia.

La sospecha de sus hermanos creció cuando José les contó sus dos sueños (Génesis 37:11) en los que todos los hermanos se inclinaban ante él. La narración cuenta que sus hermanos conspiraron contra él cuando tenía 17 años, y que lo habrían matado si no hubiera intervenido el hermano mayor Rubén, A cambio, los persuadió para que arrojaran a José a una fosa y planeó en secreto rescatarlo más tarde.

Sin embargo, mientras Rubén estaba ausente, los otros planeaban venderlo a una compañía de mercaderes. Cuando llegaron los madianitas, los hermanos arrastraron a José y lo vendieron a los mercaderes por 20 piezas de plata. Entonces, los hermanos mancharon la túnica de José con sangre de cabra y se lo mostraron a su padre, diciendo que José había sido desgarrado por las bestias salvajes. La envidia de sus hermanos puede haber surgido del hecho de que José era el hijo de Raquel, el primer amor de Jacob. Sin embargo, los hermanos de José eran los hijos de la hermana mayor de Raquel, Lea, e hijos de las sierva, que fueron dados a Jacob durante un tiempo en que Raquel no podía concebir.

¿Cómo se llamaba el Faraón en el tiempo de José?

Faraón de José – Los últimos capítulos del Génesis ( Génesis 37-50) cuentan cómo José, hijo de Jacob /Israel, fue vendido por sus hermanos a la esclavitud egipcia, pero es ascendido a visir de Egipto por el desconocido faraón y se le da permiso para traer a su padre, sus hermanos y sus familias a Egipto para vivir en la Tierra de Gosén ( Delta del Nilo oriental, alrededor del actual Faqus).

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