Espíritu Santo

Conociendo al Espíritu Santo

Que Dice La Biblia De Los Padres Hacia Los Hijos?

Que Dice La Biblia De Los Padres Hacia Los Hijos
¿Qué nos dice la Biblia de los padres? – Responsabilidades de los Padres con sus Hijos Según La Biblia. Colosenses 3:20 Ustedes, hijos, obedezcan a sus padres sin reservas, pues eso es lo que agrada al Señor. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos.

¿Qué dice la Biblia sobre la relacion entre padres e hijos?

El apóstol Pablo a menudo hablaba acerca de las relaciones familiares. Él aconsejó: ‘ Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

¿Cuál es la responsabilidad de los padres con los hijos según la Biblia?

La responsabilidad de los padres La responsabilidad de los padres Capítulo 46 El presidente Brigham Young amaba mucho a los niños y afirmaba que eran puros ante Dios. Muchos de sus sermones contenían consejos a los miembros de la Iglesia en cuanto a cómo debían cuidar de ellos.

Por ejemplo, uno de sus propios hijos pequeños tenía el hábito de arrojar al suelo su cuchara y su taza de pan y leche cada vez que se le ponían frente a él sobre la mesa. La madre del niño estaba desconcertada y Brigham Young le aconsejó: ‘La próxima vez que haga eso, haz que se apoye contra la silla, no le digas nada continúa trabajando’.

La madre hizo tal cosa. El niño permaneció primeramente junto a su silla, miró a su mamá y luego contempló lo que había arrojado al suelo. Finalmente, se arrastró hasta la cuchara y la taza y, tomándolas, las puso de nuevo sobre la mesa. Desde esa vez, el niño nunca volvió a tirarlas al suelo.

Refiriéndose al proceder de su esposa, el presidente Young dijo: ‘Quizás ella lo habría castigado y aun herido, como muchos otros lo habrían hecho; pero cuando saben lo que tienen que hacer, pueden corregir al niño sin violencia’ ( LBY, xxv). Que el presidente Young vivía de acuerdo con los principios que enseñaba fue puesto de manifiesto por la descripción que su hija Susa hizo de él como ‘un padre ideal.

Bondadoso al extremo, tierno, atento, justo y firme Ninguno de nosotros le temía; todos lo adorábamos’ ( LSBY, 356). Nosotros somos los guardianes de nuestros hijos; a nuestro cuidado se han confiado su adiestramiento y su educación, y si no seguimos una trayectoria que los salve de las influencias del mal, cuando seamos pesados en la balanza seremos hallados faltos ( LBY, xxiv).

Los padres son responsables ante el Señor por la forma en que educan y adiestran a sus hijos, porque ‘He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado’ ( DNW, 7 de diciembre, 1864, 2). Padres, procuren honrar a sus hijos; críenlos en disciplina y amonestación del Señor.

Enséñenles la verdad y no el error, enséñenles a amar y a servir a Dios ; enséñenles a creer en Jesucristo, el Hijo de Dios y Salvador del mundo ( DNSW, 8 de agosto, 1877, 1). Las madres son eficaces instrumentos en manos de la Providencia para guiar los destinos de las naciones.

  • Las madres de cualquier nación deben enseñar a sus hijos a no provocar guerras; los niños entonces crecerán y nunca entrarán en guerra.
  • Si las madres enseñan a sus hijos, ‘¡Peleen, sí, peleen al extremo con sus enemigos!’ adoptarán ese espíritu.
  • En consecuencia, podrán ver que lo que deseo recalcarles es que las madres son la maquinaria que da ánimo al hombre total y guía los destinos y la vida de los hombres sobre la tierra ( DBY, 199–200).

Podemos guiar, orientar y podar un tierno retoño y hará lo que dispongamos, siempre y cuando se efectúe sabiamente y con destreza. Entonces, si rodeamos a un niño con influencias saludables y benéficas, le damos instrucciones apropiadas y nutrimos su mente con tradiciones veraces, tal vez esto lo guiará por el camino de la vida ( DBY, 209).

Los padres deben tratar a sus hijos como ellos mismos desearían ser tratados y darles un ejemplo digno de un santo de Dios ( DNW, 7 de diciembre, 1864, 2). Críen a sus hijos en el amor y el temor del Señor; evalúen su disposición y su temperamento y procedan de acuerdo con éstos, y nunca se inclinen a reprenderles en medio del enojo; enséñenles a que les amen y no a que les teman ( DBY, 207).

En nuestras preocupaciones cotidianas, no importa su naturaleza o clase, los Santos de los Últimos Días, y en particular aquellos que ocupan importantes posiciones en el Reino de Dios, deben mantener un temperamento uniforme y equilibrado, tanto en su casa como fuera de ella.

  • No deben permitir que las contrariedades y las circunstancias desagradables les afecten hasta el punto de irritarse y ser descorteses en el hogar y hablar palabras de amargura y rencor creen en sus hogares un ambiente de tristeza y de pesar y provoquen el temor en vez del amor de sus familias.
  • Nunca debemos permitir que el enojo nos inunde el pecho y jamás que pase por nuestros labios ninguna palabra nacida de sentimientos iracundos.

‘La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor’ ‘. ‘Cruel es la ira, impetuoso el furor;’ pero ‘la cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa ‘ ( DBY, 203–204). Al andar por el mundo puedo ver que, en su mayoría, los padres están muy ansiosos de gobernar y controlar a sus hijos.

En base a mis observaciones, he visto que hay más padres que son incapaces de controlarse a sí mismos que los que son incapaces de controlar a sus hijos. Si una madre quiere controlar a uno de sus hijos, primero tiene que aprender a controlarse a sí misma y entonces quizás llegue a tener éxito en que ese hijo se someta perfectamente a la voluntad de su madre.

Pero si no puede controlarse a sí misma, ¿cómo ha de esperar que su hijo, un niño pequeño aún en cuanto a entendimiento, sea más sabio, más prudente y mejor que una persona de mayor edad y madurez? ( DNSW, 12 de julio, 1870, 2). Los padres no debieran nunca obligar a sus hijos, sino guiarlos y darles conocimientos a medida que su mente se prepara para recibirlos.

  • La reprensión puede ser a veces necesaria pero los padres deben gobernar a sus hijos mediante la fe en vez del castigo y guiarles con bondad por el buen ejemplo hacia la verdad y la virtud ( DBY, 208).
  • No podemos castigar a un hijo por haber hecho, sin saberlo, algo contrario a nuestra voluntad; pero cuando se les enseña bien y saben lo que se requiere de ellos, si aún así se rebelan, por supuesto, esperan ser disciplinados y está bien que lo sean ( DNSW, 8 de julio, 1873, 1).

Deseo aquí decir a los padres que toda palabra bondadosa y acto amoroso hacia los hijos apaciguará su naturaleza ineducada mucho más que la vara, o en otras palabras, el castigo corporal. Aunque se ha escrito que ‘La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre ‘, y ‘El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige ‘, estas citas se refieren a correcciones sabias y prudentes.

  • Los hijos que viven a la luz de la bondad y el afecto paternales, cuando se les hace saber el disgusto de sus padres y reciben de éstos una bondadosa reprensión, son más cabalmente disciplinados que mediante cualquier castigo corporal que podría aplicárseles ( DNW, 7 de diciembre, 1864, 2).
  • Yo podría señalar a muchos hombres en esta congregación cuyos hijos se han alejado de ellos por causa de que los castigaban con varas de madera.

Donde exista la severidad no hay amor o sentimiento filial en el corazón de ambos; los hijos preferirían alejarse del padre en vez de estar con él ( DBY, 203).

No es por medio del látigo o la vara que inculcaremos la obediencia en nuestros hijos, sino por la fe y la oración, y por el buen ejemplo que les demos ( DNW, 9 de agosto, 1865, 3).No creo que deba yo imponer por la fuerza mi autoridad como esposo o como padre, sino mediante la sabia inteligencia, demostrándoles que soy capaz de enseñarles Si el Señor me ha puesto como el cabeza de familia, debo serlo con toda humildad y paciencia, no como un gobernante tiránico, sino como un compañero fiel, un padre indulgente y afectuoso, un amo considerado y sin pretensiones; se me debe honrar en tal responsabilidad merced a mi fiel dedicación y por ser totalmente capaz, gracias a la ayuda del Espíritu de Dios, de cumplir mis funciones de modo que contribuya a la salvación de todos aquellos que han sido confiados a mi cargo ( DNW, 23 de julio, 1862, 2).A veces quizás nuestros hijos no dispongan de un buen espíritu; pero si el padre o la madre continúa poseyendo el buen Espíritu, el mal espíritu de los hijos habrá de durar muy poco Gobiernen con rectitud y en el temor y el amor de Dios, y sus hijos les seguirán ( DNSW, 7 de abril, 1868, 3).

El aspecto bondadoso, las buenas acciones, las palabras bondadosas y un comportamiento amoroso y sano hacia los hijos los unirá a nosotros con lazos que no podrán romperse fácilmente, mientras que el abuso y la impiedad los alejará de nosotros y destruirá todo vínculo sagrado que debería unirlos a nosotros y al convenio sempiterno que nos abraza.

Si mi familia no me obedeciese en base a la bondad y a una vida digna ante los hombres y los cielos, entonces podremos despedirnos de toda influencia ( DNW, 7 de diciembre, 1864, 2). Vivamos de manera que el espíritu de nuestra religión se manifieste en nosotros; entonces tendremos paz, gozo, felicidad y contentamiento, lo cual produce padres agradables, madres agradables, hijos agradables y hogares, vecindarios, comunidades y ciudades agradables.

Todo eso vale la pena y creo que los Santos de los Últimos Días deberían esforzarse por lograrlo ( DBY, 204). Ustedes deben siempre preceder a sus hijos en sus decisiones y afectos. En lugar de seguirles desde atrás con un látigo, vayan siempre delante de ellos y entonces podrán decir, ‘Síganme’, y no tendrán necesidad de la vara.

  1. Ellos les seguirán de buena gana y apreciarán sus palabras y sus modales porque ustedes podrán siempre consolarlos y complacer sus deseos y sus alegrías.
  2. Si se comportan un tanto impropiamente, deténganlos antes de que transcurra mucho tiempo Cuando transgredan y sobrepasen ciertos límites, debemos detenerlos.

Si ustedes están a la cabeza, se detendrán pues no pueden pasarles por encima; pero si se encuentran empujándolos, huirán de ustedes ( DNSW, 8 de diciembre, 1868, 2–3). Todo niño ama las sonrisas de su madre, pero odia sus entrecejos. Recomiendo a las madres que no permitan que sus hijos se entreguen a cosas malas, pero que al mismo tiempo los traten con ternura.

Si un niño tiene que andar en una cierta dirección y no parece dispuesto a hacerlo, encamínenlo con ternura y díganle, pues bien, querido, tienes que andar cuando te lo indique. Los niños necesitan que se les dirija y enseñe lo que es correcto en una manera bondadosa y afectuosa ( DBY, 209). Nunca debemos permitirnos hacer nada que no querríamos que nuestros hijos hagan.

Debemos darles el ejemplo que queremos que imiten. ¿Nos damos cuenta de esto? ¡Con mucha frecuencia vemos que algunos padres exigen la obediencia, el buen comportamiento, las palabras bondadosas, una apariencia agradable, una voz dulce y la atención de un hijo o hijos cuando ellos mismos están llenos de amargura y regaño! ¡Cuán contradictorio e irrazonable es esto! ( DBY, 208).

De acuerdo con el presidente Young, ¿por qué son los padres solamente guardianes de sus hijos? ¿Cómo podría esta perspectiva influir sobre ustedes en cuanto a la forma en que piensan criar a sus propios hijos? ¿Qué significa guiar a los hijos en ‘el camino de la vida’? ¿Cuáles son algunas cosas específicas que un padre o madre podría hacer para guiar a sus hijos? ¿Qué bendición recibirán los padres fieles, según el presidente Young? ¿Cómo habrán de lograrla?

¿Qué deben hacer los padres para enseñar a sus hijos que los amen en vez de que les teman? ¿Por qué es esto importante? ¿Por qué algunos padres están ‘muy ansiosos de gobernar y controlar a sus hijos’? ¿Qué deben hacer los padres antes de poder gobernar correctamente a sus hijos? ¿Cómo han podido ustedes controlarse a sí mismos en momentos de enojo? ¿Qué diferencia hay entre disciplinar a un hijo desobediente y abusarse física y verbalmente de él? ¿Cuándo y en qué forma es apropiado disciplinar a un hijo? ¿Por qué la bondad es más eficaz que el castigo corporal para disciplinar a los niños? ¿Qué piensan ustedes que quiso decir el presidente Young al comentar que ‘los hijos que viven a la luz de la bondad y el afecto paternales, cuando reciben de éstos una bondadosa reprensión, son más cabalmente disciplinados que mediante cualquier castigo corporal que podría aplicárseles’? ¿Qué clase de acciones unen más a los hijos con sus padres? ¿Qué acciones los alejarán de sus padres?

¿Cuándo necesitan dirección los hijos? ¿Por qué es crítico que se les demarquen límites a los hijos? De acuerdo con el presidente Young, ¿cuál es la mejor manera de dirigir a los hijos? ¿Qué pueden hacer los padres para guiar a sus hijos en vez de obligarlos?

¿Cómo podrían ustedes sellar a sus hijos a ustedes con un lazo sempiterno?

: La responsabilidad de los padres

¿Cómo se debe tratar a los hijos según la Biblia?

El vivir el Evangelio – Usted debe enseñar a sus hijos a ejercer correctamente su albedrío y a poner en práctica las enseñanzas del Evangelio en todo lo que hagan. Tal como enseñó el rey Benjamín, tiene que enseñarles ‘a andar por las vías de la verdad y la seriedad’ y ‘a amarse mutuamente y a servirse el uno al otro’ (Mosíah 4:15).

¿Qué nos dice la Biblia acerca de los padres?

Efesios 6:1-4 – Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo, ya que el primer mandamiento que contiene una es este: Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra. Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor.

¿Qué dice la Biblia sobre el papel del padre?

Publicado por World Vision El Salvador, el 08-abr-2021 18:22:38 La paternidad puede ser una difícil y exigente experiencia, pero una de las cosas más plenas y compensadoras que podamos llegar a hacer. Uno de los roles más importantes de padres hacia hijos es enseñarles la Palabra de Dios y modelar un comportamiento basado en los valores morales y espirituales.

  1. Aunque nuestros hijos aprendan mucho a través de la enseñanza directa, ellos aprenden más observándonos.
  2. Esto significa que debemos ser muy cuidadosos en todo lo que hacemos.
  3. Los padres deben realizar un liderazgo amoroso y lleno de ternura, para que los hijos puedan a su vez tener un comportamiento según la Palabra, respetando a la autoridad de sus padres pero exigiendo sus derechos como niñas y niños.

‘Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres’, (Lc.2:52). Asimismo, debe crecer cada niño en este mundo. Es un derecho del niño recibir el cuidado y la formación de sus padres, la sociedad y la iglesia, para adquirir ese desarrollo integral.

  • Por otra parte, en Efe 6:1 dice: ‘Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo’.
  • Los hijos tienen un rol importante de aprender y desarrollarse de manera integral, contribuyendo con sus pensamientos y sentimientos a su ámbito familiar y social.
  • En resumen, podemos decir que como cristianos, tanto padres como hijos nos volvemos instrumentos en la mano de Dios y juntos debemos caminar bajo su Palabra, promoviendo principios y valores que ayuden a alcanzar una vida plena.

Algunos de los compromisos de los padres son: Dar ejemplo a los hijos, un testimonio de vida coherente en la familia y en la sociedad ;proveer para el presente y el futuro de los hijos ; enseñarles a obedecer a Dios; educarlos a partir de principios y valores; orar por los hijos. Temas: derechos de la niñez, Emociones, Protección de la niñez, Familia

¿Cuál es el deber de una madre según la Biblia?

La función sagrada del padre y de la madre La función sagrada del padre y de la madre 10 Parte 1: La función del padre De acuerdo con sus propias necesidades y circunstancias, siga una o ambas de las siguientes sugerencias:

  • Repase la función del padre y de la madre tal como se detalla en el séptimo párrafo de ‘La familia: Una proclamación para el mundo’ (véase la página IV). Determine, con espíritu de oración, cómo el consejo se aplica a su hogar y que hará para seguirlo.
  • Escriba una carta a su padre o a uno de sus abuelos.

Estudie el siguiente artículo. Si está casado, léalo y analícelo con su cónyuge. Presidente Ezra Taft Benson Decimotercer Presidente de la Iglesia Mis queridos hermanos, me siento sumamente agradecido de estar aquí con ustedes en esta impor-tantísima reunión de los poseedores del sacerdocio de Dios.

Ruego que el Espíritu del Señor me acompañe y los acompañe a ustedes mientras les hablo de un tema extremadamente importante. Esta tarde quisiera dirigirme a ustedes, los padres que se encuentran aquí, y a los que están reunidos por toda la Iglesia, y hablarles de sus sagrados llamamientos. Espero que ustedes, jovencitos, también escuchen con atención porque deben prepararse para ser los futuros padres de la Iglesia.

Padres, ustedes tienen un llamamiento eterno del que nunca serán relevados: el de ser padres. Los llamamientos en la Iglesia son muy importantes, pero siempre se dan por un periodo de tiempo y después se releva de ellos a la persona. Por el contrario, el llamamiento de ser padres es eterno y su importancia continúa más allá de esta vida.

  • Es un llamamiento por esta vida y por toda la eternidad.
  • El presidente Harold B.
  • Lee dijo con acierto que la parte más importante de la obra del Señor que ustedes, los padres, realicen, será dentro de las paredes de su propio hogar.
  • La orientación familiar, el trabajo del obispado y otras responsabilidades en la Iglesia son importantes, pero lo primordial es lo que puedan efectuar dentro del hogar (véase Fortaleciendo el hogar, folleto, pág.8).

Examinemos cuáles son las responsabilidades específicas de los padres dentro de los sagrados confines de su hogar. Quisiera recordarles dos de las responsabilidades básicas de todo padre en Israel. Primero, tienen el sagrado deber de satisfacer las necesidades materiales de la familia.

  • El Señor definió con claridad el deber de mantener a la familia y de criar hijos dignos.
  • En el comienzo, se le mandó a Adán, no a Eva, que se ganara el pan con el sudor de la frente.
  • El apóstol Pablo amonesta a los esposos y padres: ‘porque si alguno no provee para los suyos, y mayor-mente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo’ (1 Timoteo 5:8).

Cuando la Iglesia restaurada todavía no tenía muchos años de vida, el Señor específicamente les dio a los hombres la obligación de mantener a sus esposas e hijos. En enero de 1832, dijo: ‘de cierto os digo que todo hombre que tiene la obligación de mantener a su propia familia, hágalo, y de ninguna manera perderá su corona’ (D.

  • Y C.75:28).
  • Tres meses más tarde dijo otra vez: ‘Las mujeres tienen el derecho de recibir sostén de sus maridos hasta que éstos mueran’ (D.
  • Y C.83:2).
  • Éste es el derecho que dio Dios a las esposas y a las madres.
  • Mientras ella cuida y educa a sus hijos en la casa, el esposo gana lo necesario para mantenerlos, haciendo posible así que ella cumpla con esta tarea.

Cuando en una familia el esposo es sano y puede trabajar, se espera que mantenga a su familia. A veces nos cuentan de esposos que debido a condiciones económicas adversas han perdido el trabajo y esperan que sus esposas salgan a trabajar, aunque ellos son todavía muy capaces de mantener a su familia.

En estos casos, instamos al esposo a hacer todo lo que esté a su alcance para que su esposa pueda quedarse en la casa cuidando a los hijos mientras él continúa manteniendo a la familia lo mejor posible, a pesar de que el trabajo que pueda conseguir no sea ideal y tengan que ajustar el presupuesto familiar.

La necesidad de estudiar o de adquirir posesiones materiales tampoco justifica que se posponga el tener hijos para que la esposa trabaje y mantenga el hogar. Yo me acuerdo del consejo de nuestro querido profeta Spencer W. Kimball a los estudiantes casados, cuando dijo: ‘He repetido a miles de jóvenes que cuando se casan no deben esperar a tener hijos hasta después de haber terminado la universidad y cons-eguido la posición económica deseada deben hacer una vida matrimonial normal y permitir que vengan los hijos ‘Yo no conozco ningún pasaje de Escritura’, continúa el presidente Kimball, ‘en el que se dé permiso a las jóvenes esposas para no tener familia con el propósito de ir a trabajar y mantener a sus esposos mientras ellos estudian.

  • Hay miles de maridos que han trabajado y estudiado y han criado a sus hijos, todo a la vez’ (‘Marriage is Honorable’, en Speeches of the Year, 1973, 1974, pág.263).
  • Hermanos del sacerdocio, yo continúo recalcando la importancia de que las madres se queden en la casa para cuidar y criar a sus hijos y enseñarles a ser personas dignas en todo sentido.
See also:  Biblia Como Espada?

En mis viajes por todo el mundo he observado que la gran mayoría de las mujeres miembros de la Iglesia quieren seguir este consejo de todo corazón. Pero sabemos que a veces la madre trabaja fuera de la casa animada por su marido, e incluso ante la insistencia de él.

  1. Él es el que quiere tener las conveniencias que puede comprar el dinero extra.
  2. En esos casos, herma-nos, no sólo sufrirá su familia sino que ustedes mismos no podrán progresar espiritualmente.
  3. Les digo a todos ustedes, el Señor le ha dado al hombre la responsabilidad de mantener a su familia y ganar suficiente para que la esposa pueda cumplir con su función de madre en el hogar.

Padres, otro aspecto vital es que deben hacer arreglos para que la familia no pase necesidades en casos de emergencia. La preparación familiar es un principio de bienestar bien establecido y en la actualidad es más importante que nunca. Les pregunto de todo corazón, ¿tienen almacenados para su familia comida, ropa y combustible, si fuera posible, suficientes para un año? La revelación de que, cuando se pueda, tengamos un huerto, criemos animales y almacenemos el producto de ellos puede que sea tan esencial para nuestro beneficio temporal hoy día como lo fue entrar al arca para la gente de la época de Noé.

También les pregunto: ¿Tratan de no gastar más de lo que tienen y están ahorrando, aunque sea un poco? ¿Son honrados con el Señor en el pago de los diezmos? La obediencia a esta ley divina les brindará tanto bendiciones espirituales como materiales. Sí, hermanos, como padres en Israel ustedes tienen la gran responsabilidad de satisfacer las necesidades materiales de la familia y de estar preparados para casos de emergencia.

Segundo, ustedes tienen la sagrada responsabilidad de ser los líderes espirituales de la familia. En un folleto que publicó hace algunos años el Consejo de los Doce, dice lo siguiente: ‘La paternidad equivale al liderazgo, el liderazgo más importante que existe.

  1. Siempre ha sido así y siempre será de esa manera.
  2. Padres, con la ayuda, las sugerencias y el ánimo de su compañera eterna, ustedes deben presidir en el hogar’ (véase Padre, considera tus obras, folleto, 1973, pág.4).
  3. No obstante, con la función de presidir se adquieren también importantes obligaciones.

A veces nos ente-ramos de hombres, incluso hombres de la Iglesia, que piensan que ser el cabeza del hogar los coloca en un papel superior y les permite actuar como dictadores y tener exigencias injustas con la familia. El apóstol Pablo dice que el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia (véase Efesios 5:23; cursiva agregada).

Ése es el modelo que debemos seguir en nuestra función de presidir en el hogar. El Señor no guía a Su Iglesia con una mano severa ni despiadada. El Señor no trata a Su Iglesia con falta de respeto ni se despreocupa de ella. El Señor no se vale de la fuerza para conseguir lo que quiere. Nunca encontraremos al Señor haciendo nada que no sea edificar, elevar, consolar y exaltar a la Iglesia.

Hermanos, les digo esto con toda seriedad: En nuestra función de líderes espirituales de nuestra familia, debemos seguir el ejemplo de Cristo. Esto se aplica en particular a la relación que tengan con sus esposas. Una vez más el consejo del apóstol Pablo es muy apropiado; él dijo simplemente: ‘Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia’ (Efesios 5:25).

  1. En las revelaciones de esta época el Señor habla otra vez de esta obligación: ‘Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a ella y a ninguna otra’ (D.
  2. Y C.42:22).
  3. Que yo sepa, en todas las Escrituras hay sólo alguien más a quien se nos manda amar con todo nuestro corazón, además de nuestras esposas, y es a Dios mismo.

Reflexionen sobre eso. Esta clase de amor se puede demostrar a las esposas de muchas maneras. Lo primero y más importante es que nada, excepto Dios mismo, debe ocupar el lugar de la esposa: ni el trabajo ni las diversiones ni los pasatiempos. Su esposa es la compañera eterna y lo más preciado que tienen.

  • ¿Qué quiere decir amar a alguien con todo el corazón? Quiere decir amar con todas las emociones y con toda devoción.
  • Cuando uno ama a la esposa de todo corazón, por supuesto no la humilla, no la critica, ni le busca defectos; no abusa de ella con palabras, silencios forzados ni acciones condenables.
  • ¿Qué quiere decir allegarse a ella? Quiere decir mantenerse cerca de ella, serle leal, serle fiel, hablar con ella y expresarle amor.

Amarla quiere decir estar al tanto de sus senti-mientos y necesidades. A ella le gusta que la aprecien y le presten atención. Le agrada que le digan que la consideran atractiva y que ella es importante para ustedes. Amarla quiere decir que es preciso hacer todo lo posible para asegurar el bienestar de ella y su propia estimación.

  1. Ustedes deben sentirse agradecidos de que ella sea la madre de sus hijos y la reina de su hogar; agradecidos de que ella haya escogido ser ama de casa y madre para dar a luz, nutrir, amar y enseñar a sus hijos, y que ella lo considere el llamamiento más noble de todos.
  2. Esposos, reconozcan la inteligencia de su esposa y su capacidad de darles sugerencias como socia suya sobre los planes, las actividades y el presupuesto de la familia.

No sean tacaños ni con el tiempo ni con el dinero. Den a su esposa la oportunidad de desarrollarse en los planos intelectual, emocional, social y espiritual. Recuerden, hermanos, que el amor puede alimen-tarse con acciones en apariencia insignificantes.

Llevarle flores está bien, pero también es importante que estén dispuestos a ayudar a lavar la vajilla, cambiar pañales, levantarse de noche a atender a un niño que llora y dejar de mirar la televisión o de leer el periódico para ayudarla con la cena. Ésas son las formas de decir ‘te quiero’ con nuestras acciones y dan resultados maravillosos con muy poco esfuerzo.

Esta clase de liderazgo del sacerdocio ejercido con amor se debe aplicar tanto con la esposa como con los hijos. Las madres tienen un papel preponderante en el hogar y son el corazón de él, pero esto no disminuye la función importantísima que desempeñan los padres como cabeza de la familia al criar, enseñar y amar a sus hijos.

Como el patriarca del hogar, ustedes tienen la gran responsabilidad de asumir el liderazgo para educar a sus hijos. Deben ayudar a crear un hogar en el que pueda morar el Espíritu del Señor. Su función es guiar la vida familiar en todos los aspectos, tomando parte activa en establecer las reglas de disciplina familiar y en su aplicación.

Nuestros hogares deben ser refugios donde nuestra familia pueda encontrar paz y alegría. Ningún hijo debe tener miedo de su padre, y mucho menos de un padre que posea el sacerdocio. El deber del padre es asegurarse de que su hogar sea un hogar feliz, y no puede lograrlo cuando en su casa haya discusiones, peleas, malos sentimientos y mal comportamiento.

  1. Den bendiciones de padre a sus hijos. Bautícenlos y confírmenlos. Ordenen a sus hijos al sacerdocio. Ésos serán los puntos sobresalientes en la vida espiritual de ellos.
  2. Dirijan personalmente las oraciones familiares, la lectura de las Escrituras y las noches de hogar semanales. Cuando ustedes participen con dedicación en estas actividades, sus hijos se darán cuenta de lo importantes que son esas actividades para ustedes.
  3. Siempre que sea posible, vayan todos juntos a las reuniones de la Iglesia. Ir a la Iglesia todos juntos y participar juntos en las reuniones es vital para el bienestar espiritual de los hijos.
  4. Dediquen tiempo a cada uno de los hijos por separado. Como familia, vayan de paseo y a acampar, a competencias deportivas y a recitales, a programas de sus escuelas, etc. Es muy importante para todos que el padre los acompañe.
  5. Establezcan tradiciones familiares como paseos al campo, viajes, etc. Estos recuerdos serán imborrables para los hijos.
  6. Tengan entrevistas personales con los hijos. Permítanles que hablen de lo que ellos quieran. Enséñenles principios del Evangelio y valores impor-tantes. Digales que los quieren. Todas estas cosas demuestran a los hijos que ellos son importantes para ustedes.
  7. Enseñen a sus hijos a trabajar y muéstrenles el valor de esforzarse por alcanzar una meta apropiada. Cuando el padre abre una cuenta bancaria para la misión y la educación de sus hijos, demuestra a éstos lo que él considera importante.
  8. Escuchen buena música y tengan a mano buenos libros en la casa. Los hogares en los que se cultiva el gusto por las obras de arte tienen una influencia beneficiosa sobre los hijos para siempre.
  9. Si la distancia lo permite, vayan al templo con su esposa con regularidad. De esa forma los hijos comprenderán mejor la importancia del matrimonio en el templo y de los convenios que allí se hacen, como también la importancia de la familia eterna.
  10. Permitan que sus hijos vean la satisfacción que sienten al servir en la Iglesia. Esto les servirá de ejemplo, y es probable que también ellos quieran servir en la Iglesia y encuentren satisfacción al hacerlo.

Esposos y padres en Israel, ¡ustedes pueden hacer tanto por la salvación y la exaltación de sus familias! ¡Sus responsabilidades son tan importantes!

  • Recuerden que el llamamiento de padres en la Iglesia es sagrado, que es el llamamiento más importante en esta vida y en toda la eternidad; es un llamamiento del que nunca serán relevados.
  • Ruego que siempre puedan proveer las necesidades materiales de su familia y que, con su esposa a su lado, puedan cumplir con la sagrada responsabilidad de ser los líderes espirituales del hogar.
  • De un discurso pronunciado por el presidente Benson en la sesión del sacerdocio de la conferencia general de la Iglesia de octubre de 1987 (véase Liahona, enero de 1988, páginas 48–51).

: La función sagrada del padre y de la madre

¿Cuál es el deber del padre con los hijos?

Índices: – Guía legal sobre: Explica el rol que la asigna la Ley General de Educación a los padres y apoderados de los estudiantes, sus derechos y deberes. Última actualización : 07-06-2019 ¿Cuál es deber y el derecho de padres y madres respecto a la educación de sus hijos? La Ley General de Educación señala que corresponde, preferentemente, a los padres y madres el derecho y el deber de educar a sus hijos.

  • Como complemento, el Estado tiene el deber de otorgar especial protección al ejercicio de ese derecho.
  • ¿Los padres, madres y apoderados pueden elegir el establecimiento educacional al que van sus hijos? Sí, la ley dispone que los padres, madres y apoderados tengan asegurada la libertad de elegir el establecimiento educativo para sus hijos.

Esto, a su vez, se da en un sistema de educación de naturaleza mixta. Es decir, se incluye una educación de propiedad y administración del Estado o sus órganos, y otra particular, sea subvencionada por el Estado o pagada por los padres, madres o apoderados.

  • Los procesos de admisión de estudiantes a los establecimientos educacionales se realizarán por medio de mecanismos que garanticen la transparencia, equidad e igualdad de oportunidades, velando por el derecho preferente de los padres, madres o apoderados.
  • ¿Los padres, madres y apoderados tienen derecho a participar en la comunidad educativa? Sí, son parte de la comunidad educativa y tienen derecho a ser informados y a participar en el proceso educativo.

Asimismo, tienen derecho a que el sostenedor, los directivos y docentes a cargo de la educación de sus hijos o pupilos les informen respecto de los rendimientos académicos, de la convivencia escolar y del proceso educativo. También tienen derecho a conocer el funcionamiento del establecimiento, y a ser escuchados y aportar al desarrollo del proyecto educativo.

Educar a sus hijos. Informarse sobre el proceso educativo. Respetar y contribuir a dar cumplimiento al proyecto educativo, a las normas de convivencia y a las de funcionamiento del establecimiento que elijan para sus hijos o pupilos. Apoyar los procesos educativos. Cumplir con los compromisos asumidos con el establecimiento educacional. Respetar su normativa interna y brindar un trato respetuoso a los integrantes de la comunidad educativa.

¿Qué responsabilidad tienen los padres, madres y apoderados respecto de los derechos y deberes de los estudiantes? El sistema educativo debe promover el principio de la responsabilidad de la comunidad estudiantil, especialmente en relación con el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes escolares, cívicos, ciudadanos y sociales.

¿Qué es ser un buen padre?

ORIGINALES Y REVISIONES ¿Qué significa ser buen padre? What makes a good father? Luis Manuel Estalayo Martín Doctor en Psicología, Psicólogo Clínico, Centro de Atención a la Infancia nº 5 (C.A.I. V) del Ayuntamiento de Madrid. Dirección para correspondencia RESUMEN Se defiende la necesidad de considerar la diferencia entre padre real, simbólico e imaginario que teoriza el psicoanálisis en la valoración diagnóstica de la ‘competencia parental’.

  1. La ausencia de estos conceptos puede implicar valoraciones precipitadas y superficiales excesivamente focalizadas en aspectos fenomenológicos.
  2. Palabras clave: Competencia paterna.
  3. Padre real.
  4. Padre simbólico.
  5. Padre imaginario.
  6. ABSTRACT It’s supported the need to consider the difference between the real, symbolic and imaginary parent that is described by psychoanalisis in the diagnostic evaluation of the ‘parental competency’.

The absence of these concepts can imply abrupt and shallow evaluations which are excessively focussed in phenomenological aspects. Keywords: Fatherhood competency. Real father. Symbolic father. Imaginary father. Introducción La posibilidad de que distintos especialistas puedan valorar la ‘competencia parental’ es muy reciente en términos históricos.

De hecho, hasta hace poco al padre ni se le incluía en los estudios que trataban de analizar los factores de riesgo en psicopatología del desarrollo. Actualmente se sabe que una paternidad adecuada es necesaria para que se produzca el desarrollo de un niño ‘sano’ y de ahí el interés público y profesional para hacer medibles, contables y evaluables los distintos aspectos relacionados con el ejercicio de una paternidad responsable.

Es precisamente la evolución histórica a través de legislaciones específicas a nivel internacional, nacional y autonómico, la que legitima a los profesionales y obliga a los padres a someterse a distintos procesos diagnósticos que pretenden valorar su competencia como padres de cara a ostentar con garantías la tutela o la guarda y custodia de sus hijos.

  • Estas valoraciones se realizan en distintas Instituciones (Juzgados, Servicios Sociales Generales y Especializados, Clínicas Médico-forenses, etc.) y suelen implicar a profesionales de distintas disciplinas: psiquiatras, psicólogos clínicos, trabajadores sociales, etc.
  • Dada la naturaleza de estos diagnósticos es necesario precisar aspectos instrumentales de la paternidad pero una focalización excesiva o única en los mismos puede obviar otros aspectos nucleares y determinantes de la vinculación paternofilial tales como el afecto, el deseo y la subjetividad.

No se pretende negar la importancia de los ‘indicadores’ a la hora de valorar la competencia de un sujeto como padre. Lo que se cuestiona es una adherencia excesiva a esos indicadores que lleve a enjuiciar al otro por su grado de adecuación a un ‘manual’ u obligarle a intentar adecuarse al mismo, casi sin escucharle.

Con el objetivo de aportar elementos de análisis que sirvan para mejorar las valoraciones que se realizan en este contexto se pretende responder a la siguiente pregunta: ¿Qué hace que una persona pueda denominarse ‘padre’ y serlo?, o bien, ¿qué ‘efectos’ debe producir en sus hijos un padre ‘suficientemente bueno’?.

El intento de respuesta a estas cuestiones se estructura en tres apartados; la reflexión se inicia con una contextualización histórica de la figura del padre; sigue con una descripción sociológica que precisa qué aspectos de esa historia siguen vigentes y cuales se han modificado sustancialmente y concluye con una aproximación psicoanalítica a la temática del padre.

Finalmente se sugieren ideas específicas a tener en cuenta en las valoraciones que se realicen de la adecuación de un sujeto como padre. Padres en la Historia Hablar del término ‘padre’ es hacerlo de una función dentro de un grupo familiar, puesto que nadie es padre sin referencia a ese grupo primario.

Y quizá sea necesario empezar con la referencia obligada a Lévi-Strauss, aludiendo a su tesis de prohibición del incesto como regla universal que permite el paso de la Naturaleza a la Cultura. Como señala Franchise Zonabend (1988) (1), la prohibición del incesto es el primer acto de organización social de la humanidad, un primer intento de establecer orden para regular las relaciones entre los sexos: ‘La prohibición del incesto efectúa, pues, la transición entre el estado de la naturaleza y el estado de la cultura (1) ‘.

Abre la posibilidad de crearse parientes, es el mejor medio de vivir en paz con los vecinos. La exogamia impone una alianza fuera del grupo familiar inmediato. La renuncia abre el camino a una posibilidad, pero fuera del universo familiar. A esta regla general suele oponerse la excepción del orden faraónico, que no partía de la prohibición del incesto.

Por ejemplo, Annie Forgeau (1988) (2) explica cómo en esa sociedad la ternura que une a hermano y hermana sirven de referencia tanto a las relaciones amorosas como a las conyugales, signo de su adecuación ideal. A partir de la dinastía XVIII el término para hermana es un doblete del de esposa.

En Egipto no se encuentra limitación a la libertad de elección de los cónyuges en los textos ni es respetada en la práctica; de hecho ‘los matrimonios entre hermano y hermana eran frecuentes en Egipto'(2). Se pretendía mantener con ello la continuidad dinástica, salvaguardar la pureza real. Los matrimonios consanguíneos son inseparables del proceso de deificación de los reyes, en tanto que se instaura el culto a la propia dinastía, cuyos matrimonios aseguran la pureza total.

Respecto a la función paterna en este orden ‘incestuoso’, al padre le correspondía la tarea de transmitir a su hijo, una vez pasado el tiempo de los primeros y necesarios cuidados maternos, los frutos de su experiencia; enseñanza moral complementaria a la educación intelectual y física que recibían en las escuelas de escribas.

Los egipcios creían más en la virtud de lo adquirido que de lo innato pues creían que ‘nadie nace sabio’. Cualquier niño podría convertirse en un sabio con buena educación, siguiendo el modelo de la domesticación de animales, no siempre metafórico. La función del padre estaba por tanto vinculada a la moral y a la posibilidad de llegar a ser un ciudadano, sabio, aunque en el aprendizaje se tuviera que domesticar las tendencias ‘naturales’ del hijo, utilizando distintos tipos de castigos.

Se sabe que esta función paterna se intensificó en el Imperio Romano, constituyendo un modelo que ha durado siglos. Siguiendo a Yan Thomas (1988) (3), se descubre que el padre en Roma tenía derecho de aceptar o rechazar al hijo; abandonarle era algo corriente; era un acto de soberanía doméstica absoluta, se podía arrojarle a la calle, asfixiarle o privarle de alimentos; es decir tenía el derecho de matarle por cualquier medio.

También Paul Veyne (1987) (4) destaca que el nacimiento de un romano no se limitaba a un hecho biológico, puesto que el jefe de la familia tiene la prerrogativa inmediatamente después de nacido su hijo ‘de levantarlo del suelo, donde lo ha depositado la comadrona, para tomarlo en sus brazos y manifestar así que lo reconoce y rehusa exponerlo’ (4).

El bebé que el padre no levante, se verá expuesto ante la puerta del domicilio o en algún basurero público; podrá recogerlo quien desee. En Roma se exaltaba la paternidad como norma de buen ciudadano, como una obligación cívica. Todo el orden familiar es político: el padre como tal está investido de funciones disciplinarias que compiten con el castigo penal.

  1. Los hijos son sólo ciudadanos de segunda clase, les falta ser sujetos de pleno derecho al estar siempre dependientes de la voluntad paterna.
  2. De hecho, en el derecho romano llama la atención que un muchacho permanecía bajo la autoridad del padre y no se convertía en ciudadano con todos los derechos más que a la muerte del padre; más aún, ‘su padre era su juez natural y podía condenarlo incluso a muerte mediante sentencia privada’ (P.

Veyne, 1987) (4). Puede imaginarse que psicológicamente la situación de un adulto cuyo padre viviera debía ser insoportable; no podía hacer nada sin el consentimiento paterno, ni cerrar un contrato, ni liberar un esclavo, ni testar, ni hacer una carrera.

  • Era una especie de esclavitud, que podría explicar en parte la obsesión por el parricidio en la época.
  • Esta figura paterna asociada a Roma y a un poder prácticamente absoluto, no se ha eliminado con el paso de los siglos, dejando huellas duraderas en muy distintos lugares y en distintas épocas.
  • En la época medieval, por ejemplo en Germania, Pierre Guichard (1988) (5) informa de que el padre de la casa era como un jefe natural por lo menos hasta los siglos VIII-XI; este ‘jefe’ tendría amplios poderes como padre que incluían el derecho de vida y muerte, castigos corporales, o la venta de los hijos si fuera preciso.

Nada podía limitar el poder del padre sobre sus hijos, insistiendo incluso la Iglesia en que su única obligación era asegurarles alimentos. Imagen de padre ‘trabajador’ bendecido por la Iglesia y con derechos casi totales, que aún no se ha desvanecido en el siglo XXI en numerosas capas de la población y en el funcionamiento mental de muchos sujetos que se creen con el derecho de llamarse padres si, tras separarse de sus parejas, cumplen con la pensión de alimentos.

A lo largo de la época feudal, este lugar del padre/hombre se vincula con claridad con el papel atribuido a la mujer, también desde el discurso de la Iglesia que la vinculaba con Eva, pecadora, desobediente, cruel, envidiosa, impúdica y débil. Este ‘elemento negativo de la Creación’ (H. Fossier, 1988) (6) permitiría al hombre reforzar complementariamente su papel de juez y su derecho a enderezar la fragilidad tanto de su mujer como de sus hijos.

También en las relaciones familiares aristocráticas en la Francia feudal, se constata un sistema de valores apoyado en el postulado de que las mujeres son seres débiles e inclinados al pecado y que, en consecuencia, deben hallarse muy controladas. ‘El primer deber del jefe de la casa era el de vigilar, corregir y aún matar si era preciso, a su mujer, a sus hermanas, a sus hijas, a las viudas y a las hijas huérfanas de sus hermanas, de sus primos y de sus vasallos’ (G.

  • Duby, 1985) (7).
  • La potestad patriarcal debía de mantenerse reforzada sobre la feminidad, porque ésta representaba el peligro.
  • Charles de la Ronciere (1985) (8) describe cómo el poder del pater familias no era muy distinto en la vida privada de los notables toscanos, donde la autoridad del padre era equiparable a la del rey (‘a todo el mundo se le considera rey en su propia casa’) y estaba respaldada por juristas y sacerdotes.
See also:  Que Es Mateo En La Biblia?

Los hijos deben a su padre un profundo respeto y reverencia; cualquier falta, rebeldía o negligencia podrá ser castigada directamente por el padre o por la justicia pública. Y los castigos del padre deben incluir golpes o palizas puesto que se consideraba que no podía haber una buena educación sin golpes.

Henri Bresc (1988) (9), en el estudio que realiza sobre la familia europea entre los siglos XIII-XV, opina que la obsesión de la Iglesia por prescribir conductas y prohibiciones a las familias se derivaba de su permanente preocupación por la relación que une a la madre y al hijo o también a la hermana y al hermano.

Se constata que esta obsesión eclesiástica abarca prácticamente toda la Historia de la Humanidad, no ha dejado de producir efectos en la actualidad y no es independiente del papel histórico del padre. La vinculación entre el incesto y la brutalidad como necesidad educativa es destacada también por Francjois Lebrun y A.

  1. Burguiere (1988) (10) en el análisis que realizan de la primera modernidad.
  2. En esa época, también era indiscutible que había que educar utilizando el castigo físico, aunque a partir del siglo XVI se podía transferir la severidad a otras personas si el padre debido a su afecto no podía cumplir con su deber de severidad.

Se trataba de una violencia ‘pedagógica’, necesaria, que partía de la doctrina cristiana del pecado original. Los niños, llegada la pubertad solían trasladarse a otros domicilios, como sirvientes o a talleres como aprendices y ahí la violencia reaparecía de forma brutal: castigos abusivos, heridas, brazos rotos que podrán dejar al niño lisiado para siempre.

Es probable que esta conducta de transferir a otros los deberes de violencia se debiera a ‘.la obsesión por el incesto que llevaba a los padres a distanciar a sus hijos, cuando la pubertad se acercaba, para proteger la familia de los riesgos de una sexualidad desenfrenada y peligros’ (Lebrun, F.1988) (10).

Se termina esta breve introducción histórica a la reflexión sobre la paternidad, utilizando los mismos términos que la iniciaron: incesto y temor. La función histórica del padre ha estado vinculada fundamentalmente a la disciplina cuyo ejercicio, incluso violento, generaría la separación del niño del universo materno y su nacimiento a la Cultura y a la moral.

  1. Esta dialéctica entre incesto y temor es prioritaria en la reflexión psicoanalítica que posteriormente se propone.
  2. Pero antes de abordarla es preferible un acercamiento sociológico al tema para constatar la evolución actual del tema.
  3. Reflejos sociales actuales de la paternidad Las creencias, valores y conductas asociados a la paternidad han evolucionado sensiblemente en amplios sectores de la población en las sociedades occidentales.

En este apartado se van a considerar dos temas interconectados vinculados a la posición del padre en las sociedades occidentales actuales. Por un lado, la evolución de las relaciones familiares, siguiendo el profundo análisis de Lluis Flaquer (11) ; por otro, la incidencia específica de la sociedad de consumo en algún aspecto relevante de la paternidad.

Evolución de las relaciones familiares El sistema de relaciones familiares de cada sociedad tiene un carácter histórico. Ser madre-padre-hijo-hija y demás roles familiares, no es algo determinado ni por la biología ni por ningún soplo divino, por más que algunos líderes políticos y eclesiásticos intenten convencer de lo contrario.

Uno de los cambios más importantes que han marcado la evolución de las sociedades occidentales del fin del siglo XX ha sido la pérdida de legitimidad del patriarcado. El histórico dominio de los hombres sobre las mujeres a través de la institución familiar no puede justificarse bajo ningún pretexto.

Lluis Flaquer (1999) (11) reseña distintos términos que se vienen utilizando para denominar a la familia postpatriarcal: familia postmoderna (Cheal, 1991, Singly, 1993) ; familia postnuclear (Donati, 1998) ; familia postfamiliar (Beck-Gernsheim, 1998) ; familia individualista (Singly, 1993) ; familia relacional (Singly, 1993; Donati, 1998), lo que puede dar una idea de la amplitud bibliográfica del tema.

En esta evolución, la monoparentalidad puede valorarse como la culminación de un largo proceso de eclipsamiento de la figura del padre en la constelación familiar. En este proceso Flaquer distingue tres fases: a) El padre empezó a desaparecer físicamente del hogar cuando se convierte en asalariado, despojándose de sus medios de producción, que eran una de las bases de su autoridad.

  • B) El inicio del trabajo asalariado de las mujeres de clase media, que obliga al hombre a negociar no sólo en el exterior en el mercado de trabajo, sino también en el interior del hogar.
  • C) El incremento de las tasas de divorcio.
  • En este sentido, se aprecia una pauta constante en occidente según la cual los padres se van desentendiendo progresivamente de sus hijos; es lo que se denomina padres ‘desvanecientes’.

Aunque ‘el patrón de relaciones que mantienen los es-cónyuges entre sí no son más que la continuación de las que mantenían cuando estaban casados y lo mismo podemos decir de las relaciones de los progenitores con sus hijos’ (Flaquer, 1999) (11). Esta última variable es especialmente relevante para evitar juicios más ideológicos que científicos según los cuales los niños de padres separados tendrían necesariamente crecimientos más conflictivos que el resto.

  • La realidad muestra que hay familias ‘completas’ enfermas y familias monoparentales sanas, de la misma forma que hay tantos matrimonios y divorcios sanos como insanos.
  • Lo que será decisivo para el crecimiento equilibrado de los niños será la ausencia de conflictos relevantes entre los adultos, la asunción de responsabilidades y la coherencia de las normas que sustenten.

Por el contrario, lo que tendrá efectos negativos será la falta de modelos y apoyos parentales o la abolición de responsabilidades, cualquiera que sea la estructura familiar de base. Respecto a la posible evolución de estos roles familiares puede imaginarse un futuro donde los progenitores sean seres híbridos en términos de las asociaciones simbólicas incorporadas históricamente en cada uno de los géneros.

En este sentido, la figura del padre no tendrá por qué estar asociada exclusivamente con la ley, el orden y la autoridad o el autoritarismo y la de la madre con el cariño, la ternura o la posibilidad de expresar abiertamente sus sentimientos. ‘Las figuras del padre y de la madre irán difuminando progresivamente sus perfiles, que dejarán de ser nítidos y formarán combinaciones acordes con la personalidad de quienes las encarnen, sean varones o mujeres’ (Flaquer, 1999) (11).

Quizá esta situación sea utópica o al menos parece claro que aún queda mucho por recorrer para llegar a ella. También parece claro que en este camino las mujeres han evolucionado mucho más que los hombres en las últimas décadas. Los hombres deberán reflexionar qué lugar pueden ir ocupando en las nuevas familias de las que van formando parte sin ser ni querer ser, ‘cabeza de familia’ ni ostentar un poder basado en privilegios patriarcales que no están dispuestos a asumir.

  • Como señalan I.
  • Alberdi y P.
  • Escario (2007) (12), tras la quiebra de la imagen estereotipada de paternidad se busca una nueva forma de paternidad que incorpore rasgos tradicionalmente asociados a lo femenino: la cercanía afectiva y la ternura.
  • Es el paso desde el proveedor de alimentos al proveedor de afectos.

Sería una revolución necesaria hacia una nueva masculinidad no vinculada al dominio, a la superioridad ni a la violencia pero tampoco a la debilidad. Este camino puede ser apasionante si se es capaz de flexibilizar roles estereotipados y rígidos que dificultan la creación de otros aunque éstos sean más creativos y justos.

Pero existe otro grupo de factores que están afectando a la paternidad, vinculados a la sociedad de consumo y que quizá tengan más difícil solución, a no ser que se sea capaz de variar alguna de las bases que sustentan nuestras sociedades. En esta lucha debieran estar juntos hombres y mujeres, porque los efectos negativos del capitalismo afectan severamente a ambos géneros, aunque de distinta manera.

Este es el tema que se aborda seguidamente, aunque sea sin exhaustividad. Paternidad y sociedad de consumo Cada sociedad, en cada momento histórico construye sus normas de funcionamiento y sus dioses. Se trata de poder convivir dando algún sentido a hacerlo.

Durante siglos el poder atribuido a los dioses se ha transferido a las relaciones familiares, de manera que los atributos proyectados en los personajes míticos se asignaban a los roles familiares. El padre de familia podía ser una sombra del Padre y actuar con el poder que se le había atribuido al Creador supremo.

El padre adoptaba los atributos de Dios Padre para reinar en la familia, con un poder total basado en un derecho casi divino; el padre y su familia como Dios y su pueblo. Pero en las sociedades actuales el poder de Dios está cambiando y el lugar del padre está comprometido también a ese nivel.

Actualmente, en las sociedades capitalistas, el bien supremo es el consumo y se adoran las superficies de consumo como antes se hacía con las estatuillas e ídolos religiosos: ‘.allí se organiza el culto a los ídolos que nos gobiernan, se venera lo que nos hace la vida imposible, se agradece a los amos la mano de hierro con que nos conducen, confundidos cuerpo y alma’ (Onfray, 2008) (13).

En esta sociedad de consumo, el valor es consumir y hacerlo de manera rápida. Ya no se aprende mediante largos discursos sino por ráfagas que el cerebro tendrá que ir asociando. ‘El saber ha dejado de basarse en un ejercicio esforzado o premioso para nutrirse de partículas cazadas a gran velocidad’ (Verdú, 2007) (14).

Se vive sin una meta clara, se envejece sin querer perder la juventud y eludiendo la seguridad de la muerte. Todo ello enfatiza el valor del presente y cuestiona el valor de los procesos y de la memoria. En todos los ámbitos de la vida, tanto en las relaciones de pareja, como en las empresas, las personas se ven obsoletas con rapidez, como si fueran bienes de consumo, prescindibles en cuanto surge uno más novedoso.

Pero lo más significativo es que en este tipo de sociedad, ‘todas las instituciones edificadas históricamente sobre el aplazamiento de la satisfacción (.) han ido quedando obsoletas’ (Verdú, 2007) (14). Y en este aplazamiento se sitúa muy precisamente una de las funciones más relevantes de la paternidad.

  1. Entre la imagen y la palabra, el discurso social prioriza con énfasis a la primera.
  2. Es un universo sitiado por spots, programas televisivos donde los insultos y las escenas explícitas de violencia no dejan espacio para palabras reflexivas; universo donde los messengers asesinan al lenguaje y donde las pantallas han ocupado gran parte del espacio de ocio juvenil.

Esta ausencia de palabra se vincula precisamente con la no demora de satisfacción que se vende como eventualidad posible. El padre, en tanto función de corte de esa satisfacción mítica, debe ser cuestionado para que el sistema funcione. El padre como donante de la palabra que signifique la necesidad humana de nombrar lo que nunca se ha podido tener ni se tendrá, debe morir.

  • No puede mantenerse la representación de que ‘todo es posible’, ‘puedo estar satisfecho si puedo comprar determinados bienes de consumo’, si se ha incorporado la insatisfacción de la pulsión como ley del devenir humano.
  • En definitiva, se aprecia que el patriarcado histórico ha perdido legitimidad y que la función paterna ya no se asocia exclusivamente al autoritarismo y a la disciplina sino que pretende incluir términos tradicionalmente vinculados a la maternidad como el afecto y la ternura.

Esta evolución abre la pregunta sobre quién y cómo asume en las familias postpatriarcales las funciones normativas necesarias al crecimiento infantil; máxime cuando la dinámica familiar se incluye en un contexto social que diviniza al consumo y cuestiona a cualquier representante de una autoridad que limite la satisfacción.

Seguidamente se analiza precisamente qué ‘autoridad’ es necesaria al crecimiento infantil desde una óptica psicoanalítica. Alguna referencia psicoanalítica Uno de los argumentos freudianos más reiterados y fructíferos es el que asocia la función paterna a una prohibición necesaria para el surgimiento de la moral y la Cultura, lo que conecta con el análisis histórico realizado con anterioridad.

En el clásico Tótem y tabú (1913-1914) (15) Freud relaciona la función del padre con la prohibición de acceso a la madre, es decir, con la prohibición del incesto y la exogamia: ‘Si el animal totémico es el padre, los dos principales mandamientos del totemismo, los dos preceptos-tabú que constituyen su núcleo, el no matar al tótem y no usar sexualmente a ninguna mujer que pertenezca a él, coinciden por su contenido con los dos crímenes de Edipo’.

  • En este mismo texto se argumenta que el surgimiento de la moral tendrá que ver con la resolución del conflicto edípico.
  • Como se sabe, para Levi-Strauss la ley universal de prohibición del incesto es la que permite separar la cultura de la naturaleza, es el paso de uno a otro orden.
  • La experiencia de los ‘niños salvajes’ demostraría que sin Cultura el hombre no es nada.

El aislamiento social no constituye en absoluto una condición favorable al desarrollo de un estado natural sino una condición de desarrollo aberrante. Como expresa J. Dor: ‘La cultura pasa a ser legítimamente la verdadera naturaleza del hombre, nacida de la prohibición del incesto.

En este sentido la problemática naturaleza-cultura reorienta de pleno derecho la cuestión del padre en psicoanálisis, ya que precisamente de esta prohibición originaria del incesto se esfuerza por dar cuenta el mito freudiano del padre de la horda primitiva’ (Dor, 1998) (16). De esta manera, la función paterna es estructuralmente identificada con la función fálica, en este mito de Tótem y tabú, según el siguiente desarrollo: 1º Se parte de la hipótesis de un hombre que poseía a todas las mujeres y que protegía celosamente esta posesión apartando a sus descendientes a medida que crecían.

Es decir, sería un hombre completo, ‘no castrado’.2º Este hombre generaría en los demás sentimientos de ambivalencia, de amor, odio y envidia.3º Los hijos acuerdan la muerte del tirano y para apropiarse de sus atributos le consumen canibalísticamente.4º La banda de excluidos se identifica con él tras matarle.

  • Es una identificación por incorporación, según lo descrito por Freud en ‘Psicología de las masas y análisis del yo'(17).
  • Este hombre todopoderoso debe ser simbólicamente asesinado a fin de que se le invista y al mismo tiempo se le admita como Padre garante de la preservación de la Ley.
  • Si la muerte del padre imaginario de la horda primitiva signa el nacimiento del padre simbólico, de lo que se trata no es de un asesinato real sino de la muerte simbólica del padre imaginario.

De lo que se trata por lo tanto cuando se aborda la cuestión del padre no es de un acto natural, sino de un acto de filiación a un linaje paterno que es el acceso al lenguaje, a lo simbólico, lo que incluye la pertenencia al tótem, autentificando el lugar desde el que cada sujeto habla.

El nacimiento es un acto cultural, es ser inscripto en un universo simbólico, es ser nombrado por otro que si bien no puede satisfacernos en la inmediatez y en la realidad nos dona la palabra. Este nacimiento del sujeto mediante la intervención paterna es descrito de manera amplia y rigurosa por B. This (1982) (18) cuando plantea que si la madre pare un cuerpo biológico el padre genera un segundo nacimiento de ese cuerpo a la Cultura.

El padre primordial descrito en 1913 es asociado por Freud con algunos gobernantes e hipnotizadores en Psicología de las masas y análisis del yo (1921) (17). El hipnotizador porque se asocia inconscientemente con esa imagen paterna arcaica en tanto que ‘representación de una personalidad muy poderosa y peligrosa, ante la cual sólo puede adoptarse una actitud pasiva-masoquista y resignar la propia voluntad’ (17).

El gobernante en tanto que la masa mantiene al padre primordial como ideal, capaz de gobernar al yo con su autoridad en reemplazo del ideal del yo. Según este esquema la masa proyecta en su gobernante el poder atribuido en la infancia al padre y se somete al mismo cediendo su voluntad, como si se encontrara ante un hipnotizador.

En 1923 Freud opera una verdadera ruptura epistemológica con ‘La organización genital infantil’ (19) en tanto que se instituye con claridad al ‘falo’ y no al pene, como significante básico en la teoría psicoanalítica y trascendente en el objeto de estudio que se está analizando.

  • El término falo alude a la falta que no es real sino imaginaria y simbólica.
  • Falta que puede surgir de la angustia de castración ante la percepción de la diferencia anatómica de los sexos.
  • El falo pasa a ser entonces el significante de la falta y del deseo, como una ‘x’ matemática que media entre la Madre y el hijo introduciendo una pregunta sobre qué desea la Madre.

En ese mismo año de 1923, en El yo y el ello (20) Freud desarrolla cómo la prohibición externa se interioriza en una instancia psíquica. Este mismo tema es retomado en El porvenir de una ilusión (1927) (21) y en El malestar en la cultura (1929) (22) donde Freud alude a la formación del superyó como heredero de la prohibición del incesto y núcleo del surgimiento de la moral.

En su opinión en la medida en que el sujeto tenga incorporada esa moralidad, la Cultura no necesitaría de los medios de compulsión externa. Freud vuelve a insistir en que la angustia frente a la autoridad se torna angustia frente al superyó y de ahí surgiría la renuncia a satisfacciones pulsionales y la conciencia moral.

Según este esquema, el niño puede reprimir su pulsión erótica e impulso agresivo porque ha incorporado la imagen de un padre prohibidor, de tal manera que tanto la culpa como la Ley del padre es necesaria para la constitución de la Cultura. Frente a este desarrollo moral se situarían las estructuras perversa y psicótica.

Los conceptos freudianos descritos hasta el momento son retomados y ampliados por Lacan con el concepto clave de Metáfora paterna. Puede apreciarse cómo aborda este concepto por ejemplo en su Seminario 5 llamado ‘Las formaciones del inconsciente'(23). La metáfora paterna es una cuestión de estructura psíquica que alude a la función del padre; función central y originaria en el complejo de Edipo.

Es la función normativa en tres vertientes: la moral del sujeto, las relaciones con la realidad y la asunción del sexo. Respecto a la ausencia o presencia del padre, Lacan opone lo que serían informaciones biográficas, ambientalistas, una supuesta realidad, de las funciones que producen efectos psíquicos.

Y en este sentido, puede afirmarse que el Edipo puede constituirse sin presencia del padre ‘real’: ‘.,la noción del padre real es científicamente insostenible. Sólo hay un único padre real, es el espermatozoide y, hasta nueva orden, a nadie se le ocurrió nunca decir que era hijo de tal espermatozoide’ (Lacan, 1975) (24).

En el complejo de Edipo el padre interviene en distintos planos. Al principio como padre ‘terrible’ que enuncia la ley primordial de prohibición del incesto, mediante amenaza de castración por temor a la retaliación de la proyección de sus tendencias agresivas.

Sería el padre ‘imaginario’. La amenaza de castración es imaginaria, aunque su efecto sea simbólico. Pero también interviene como padre ‘amado’, vinculado al Edipo invertido y al sepultamiento del complejo, tras identificación. El padre es una metáfora en tanto que significante que sustituye a otro en el inconsciente.

Es el sustituto del significante materno. Se sustituye porque la madre en tanto objeto real frustra al hijo al desear algo que está fuera de su relación; ese algo, el falo imaginario, inaugura la pregunta sobre qué completa al objeto, asumiendo que uno no es todo para ella, que no es posible el S 1 (como significante de satisfacción-plena).

El efecto de esta metáfora es el surgimiento del plano ‘simbólico’, de toda una cadena significante (S 2 ) de la que surgirá el sujeto en tanto que $ (sujeto fragmentado, no-pleno). S 1 sería por tanto el falo, el significante de la falta, el significante de la unión Madre/bebé, que correspondería al Narcisismo freudiano y a lo imaginario para Lacan.

Este S 1 caerá bajo la barra de la represión si la Madre mira al ‘padre’ surgiendo un S 2 en tanto que Metáfora paterna. De ahí en adelante el sujeto podrá representarse como $ en tanto que ‘barrado’, fragmentado, no-todo, es decir castrado a nivel simbólico.

  • La construcción metafórica en el orden del discurso se realiza por sustitución de un símbolo del lenguaje por otro.
  • La operación consiste en designar una cosa con el nombre de otra; un significante es reprimido en beneficio del advenimiento de otro sustitutivo.
  • Sólo esta represión originaria es capaz de probar que el niño ha renunciado al objeto inaugural de su deseo.
See also:  Que Es Congoja En La Biblia?

Si se vincula estos símbolos con las estructuras clínicas, puede decirse que S 1 retorna como síntoma en las neurosis y que está en el delirio psicótico donde nada tendría que retornar al no estar reprimido. En las perversiones sí existe el $ pero sin que el sujeto quiera saber nada de él y pueda conducirse como S 1,

  1. Quizá no esté de más insistir en que este proceso no tiene nada que ver con la contingencia de un padre real que muy bien puede no estar.
  2. Uno puede preguntarse sobre si un padre real es mejor o peor, un niño puede imaginar que le va a hacer daño o que es extremadamente bondadoso, pero todo ello no sería sino posibles recorridos imaginarios.

Como explica J. Dor (1998) (16) la noción de padre interviene como operador simbólico no asignable a una historia, en el sentido de una ordenación cronológica; aunque paradójicamente se halla inscrito en el punto de origen de toda historia: ‘Se trata de valorar exactamente un hecho de estructura que trasciende a la dimensión empírica y contingente de la paternidad’ (16).

  • Es una entidad simbólica ordenadora de una función que estructura nuestra ordenación psíquica en calidad de sujetos.
  • Como tal, esta función se encuentra potencialmente abierta a todo agente de la realidad por poco que su intercesión simbólica sea lógicamente significante frente a la economía del deseo del niño en su articulación con el deseo de la Madre.

Basta que el padre lo sea en el discurso de la madre en forma tal que el niño pueda oír que el propio deseo de la madre está referido a él o lo estuvo. Ningún padre de la realidad es poseedor de la función simbólica a la que puede representar: es la distinción entre paternidad y filiación.

  1. Lo trascendente es la función simbólica del padre en tanto instancia que permite al niño acceder a lo simbólico, lanzándole a una cadena significante y deseante, quedando reprimida la Madre en tanto que S 1,
  2. Queda claro por tanto que lo reprimido, al menos en el funcionamiento neurótico, es el falo.

Al mismo tiempo, S 2 implica la pérdida de Goce, que sería en la teoría lacaniana mortífero en tanto que implicaría la muerte psíquica en consecución al incesto. En este complejo trayecto lo que en el lenguaje cotidiano y en numerosas teorías psicológicas, se denomina ‘papá’ no es sino el padre ‘real’, como existencia concreta e histórica.

Junto a éste hay que considerar al padre ‘simbólico’, padre de la Ley, como depositario legal de una ley que le viene de otra parte y al que corresponde hacerse valer por ser su representante; y al padre ‘imaginario’que es el padre terrible que prohíbe tanto a la Madre como al hijo con independencia de su carácter más o menos tiránico en lo real y sin cuya participación fantasmática ningún padre real podría recibir la investidura de padre simbólico.

La edificación del padre simbólico a partir del padre real constituye la dinámica misma que regula el curso de la dialéctica edípica y con ella todas las consecuencias psíquicas resultantes. El desarrollo de esta dialéctica requiere la instancia simbólica de la función paterna, en tanto metáfora; es la instancia que empieza a confrontar al niño con el registro de la castración.

Será en calidad de padre imaginario como el niño percibe al padre inicialmente: ese personaje molesto que priva, prohibe y frustra. El niño descubrirá que el deseo de la madre es dependiente del deseo del padre: y de ahí en adelante, estaría la inscripción de que el deseo de cada cual está siempre sometido a la ley del deseo del otro.

Se despliega una historia imaginaria que se refiere a una supuesta infancia de completad en la que el hombre no estaba separado de la naturaleza-madre porque el hombre ‘era’ naturaleza. El mito perpetúa el deseo de poder ‘ser’ en la célula narcisista niño-madre.

Se trata de una fantasía en la que el padre aparece como la causa del mal. Es a partir de la consciencia del hombre como ser en falta que se produce la evocación anhelante de una experiencia que sólo fue en el mito significado a posteriori y que expresa el deseo de poder restituir y ser restituido a un objeto unificador.

Como expresa D. Schoffer (2008) (25) : ‘La función paterna es la que articula de forma fundamental el advenimiento del sujeto en su condición sexuada y cultural. Nada de la experiencia psicoanalítica podría ser posible si no hubiese habido para el sujeto una primera experiencia de satisfacción que no es más que la resignificación a posteriori de un encuentro mítico, y por lo tanto imaginario, con un supuesto objeto real capaz de colmar la totalidad del ser.

Es por la imposibilidad de esa completad, debido a la desarmonía entre el objeto y la tendencia, porque el objeto está perdido, que surge el deseo en un movimiento de restituirlo, quedando siempre un resto de insatisfacción’ (25). Es posible que los términos expuestos cobren mayor comprensión si se incluyen en los tres tiempos del Edipo que teoriza Lacan.

En un primer tiempo el niño es el falo para la Madre constituyendo una relación dual e imaginaria. El niño, ubicado como ‘falo’ completaría a la Madre a nivel imaginario, en una unidad narcisística, plena, donde nada faltaría. Una fijación libidinal a esta posición implicaría la no constitución de un aparato psíquico neurótico.

Lo que se pone en juego en este tiempo no es una cuestión relacionada con el deseo de contacto y de cuidados maternos, lo que nos dejaría atrapados en la pulsión de autoconservación sino del deseo fálico de la madre que va más allá del deseo de satisfacer a su niño. Es una fase especular en la que el falo se convierte para el niño en un objeto imaginario con el que debe identificarse para satisfacer el deseo de la madre, haciendo que la relación con ella no esté basada en la simple satisfacción o frustración de la necesidad sino en el reconocimiento de su deseo.

El niño es significado desde el deseo de la madre como el falo que la completa, sólo podrá satisfacerse en la medida en que sea capaz de ocupar el lugar del objeto deseado de la madre. A nivel de constitución del psiquismo la cuestión no debe centrarse alrededor de que el niño esté más o menos satisfecho en sus necesidades sino en el hecho de que el niño se perciba como deseado por la madre.

En esta fase la madre es fálica y el niño asume una posición pasiva en relación con una madre sin falta. El yo ideal es la imagen que representa este ideal de omnipotencia narcisista, identificación imaginaria que concierne a la primitiva relación del niño con la madre, anterior a la diferenciación yo-no yo.

En un segundo tiempo interviene el padre privando al niño del objeto de su deseo y a la madre del objeto fálico. El padre es imaginado como terrorífico y la ley que en este tiempo encarna sólo podrá llegar a ser efectiva si aparece significado en el discurso mediador de la madre porque si la madre no se remite a una ley que no es la suya y no desea un objeto poseído por ese otro a cuya ley ella remite, el niño queda sujetado al deseo de la madre.

  1. Implica que el deseo de la madre se relaciona con un objeto que no es el niño sino con un objeto que el padre tiene.
  2. En este tiempo el niño se identifica con la madre y como ella comienza a desear el falo donde se supone que está y al mismo tiempo comienza a desear estar en ese lugar del padre donde parece que es posible tenerlo.

Es en este tiempo en el que el padre irrumpe traumáticamente portando la doble prohibición, donde se introduce el concepto de castración. Es el padre de la horda primordial descrita por Freud. Si en esta encrucijada el niño se identifica con el padre queriendo ser como él y permanecer junto a la madre, surge la angustia de castración como castigo.

Pero si se identifica con la madre se coloca en posición femenina y se ofrece al padre como objeto con lo que también surge la angustia como premisa inicial: hacerse amar pasivamente por él. Aquí se habla ya de ideal del yo como resultado de la convergencia del narcisismo, la identificación con los padres y con los ideales colectivos de los que el padre es el portavoz.

El ideal del yo permite al sujeto salir de esa posición en la que se ‘es’ el falo con el cuerpo entero, para ubicarse como poseedor de ciertos rasgos e insignias de uno u otro sexo. Esta etapa de rivalidad imaginaria con el padre pudiera fijar el funcionamiento neurótico.

En un tercer tiempo el padre aparece como quien tiene el falo pero sin serlo; el padre sería representante de la Ley pero no es la Ley, de manera que el falo queda reinstaurado en la Cultura, sin que ningún personaje concreto pueda encarnarlo. En este tiempo se plantea la diferencia entre hombre y mujer para la salida del complejo.

En el caso del varón la salida parece más sencilla en la media en que pone en juego a la identificación del sujeto con su propio sexo manteniendo la investidura libidinal con elección de objeto femenino. El sujeto varón se presentará bajo la máscara, bajo las insignias de la masculinidad previa mediación del Edipo invertido.

En la mujer en cambio no habría problemas para preferir al padre como portador del falo porque previamente se ha reconocido como alguien que no lo tiene, produciéndose un deslizamiento del falo de lo imaginario a lo real que podría manifestarse en el deseo de tener un hijo que lo sustituya. Si este proceso se produjera idealmente, se produciría una destrucción y sepultamiento del complejo de Edipo, reprimiéndose el deseo sexual con los progenitores e iniciándose un periodo de latencia.

En todo este proceso y en relación a la función del padre, probablemente lo peor para que un padre real pueda ejercer la función a la que está llamado es estar sometido a la madre por amor; lo que el lenguaje cotidiano denomina ‘calzonazos’. Correlativamente, cuanto más coincida el padre real con el simbólico mejor será para el futuro del hijo.

  1. Este futuro va a estar marcado de manera trascendente por la inscripción del padre hasta el punto de que su estructuración psíquica dependerá de ello.
  2. Por ejemplo en la psicosis el Nombre del Padre es abolido comprometiendo la asunción de la castración simbólica.
  3. Este mecanismo, denominado Forclusión en la teoría lacaniana, se produce cuando ningún significante viene a sustituir a la Madre, de manera que la realidad psíquica del sujeto no llegará al orden del registro simbólico.

El significante paterno es forcluido cuando aparece renegado en el discurso de la madre; se trata de madres que aún antes de nacer su bebé no le invisten fantasmáticamente como separable sino como dependiente de su propio cuerpo. Como el deseo de la madre no se refiere jamás al padre el del niño queda circunscrito a ella según el modelo imaginario y arcaico de ser el solo y único objeto del deseo del otro, es decir, su falo imaginario.

El niño sufrirá un defecto de filiación sin poder ser reconocido y designado como hijo o hija de un padre. Quedaría por saber por qué y cómo un padre se deja destituir de la función que le corresponde; quizá haya que pensar en cierto goce complaciente en dimitir de ella. En el caso de la estructura perversa la atribución fálica del padre simbólico jamás será reconocida sino para impugnarla mejor e incansablemente; de ahí el desafío y la trasgresión como estereotipos estructurales presentes en las perversiones.

En esta estructura la identificación perversa perpetúa la fijación a la identificación fálica primordial del niño aún emergiendo el sujeto ‘barrado’ pero sin que se quiera saber nada de ello. Basten estas pocas referencias a algunas estructuras clínicas para ejemplificar de forma rápida la trascendencia que debe otorgarse a la función paterna, no sólo como génesis de la estructuración psíquica propiamente dicha sino para lo concerniente al llamado carácter.

  • Valoraciones para una adecuada paternidad Durante siglos la palabra ‘padre’ ha estado asociada al temor y a la violencia.
  • En parte porque la fantasía infantil construye un padre imaginario que viene a separar al hijo de la órbita materna y en parte porque los padres ‘reales’ han empleado con sus hijos toda la brutalidad que les permitía la legislación vigente, las costumbres sociales y la palabra de Dios-Padre.

Este tipo de padre ‘autoritario’ descrito en la Historia de la Humanidad tiene un correlato claro con la ética de Hobbes y la de Kant. Para Hobbes la sociedad es un pacto que se funda en el miedo y puede pensarse que si éste origina la sociedad también el orden familiar tradicional se originaba en el miedo al pater-familia.

  • Para Kant la ética se deriva del miedo y del deber; la moral sería un deber, un imperativo categórico; no se trataría de preguntarse por la felicidad, como hicieran los griegos, sino de obrar por el deber.
  • Pero estos padres ‘categóricos’ no podrán ser eficaces en su función sino operan en sus hijos una transformación que modifique su aparato psíquico y su mundo vincular de manera trascendente.

Sería ésta una transformación simbólica, comparable a un rito de paso desde lo orgánico hacia las palabras. En este sentido, un padre eficaz a nivel simbólico, será aquel capaz de levantar a su hijo del suelo y ofrecerle al mundo; capaz de acogerle, nombrarle y donarle la palabra.

  1. En este sentido todo hijo, sea biológico o no, habrá que ‘adoptarle’ para que sea tal; y responsabilizarse de su futuro.
  2. Y todo ello antes de desaparecer de la historia del hijo; es decir, el padre podrá ser simbólico si asume su muerte como necesidad para que el hijo sea un sujeto en la Cultura.
  3. La función del padre no puede ser sólo ‘prohibir’ sino que debe humanizar la ley para que ésta no se vuelva en contra de su objetivo: humanizar.

El padre debe enunciar la ley y mostrar cómo ella humaniza, cómo se puede vivir con y gracias a ella. Este ritual puede desarrollarse en muy distintos escenarios y con distintos actores. Pero el escenario no será determinante del drama. Así por ejemplo, un padre podrá vivir en un domicilio más o menos amplio o podrá contar con más o menos recursos económicos, también podrá manejar pautas educativas rígidas o laxas, podrá ausentarse con mayor o menor frecuencia del hogar; convivir de manera continua o no, con su hijo; mantenerse unido a su pareja hasta que la muerte les separe o estar divorciado; manifestar una sexualidad hetero u homosexual y un largo etcétera.

Escenarios de un drama que no se debieran considerar en exceso a no ser que se pretenda evaluar el grado de adecuación de un sujeto al ideal capitalista. En cualquier caso todo esto correlacionaría con un padre ‘adecuado’ en términos sociológicos pero desde un punto de vista intersubjetivo lo realmente determinante es el drama que un sujeto es capaz de construir con su hijo.

Y este drama dependerá de dos circunstancias en necesaria interacción: a) El funcionamiento psicológico del padre que debiera estar atravesado por la represión. b) El deseo del padre como tal que no dependerá únicamente del deseo de la Madre sino que podrá defender su derecho a un vínculo activo.

  1. En conclusión, la valoración de una ‘adecuada paternidad’ debe abarcar al padre real y al padre desde la subjetividad del hijo, es decir, desde el análisis del efecto que opera en el hijo.
  2. La valoración del padre real parte de términos descriptivos que comparan el grado de adecuación de un sujeto al ideal imperante en cada momento histórico concreto.

En las sociedades occidentales actuales un buen padre será aquel que se implique activamente en la crianza de su hijo asumiendo una función afectiva y normativa, favoreciendo su proceso de autonomía y ayudándole en la adquisición de una identidad discriminada.

  • Por su parte, la valoración del padre desde la subjetividad del hijo puede incorporar la distinción entre padre real, simbólico e imaginario que teoriza el psicoanálisis de manera fructífera.
  • Bibliografía (1) ZONABEND, F., ‘Una visión etnológica del parentesco y la familia’, en Burguiere, A.
  • Y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1998.

(2) FORGEAU, A., ‘La memoria del nombre y el orden faraónico’, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988. (3) THOMAS, Y., ‘Roma, padres ciudadanos y ciudad de los padres (siglo II a.C.-siglo II d.C.) ‘, en Burguiere y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988.

  1. 4) VEYNE, P, ‘El Imperio romano’, en Aries PH.; Duby, G.
  2. Historia de la vida privada,t.1 Barcelona, Círculo de Lectores, 1987.
  3. 5) GUICHARD, R, ‘La era bárbara’, en Burguiere, A.
  4. Y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988.
  5. 6) FOSSIER, H., ‘La era feudal’, en Burguiere, A.
  6. Y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988.

(7) DUBY, G. (1985), ‘La vida privada en las familias aristocráticas de la Francia feudal’, en Aries PH.; Duby, G., Historia de la vida privada, t. II, Barcelona, Círculo de Lectores, 1985. (8) DE LA RONCIERE, CH., ‘La vida privada de los notables toscanos en el umbral del Renacimiento’, en Aries PH.; Duby, G.

Historia de la vida privada, t. II, Barcelona, Círculo de Lectores,1985. (9) BRESC, H., ‘La Europa de las ciudades y de los campos’, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 1, Madrid, Alianza, 1988. (10) LEBRUN, F.; Burguiere, A., ‘Las mil y una familias en Europa’, en Burguiere, A. y otros, Historia de la Familia 2, Madrid, Alianza, 1988.

(11) FLAQUER, LL., La estrella menguante del padre, Barcelona, Ariel, 1999. (12) ALBERDI, I.; Escario, P, Los hombres jóvenes y la paternidad, Bilbao, Fundación BBVA, 2007. (13) ONFRAY, M., La fuerza de existir, Barcelona, Anagrama, 2008. (14) VERDU V., Yo y tú, objetos de lujo, Barcelona, DeBolsillo, 2007.

  • 15) FREUD, S., Tótem y tabú, O.C.t.
  • XIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1913-14.
  • 16) DOR, J., El padre y su función en psicoanálisis, Buenos Aires, Nueva Visión, 1998.
  • 17) FREUD, S., Psicología de las masas y análisis del yo, O.C.t.
  • XVIII, Buenos Aires, Amorrortu, 1921.
  • 18) THIS, B., El padre: acto de nacimiento, Barcelona, Paidós, 1982.

(19) FREUD, S., La organización genital infantil, O.C.t. XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1923. (20) FREUD, S., El yo y el ello, O.C.t. XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1923. (21) FREUD, S., El porvenir de una ilusión, O.C.t. XXI, Buenos Aires, Amorrortu, 1927. Dirección para correspondencia: Luis Manuel Estalayo Martín ( [email protected] ) Recibido: 29/10/2009 Aceptado: 8/01/2010

¿Qué dice la Biblia sobre el amor a los hijos?

Amemos a nuestros hijos con disciplina La Escritura dice : ‘ Hijo mío, no rechaces la disciplina del SEÑOR ni aborrezcas su reprensión, porque el SEÑOR a quien ama reprende, como un padre al hijo en quien se deleita.’ (Pr 3:11-12). La disciplina en el hogar brinda seguridad a nuestros hijos.

¿Qué es un padre para su hijo?

¡Padres presentes, niños felices! Cocinar, cambiar pañales, hacer las actividades escolares, llevar los niños al médico también son tareas de un padre. Es por esto que queremos resaltar la importancia de los papás involucrados en la crianza de los niños; del protagonismo y la influencia sobre el crecimiento, desarrollo y la vida en general, de los hijos.

????‍????‍????‍???? Y ¿cómo? El padre es clave en la familia y en el desarrollo de los niños, es una figura de apoyo, seguridad, que permite adquirir mayor autonomía e independencia en los hijos, de acuerdo con el artículo, publicado en la INFAD, Revista de Psicología. Desde la la presencia del padre dentro de la crianza es fundamental.

La regulación emocional y la enseñanza de herramientas para la vida no es responsabilidad solo de la madre, también es del padre. Los hijos son responsabilidad de dos. ????‍????‍????‍???? Bien lo dice la ???? psicóloga y escritora, ‘el papá que cuida al bebé no ‘ayuda’, ejerce la paternidad’.

Es decir, un padre ‘no ayuda en la casa, ni con los niños’, un padre también ejerce su rol. Y este comprende generar un vínculo que demuestre que siempre estará disponible, que como cuidador se hace responsable de la seguridad, el cuidado y el amor de sus hijos. ???? ‘Un padre es alguien que sabe estar presente, que ama, que cuida y se responsabiliza de aquello que da sentido a su vida: su familia’.

Valeria Sabater, psicóloga.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *