En Que Parte De La Biblia Dice Jesus Lloro?
Felipe Aguirre
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Jesús lloró – El versículo más corto de la Biblia, por lo menos en la Nueva Versión Internacional, tiene solo dos palabras: ‘Jesús lloró’ (Juan 11:35). Aunque solo tiene 11 caracteres, demasiado breve incluso para un tweet, ese versículo guarda una importancia enorme, sobre todo cuando se nos dificulta hallar esperanza.
Jesús llora cuando está consolando a sus amigas María y Marta, que están de luto por la muerte de su hermano Lázaro. Sí, ese Lázaro. El que es famoso por haber sido resucitado por Jesús. Jesús se encuentra fuera de la ciudad cuando se entera de la enfermedad de Lázaro. En lugar de cambiar sus planes para ir a visitar a su querido amigo (Juan 11:3), Jesús decide quedarse donde está un par de días más.
Les dice a los discípulos que la enfermedad de Lázaro de alguna manera será para la gloria de Dios, y que el Hijo de Dios será glorificado por ello (Juan 11:4). Para cuando llega Jesús, Lázaro ya tiene cuatro días de haber muerto. María y Marta, las hermanas de Lázaro, están comprensiblemente molestas por la falta de interés mostrada por Jesús.
Cada una a su forma, le expresan su frustración. Están convencidas que su hermano no habría muerto si Jesús hubiese acudido cuando lo llamaron (Juan 11:21, 32). En ese momento, mientras observa el dolor de esta familia y comunidad, Jesús empieza a llorar. Hay un debate sobre el motivo de su llanto. Juan no nos lo dice, pero estoy convencido que es por empatía ante el dolor de quienes ama.
En ese momento, Jesús sentía la pena de María y Marta, su sensación de impotencia, su dolor y su pérdida. Así que, llora.
¿Donde dice que Jesús lloró?
Cuando Jesús lloró No podemos escapar a las embestidas de la vida, esos sufrimientos que inesperada y agresivamente llegan a nosotros. ¿Cómo librarnos de ellos? ¿Tengo la culpa de padecerlos? Son preguntas agónicas que nos hacemos frente al tormento. Vivir una tragedia es como caminar por el desierto, sediento, hambriento y descalzo, frente a un fatal desenlace.
- Ante el dolor de la tragedia, ¿dónde está Dios?, pareciera que en ese justo instante me descuidó o no escuchó mis gritos de auxilio.
- Sin embargo, en medio del corazón roto y hecho pedazos, es preciso recordar cuando Jesús lloró.
- Lloró porque como humano, también la vida lo embistió.
- Así como hoy nuestro espíritu puede estar entristecido profundamente, Su espíritu lo estuvo por nosotros.
Saber sobre el dolor de Jesús, reconforta, anima y fortalece, porque es un Señor que comprende lo que sentimos y no es indiferente. ‘Al llegar María (hermana de Lázaro) adonde estaba Jesús, cuando Lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.’ Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció.
- ¿Dónde lo pusieron?’, preguntó Jesús.
- Señor, ven y ve’, le dijeron.
- Jesús lloró.’ Juan 11: 30-35.
- Jesús nos enseña cómo es su amor por nosotros, es incondicional, sacrificial, puro y sin límites.
- Él llora con nosotros, nos acompaña en medio de la tormenta.
- Siempre llega justo a tiempo, cuando más lo necesitamos, siempre ha estado allí, aunque a veces no lo notamos.
Jesús sufrió, y sigue sufriendo cuando nos ve sobrellevar una tragedia, Él está claro que mientras permanezcamos en la tierra, la vida nos va a sacudir y nos presentará grandes batalles que se deben librar. Ante la realidad que nos puede profundamente estremecer, nuestro Señor nos dice: ‘Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz.
En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo.’ Juan 16:33. Si genuinamente le entregamos nuestra confianza a Jesús y creemos firmemente que Él nos librará del maligno, experimentaremos cómo su Gracia y su Protección nos mantendrán a salvo hasta el final de cualquier tormenta. Jesús es quien ve nuestros miedos y desesperanzas e intercede ante el Padre por nosotros, diciendo: ‘No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno’.
Juan 17:15. Por tanto, quiero invitarlos a que no titubeen en ir a buscar a nuestro Señor, porque Él está buscándote para decirte: ‘Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar’. Mateo 11:28. El autor es presidente de la Asociación Cristiana Jesús está Vivo.
¿Por qué Jesús lloró?
¿Sabes por qué llora realmente Jesús?
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. (Fil 2, 6-7)
Tenemos una multitud de mártires que han ido cantando al martirio, alabando a Dios por permitirles ser testigos, hasta entregar sus vidas por el nombre de Jesucristo. Glorificaban así al Padre, en Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo; y tan grave momento era para ellos un motivo de misterioso y desconcertante júbilo, sintiéndose orgullosos de derramar su sangre por la Verdad, sabedores de que ‘no está el discípulo por encima de su maestro, ni el siervo por encima de su amo’ (Mt 10, 24) A gradecían incluso a sus verdugos el darles la oportunidad de prestar sus vidas en la empresa de la Redención.
- Gozosos, caminaban con paso decidido a la muerte física, seguros de que Dios les otorgaría, siguiendo el rastro del que es Camino, la verdadera Vida que no se acaba en el trágico desenlace corpóreo.
- Digámoslo de otra manera, se sentían felices, por muy contradictorio que pueda parecerle al mundo, de morir por Dios.
Habían escuchado resonar en los latidos del corazón aquellas palabras del Maestro : ‘Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’ (Mc 8,35) Sabían pues, que no perdían la vida, sino que la ganaban, y para siempre.
Surge inmediatamente en nosotros la gran pregunta: ¿Cómo es posible que el Señor Jesús, en la ‘hora’ de su entrega física, se sumiera en tal angustia que ‘su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra’ (Lc 22, 44)? ¿Cómo explicar semejante miedo? No es posible ver a Dios huyendo de su propio plan de Salvación.
No es creíble que el Hijo de Dios suplicara a su Padre que lo librara de aquel ‘cáliz’. Entonces, ¿Qué razón hizo caer rostro en tierra al Verbo eterno del Padre? ¿Qué es lo que verdaderamente temía Cristo? No podía ser miedo ante el dolor físico de su propia carne, ni tampoco vergüenza ante lo que, presumiblemente, se preveía como una retahíla de burlas a su persona.
- No. En muchas ocasiones Jesús se había saltado los preceptos judíos, y en tantas otras se presentó incluso en clara pugna contra las tradiciones carentes de espíritu religioso.
- Todo el capítulo 23 del Evangelio de Mateo es una denuncia de la hipocresía religiosa y una advertencia de las consecuencias de utilizar el nombre de Dios como piedra para lapidar a su pueblo.
Cristo fue implacable con la mentira y expulsó del recinto sagrado a aquellos que hicieron de la fe un negocio (cf. Jn 2,13-16) No le importaron los sonrojos ni las murmuraciones, los dedos justicieros ni las bofetadas injustificadas (cf. Jn, 18, 23). Con toda seguridad, el Nazareno conocía la Ley, las normas y las costumbres; pero quiso saltarse las barreras que obstaculizaban su Mensaje,
Aprovechó lo antiguo y le dio plenitud desde lo nuevo, cargó de sentido todo lo que de forma velada se había dicho y escrito en la Vieja Alianza, San Pablo, en su carta a la comunidad de Galacia presenta un punto de no retorno para los discípulos de la Nueva Alianza: ‘Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.
La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo ; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios’ (Gal 4, 4-7) Con meridiana claridad expresa Pablo la nueva realidad ‘por Cristo, con Él y en Él’: que un grandísimo tesoro de Gracia se nos ha dado; el Padre nos ha abrazado como hijos en el Hijo, para que también nosotros podamos llamar a Dios ‘Abba’,
- Al pronunciar esa palabra aramea que la Iglesia ha querido mantener, necesariamente nos tenemos que ir a la noche en el huerto de Getsemaní y contemplar a Cristo en Oración ‘cara a cara’ con su Padre,
- No es arriesgado suponer que, en medio del diálogo desgarrado, Cristo derramara también amargas lágrimas.
¿Qué sabía Jesús para llorar? Hemos dicho antes que no podía ser ‘miedo humano’, o al menos sólo ‘miedo humano’, algo más grave que el legítimo sentimiento ante lo trágico de la Pasión movió al Verbo de Dios a suplicar: ‘¡Abbá, Padre! Todo es posible para ti; aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya’ (Mc 14, 36) Es que la voluntad del Padre había sido crear al hombre en libertad, el mayor don confiado posible, aún a riesgo de que esa libertad supusiera la posible traición de la creatura a la confianza del Creador,
Ese ‘cáliz’ fatal no suponía, pues, ningún pavor ante el dolor físico, sino la amargura del Hijo ante la cerrazón del hombre a dejarse salvar, el llanto desconsolado del que lo daba todo para liberar al ser humano del engaño del antiguo Enemigo, pues para esto había venido al mundo, para ser testigo de la verdad: ‘ yo para esto he nacido () para dar testimonio de la verdad’ (Jn 18, 37) Cristo era esa Verdad que el hombre se negaba -y se niega- a reconocer,
Se entregaba ‘entero’, sin guardarse nada, derramaba gustoso hasta la última gota de su sangre para rescatar al esclavo, para hacer hijo de nuevo al que perdió su dignidad de hijo, y aún así, el hombre dijo -y dice- no. Por eso no hay nada más triste que ver llorar al Hijo de Dios,
¿Cuando llora Jesús en la Biblia?
Las tres veces que Jesús llora en la Biblia En el Nuevo Testamento, hay tres episodios en los que Jesús derramó lágrimas. Probablemente no son los únicos momentos en que Jesús lloró en su vida, pero estos episodios ponen de relieve cosas que tocaron especialmente su corazón. María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: ‘Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto’. Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: ‘¿Dónde lo pusieron?’.
Le respondieron: ‘Ven, Señor, y lo verás’. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: ‘¡Cómo lo amaba!’. (Juan 11,32-36) Durante este episodio, Jesús llora después de ver llorar a los que ama y después de ver el cadáver de un amigo cercano, Lázaro. Estas lágrimas nos recuerdan el amor que Dios tiene por nosotros, sus hijos e hijas adoptivos.
Nos muestran cuánto sufre al vernos sufrir. J esús muestra verdadera compasión y llora ante el dolor de sus amigos. Pero Cristo, luz en las tinieblas, viene a transformar las lágrimas de tristeza en lágrimas de alegría resucitando a Lázaro de entre los muertos.
¿Qué dice Juan 11 30?
Page 22 –
- 1 Estaba entonces enfermo uno llamado, de Betania, la aldea de y de, su hermana.
- 2 ( María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que al Señor con perfume y enjugó sus pies con sus cabellos).
- 3 Enviaron, pues, sus hermanas a decir a Jesús: Señor, he aquí, el que amas está enfermo.
- 4 Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
- 5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana y a Lázaro.
- 6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
- 7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.
- 8 Le dijeron los discípulos: Rabí, hace poco los judíos procuraban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo.10 Pero el que anda de noche tropieza, porque no hay luz en él.11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarle.
- 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, se recuperará.
- 13 Pero Jesús hablaba de la muerte de Lázaro, y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
- 14 Entonces, Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
- 15 y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
- 16 Dijo entonces Tomás, llamado el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con,
- 17 Llegó, pues, Jesús halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
- 18 Y Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince ;
- 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano.
- 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
- 21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto;
- 22 mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
- 23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
- 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
- 25 Le dijo Jesús: Yo soy la y la ; el que cree en mí, aunque esté,,
26 Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?
- 27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
- 28 Y cuando hubo dicho esto, fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
- 29 Ella, cuando lo oyó, se levantó deprisa y fue a él.
- 30 (Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado).
- 31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado deprisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
- 32 Y María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
- 33 Jesús entonces, cuando la vio llorando, y a los judíos que habían llegado con ella también llorando, se conmovió en espíritu, y se turbó,
34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.35 Y lloró Jesús.36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.37 Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho que Lázaro no muriera? 38 Y Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro.
- Era una cueva, la cual tenía una piedra puesta encima.39 Dijo Jesús: Quitad la piedra.
- Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, pues lleva cuatro días.40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto.
Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy porque me has oído.42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que me has enviado.43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había estado muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario.
- 48 Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación.
- 49 Entonces, uno de ellos, aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada,
- 50 ni pensáis que nos conviene que un hombre por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
- 51 Mas esto no lo dijo de sí mismo, sino que, como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
- 52 y no solamente por esa nación, sino también para en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
- 53 Así que, desde aquel día convinieron en matarle.
- 54 Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín, y se quedó allí con sus discípulos.
- 55 Y estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse.
56 Y buscaban a Jesús y, estando en el templo, hablaban los unos con los otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? 57 Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno sabía dónde estaba Jesús, lo manifestase para tomarle preso.
¿Qué dice Mateo 8 24?
Jesús lloró ¿Por Qué Lloró Jesús? – Tengo Preguntas
Mateo 8 1 Y cuando Jesús descendió del monte, le seguía mucha gente.2 Y he aquí vino un y le adoraba, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.3 Y extendiendo Jesús su mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra fue,
- 4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos.
- 5 Y cuando entró Jesús en Capernaúm, vino a él un centurión, rogándole
- 6 y diciendo: Señor, mi yace en casa, paralítico, gravemente atormentado.
- 7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
- 8 Y respondió el centurión y dijo: Señor, no soy de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra, y mi criado sanado.
- 9 Porque también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
- 10 Y lo oyó, se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
- 11 Y os digo que vendrán del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
- 12 mas los del reino serán echados a las ; allí será el y el crujir de dientes.
13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.
- 14 Y cuando fue Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de este postrada en cama con fiebre.
- 15 Y le la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y les servía.
- 16 Y cuando era ya tarde, trajeron a él muchos ; y echó fuera los demonios con su palabra y sanó a todos los enfermos,
- 17 para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta Isaías, que dijo: mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.
- 18 Y viendo Jesús mucha gente alrededor de sí, mandó pasar al otro lado.
- 19 Y acercándose un escriba, le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
- 20 Y Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
- 21 Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.
- 22 Y Jesús le dijo: Sígueme; deja que muertos entierren a sus muertos.
- 23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
- 24 Y he aquí, se levantó en el mar una gran tempestad, de modo que las olas cubrían la barca; mas él dormía.
- 25 Y acercándose sus discípulos, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!
26 Y él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, a los vientos y al mar, y hubo gran,27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y mar le obedecen? 28 Y cuando él hubo llegado a la otra ribera, al país de los, le vinieron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, de modo que nadie podía pasar por aquel camino.29 Y he aquí, clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos ? 30 Y estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos.31 Y los demonios le rogaron, diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.32 Y les dijo: Id.
¿Qué dice Juan 19 28?
Juan 19 1 Así que, entonces tomó Pilato a Jesús y le,2 Y los soldados entretejieron una corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; 3 y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le daban de bofetadas.4 Entonces Pilato salió otra vez y les dijo: He aquí, os lo traigo fuera para que entendáis que delito hallo en él.5 Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura.
- 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado mayor pecado tiene.
- 12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle, pero los judíos daban voces, diciendo: Si a este sueltas, no eres amigo de César, porque todo aquel que se hace, a César se opone.
- 13 Entonces Pilato, oyendo estas palabras, llevó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo, Gabata.
14 Y era la preparación de la, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! 15 Pero ellos dieron voces: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado.
- 20 Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad; y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.
- 21 Y dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos, sino que él dijo: Soy rey de los judíos.
- 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
- 23 Y cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado; y tomaron también la túnica, mas la túnica era sin costura, toda tejida de arriba abajo.
24 Y dijeron entre ellos: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, para ver de quién será; para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis, y sobre mi vestidura echaron suertes. Y los soldados hicieron esto.25 Y estaban junto a la cruz de Jesús su, y la hermana de su madre, María esposa de, y,26 Y cuando vio Jesús a su madre y al a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre:, he ahí tu hijo.27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre.
- 31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel de reposo era muy solemne), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados de allí.
- 32 Y fueron los soldados y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
- 33 Pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
- 34 Pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y enseguida salió sangre y agua.
- 35 Y que lo da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis.
- 36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado suyo.
- 37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que,
38 Después de estas cosas,, que era discípulo de Jesús, pero en secreto por a los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo permitió. Entonces fue y se llevó el cuerpo de Jesús.
- 39 Y vino también, el que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo un compuesto de y de áloes, como cien libras.
- 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias, como es costumbre sepultar entre los judíos.
- 41 Y en aquel lugar donde había sido crucificado, había un huerto; y en el huerto un nuevo, en el cual aún no se había puesto a nadie.
- 42 Allí, pues, por causa de la preparación de la Pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
¿Qué dice Marcos 8 17?
Marcos 8
- 1 En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
- 2 Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer;
- 3 y si los envío en ayunas a sus casas, se desmayarán por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.
- 4 Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?
5 Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
- 6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud.
- 7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo y mandó que también los pusiesen delante.
- 8 Y comieron y se saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete cestas.
- 9 Y eran los que comieron como cuatro mil; y los despidió.
- 10 Y entrando enseguida en la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta.
- 11 Y vinieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una del cielo, para tentarle.
12 Y gimiendo en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide una esta generación? De cierto os digo que no se dará señal a esta generación.
- 13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue al otro lado.
- 14 Y se habían olvidado de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.
- 15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
- 16 Y discutían los unos con los otros, diciendo: Es porque no tenemos pan.
17 Y como Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discutís? ¿Porque no tenéis pan? ¿Todavía no comprendéis ni entendéis? ¿Aún tenéis vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? 19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce.20 Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete.
- 21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
- 22 Y vino a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que le tocase.
- 23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las sobre él, le preguntó si veía algo.
- 24 Y él, alzando la vista, dijo: Veo los hombres, pero los veo como árboles que andan.
- 25 Entonces le puso otra vez las manos sobre los ojos y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.
- 26 Y le envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
27 Y salió Jesús con sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y por el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Y ellos respondieron: unos, Juan el Bautista; y otros, ; y otros, alguno de los profetas.29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el,30 Pero les mandó que hablasen acerca de él a ninguno.31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho y ser desechado por los ancianos, y por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto y resucitar después de tres días.32 Y claramente decía esta palabra.
- 33 Y él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: Apártate de mí,, porque las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.
- 34 Y llamando a la gente y a sus, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, a sí mismo, y tome su cruz y,
- 35 el que quiera salvar su vida la ; pero el que pierda su por causa de mí y del evangelio la salvará.
- 36 Porque, ¿qué aprovechará al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?
- 37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su ?
- 38 Porque el que avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos,
¿Qué dice Juan 19 28?
Juan 19 1 Así que, entonces tomó Pilato a Jesús y le,2 Y los soldados entretejieron una corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; 3 y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le daban de bofetadas.4 Entonces Pilato salió otra vez y les dijo: He aquí, os lo traigo fuera para que entendáis que delito hallo en él.5 Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura.
- 11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado mayor pecado tiene.
- 12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle, pero los judíos daban voces, diciendo: Si a este sueltas, no eres amigo de César, porque todo aquel que se hace, a César se opone.
- 13 Entonces Pilato, oyendo estas palabras, llevó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo, Gabata.
14 Y era la preparación de la, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! 15 Pero ellos dieron voces: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado.
- 20 Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad; y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.
- 21 Y dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos, sino que él dijo: Soy rey de los judíos.
- 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
- 23 Y cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado; y tomaron también la túnica, mas la túnica era sin costura, toda tejida de arriba abajo.
24 Y dijeron entre ellos: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, para ver de quién será; para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis, y sobre mi vestidura echaron suertes. Y los soldados hicieron esto.25 Y estaban junto a la cruz de Jesús su, y la hermana de su madre, María esposa de, y,26 Y cuando vio Jesús a su madre y al a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre:, he ahí tu hijo.27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre.
- 31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel de reposo era muy solemne), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados de allí.
- 32 Y fueron los soldados y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él.
- 33 Pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
- 34 Pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y enseguida salió sangre y agua.
- 35 Y que lo da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis.
- 36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado suyo.
- 37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que,
38 Después de estas cosas,, que era discípulo de Jesús, pero en secreto por a los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo permitió. Entonces fue y se llevó el cuerpo de Jesús.
- 39 Y vino también, el que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo un compuesto de y de áloes, como cien libras.
- 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias, como es costumbre sepultar entre los judíos.
- 41 Y en aquel lugar donde había sido crucificado, había un huerto; y en el huerto un nuevo, en el cual aún no se había puesto a nadie.
- 42 Allí, pues, por causa de la preparación de la Pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
¿Qué hace Dios con las lágrimas?
‘Las veo’ – Ni un pajarillo cae a tierra sin que Dios lo note (Mateo 10:29), y tampoco ninguna de tus lágrimas. Cuando Agar alzó su voz en el desierto de Beerseba, Dios fue a su encuentro (Génesis 21:17). Cuando Ana lloró amargamente fuera del templo del Señor, Dios lo notó y se acordó de ella (1 Samuel 1:10, 17).
Cuando David se cansó de gemir, Dios no se cansó de escucharlo (Salmos 6:6–9). El Dios de toda consolación está atento a tu llanto. Él recoge todas nuestras lágrimas y las pone en su redoma (Salmos 56:8, LBLA). Como una madre sentada junto al lecho de su hijo enfermo, Dios se fija en cada suspiro de malestar y dolor.
Puede que tu angustia haya pasado inadvertida para otros, pero ni por un momento ha escapado a la atención del Dios que no duerme ni se adormece (Salmos 121:4, LBLA). Así como Dios le dijo al rey Ezequías, le dice a cada uno de sus hijos: ‘He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas ‘ (2 Reyes 20:5, LBLA).