Debido a la Caída de Adán y Eva, estamos sujetos a la muerte física, que ocurre cuando el espíritu se separa del cuerpo. Por medio de la Expiación de Jesucristo, todas las personas resucitarán, o sea, se salvarán de la muerte física (véase 1 Corintios 15:22 ). La resurrección es la reunión del espíritu con el cuerpo en un estado inmortal, no estando ya sujeto a la enfermedad ni a la muerte.
¿Cuál es el significado de la resurrección?
Es decir, el perdón, la resurrección de Jesús significa que, por brutal, por criminal, por maldito que sea este mundo, Dios no lo abandona, está reconciliado con él y quiere reconquistarlo como sea.
¿Qué dijo Jesús de la resurrección?
Palabras de Jesús: Muerte y Resurrección Palabras de Jesús: Muerte y Resurrección ‘Yo soy la resurrección y la vida’ (Juan 11:25). Hace casi 2.000 años, en una pequeña aldea ubicada en las afueras de Jerusalén, dos hermanas vieron enfermar y morir a su hermano.
- Marta y María amaban de todo corazón a su hermano, Lázaro, por lo que su angustia era muy grande, y aunque sus amigos y vecinos intentaron consolarlas, no lo lograron.
- Tan grande era su pesar que, al verlas, Jesús se llenó de compasión y lloró (véase Juan 11:30–35).
- Tal vez nos podamos imaginar cómo se sintió Marta cuando el Salvador le dijo las consoladoras palabras: ‘Tu hermano resucitará’ (Juan 11:23).
La respuesta de Marta ante las palabras de Cristo reflejaba cierto entendimiento del plan de salvación: ‘Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero’ (Juan 11:24). A su vez, la respuesta del Señor a Marta fue muy consoladora: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente’ (Juan 11:25–26). Entonces Marta dio solemne testimonio de Él: ‘yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo’ (Juan 11:27). La fe de Marta se vio pronto recompensada cuando ella y María fueron consoladas por el poder de Dios manifestado al levantar a su hermano de los muertos.
En muchas ocasiones durante Su ministerio terrenal, nuestro Salvador aprovechó para enseñar sobre la muerte y la resurrección, en especial la Suya propia. Sus palabras pueden ayudarnos, así como ayudaron a Marta, a sobrellevar el pesar de la muerte de un ser querido ya que el entender que se enseña y se vive el Evangelio entre nuestros fallecidos—y que ellos también serán resucitados, de modo tal que tanto ellos como nosotros podremos lograr la exaltación—servirá para ahondar nuestra gratitud por el Salvador.
El fallecimiento de un ser querido trae pesar a nuestra alma. Es así que no nos cuesta entender por qué Marta y María lloraban y lamentaban la muerte de Lázaro. En otra ocasión, los discípulos del Salvador estaban igualmente consternados y se preguntaban qué habría querido decir cuando les dijo: ‘Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis porque yo voy al Padre’ (Juan 16:17).
El Señor explicó que, aunque lloraren y se lamentaren por motivo de Su muerte, su ‘tristeza se convertirá en gozo’ (Juan 16:20). Acto seguido, el Salvador les proporcionó un ejemplo útil sobre los sentimientos opuestos de la dicha y el pesar: ‘La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo’ (Juan 16:21).
Sus discípulos, al igual que Marta y María, hallaron consuelo en las palabras del Salvador sobre la muerte y la resurrección. Igualmente, nosotros podremos encontrar consuelo y, en última instancia, gozo, cuando entendamos que la muerte es un paso necesario que conduce a la resurrección y la vida eterna.
El tener un buen conocimiento del gran plan de salvación contribuye a mitigar nuestro pesar. Del mismo modo, el comprender lo que es la inmortalidad y la vida eterna fortalece nuestra esperanza en las cosas venideras. Por algo el que Marta supiera que Lázaro resucitaría en el último día, le proporcionaba esperanza.
No obstante, aun con este conocimiento, echamos de menos a nuestros seres queridos, aunque es verdad que el dolor se lleva mejor cuando entendemos que nuestro Salvador ha expiado nuestros pecados y que fue resucitado, que todos seremos resucitados y que todos tenemos la oportunidad de lograr la vida eterna.
¿Que significa la RESURRECCIÓN de JESÚS para los CRISTIANOS?
En una ocasión, un fariseo llamado Nicodemo se acercó de noche al Salvador. Impresionado por Sus milagros, Nicodemo buscaba palabras de consejo, y Jesús le enseñó a ese fariseo que debemos nacer de nuevo. Fue entonces que el Salvador profetizó: ‘Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado’ (Juan 3:14; véase también Moisés 7:55).
Nicodemo no fue el único que oyó al Redentor repetir esa profecía. Jesús enseñó a Sus discípulos: ‘El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día’ (Marcos 9:31). Durante la última semana del ministerio del Señor, siguió hablando de lo que iba a sucederle.
Cuando Andrés y Felipe se le acercaron para informar sobre algunos griegos que deseaban verle, Jesús aprovechó la oportunidad para enseñar: ‘Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto’ (Juan 12:23–24).
- Abinadí, profeta del Libro de Mormón, enseñó del mismo tema: ‘Mas hay una resurrección; por tanto, no hay victoria para el sepulcro, y el aguijón de la muerte es consumido en Cristo.
- Él es la luz y la vida del mundo; sí, una luz que es infinita, que nunca se puede extinguir; sí, y también una vida que es infinita, para que no haya más muerte’ (Mosíah 16:8–9).
Debido al Salvador, tenemos la esperanza de poder reunirnos con los que ya han fallecido, a la vez que somos bendecidos con la certeza de que volveremos a verlos, abrazarlos y expresarles nuestro amor. Al respecto, el profeta José Smith explicó: ‘¿Os parecería raro que os relatara lo que yo he visto en una visión respecto de este interesante tema? Fue tan clara la visión, que vi a los hombres antes de que hubiesen ascendido de la tumba, como si se estuviesen levantando lentamente.
- Se dieron la mano unos a otros, y exclamaron el uno al otro: ‘¡Mi padre; mi hijo; mi madre; mi hija; mi hermano; mi hermana!’.
- Y cuando se oiga la voz que ordene a los muertos que se levanten, y suponiendo que estuviese sepultado al lado de mi padre, ¿cuál sería el primer gozo de mi corazón? Ver a mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana; y si se hallan a mi lado, yo los tomaré en mis brazos, y ellos a mí’.
La realidad de una resurrección universal, junto con la posibilidad de la exaltación gracias al sacrificio divino de nuestro Salvador, constituyen razón suficiente para merecer nuestra gratitud eterna. Él es la Resurrección y la Vida, y de esto testificamos al mundo.
- Los vivos y los muertos tienen la oportunidad de oír Su voz y vivir.
- Vale la pena observar, sin embargo, los que se hallan a ambos lados del velo deben ceñirse a ciertas condiciones para recibir todas las bendiciones del Evangelio.
- El Salvador explicó a Marta una de estas condiciones: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente’ (Juan 11:25–26). Tener fe en Él es el primer principio del Evangelio. Ese tipo de fe invita al arrepentimiento y a hacer convenios con Dios, y observarlos, a fin de que finalmente podamos tener la vida eterna.
En la medida que obedezcamos Sus mandamientos y seamos fieles a nuestros convenios, se nos bendice con la expectativa de tener una familia dichosa, reunida y coronada con la vida eterna. En las propias palabras de Jesucristo: ‘los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación’ (Juan 5:29).
El profeta José Smith dijo respecto a este versículo: ‘Algunos se levantarán para entrar en el fulgor infinito de Dios mientras que otros resucitarán a la condenación de su propia inmundicia, que es un tormento tan intenso como el lago de fuego y azufre’.
El arrepentimiento es la clave para evitar la ‘resurrección de condenación’, puesto que es el arrepentimiento sincero el que activa el gran plan de salvación para nuestro beneficio. Nuestro ‘Redentor padeció la muerte en la carne; por tanto, sufrió el dolor de todos los hombres, a fin de que todo hombre pudiese arrepentirse y venir a él.
Y ha resucitado de entre los muertos, para traer a todos los hombres a él, mediante las condiciones del arrepentimiento’ (D. y C.18:11–12).
- Samuel, el profeta lamanita, entendía plenamente la relación que existía entre el arrepentimiento y una resurrección dichosa, cosa que declaró audazmente y de pie sobre los muros de la ciudad:
- ‘Pero he aquí, la resurrección de Cristo redime al género humano, sí, a toda la humanidad, y la trae de vuelta a la presencia del Señor.
- ‘Sí, y lleva a efecto la condición del arrepentimiento, que aquel que se arrepienta no será talado y arrojado al fuego; pero el que no se arrepienta será talado y echado en el fuego’ (Helamán 14:17–18).
- Al ser conocedores de las promesas relativas a la resurrección y a la exaltación, nuestra creencia en el Salvador y nuestro deseo de arrepentirnos y volver a Él crecen y se fortalecen más.
Después de que el Salvador dijo a Marta que Él es la Resurrección y la Vida, le preguntó: ‘¿Crees esto?’. La respuesta de Marta demostró gran fe: ‘Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo’ (Juan 11:26–27).
También nosotros podemos preguntarnos: ¿Creo en las palabras de Jesús sobre la inmortalidad y la vida eterna? ¿Creo que me reuniré felizmente con mis seres queridos que han fallecido? En la medida en que permitamos que estas verdades afecten a cada parte de nuestra vida, también responderemos con gran fe y con un testimonio fortalecido que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.
Sus enseñanzas sobre Su propia muerte y resurrección al igual que sobre las nuestras deben quedar grabadas en nuestro corazón. La evidencia de ellos la vemos cuando en cierta ocasión los discípulos de Jesús se maravillaban por el grandioso poder de Dios que había en Él, a lo que el Salvador les dijo: ‘Haced que os penetren bien en estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres’ (Lucas 9:44; véase también JST, Lucas 9:44).
Por su parte, el profeta José Smith enseñó: ‘Dios ha manifestado a Su Hijo desde los cielos, y la doctrina de la resurrección también; y sabemos que aquellos que sepultemos aquí, Dios los volverá a levantar, revestidos y vivificados por el Espíritu del Gran Dios dejemos que estas verdades se profundicen en nuestros corazones, a fin de que aun aquí empecemos a disfrutar de aquello que allá existirá en su plenitud’.
El indagar en lo que enseñó nuestro Salvador sobre la muerte y la resurrección fortalece nuestra esperanza en la inmortalidad y la vida eterna— esperanza que puede llenar nuestro propio corazón con la misma dicha que Marta y María deben haber experimentado— pues el Salvador nos promete: Tus seres queridos han de resucitar (véase Juan 11:23).
- History of the Church, tomo V, págs.361–362.
- Enseñanzas del profeta José Smith, pág.448.
- Enseñanzas, pág.360.
: Palabras de Jesús: Muerte y Resurrección
¿Qué dice la Biblia acerca de la resurrección de los muertos?
15:31 Os aseguro la resurrección de los muertos ; y este es el regocijo que tengo cada día en Cristo Jesús, Señor nuestro, aunque muera.
¿Cuál es el origen de la palabra resurrección?
RESURRECCIN – La palabra resurreccin viene del latn resurrectio, creado a finales del siglo XIII por la Iglesia para referirse a la vuelta a la vida de Jess, La palabra resurrectio viene de resurrectus, el participio de resurgere (volver a levantarse).
- Resurgere esta compuesto del prefijo re- (hacia atrs) y surgere (el mismo que nos dio la palabra surgir ).
- La palabra resurrectio no fue creada a fines del s.
- XIII para referirse a la resurreccin de Jess.
- Fue empleada ya desde el s.
- IV d.C., desde el momento en que la usa con ese valor el apologista cristiano Lactancio.
Pero ya antes que l, en el s. III d.C. la us ampliamente Tertuliano para referirse a la resurreccin final de los muertos en la creencia cristiana.S. Ambrosio de Miln y todos los padres de la iglesia del s. IV la emplean profusamente, as como todos los autores cristianos medievales que les siguieron.
La palabra fue creada pues en el s. III d.C. y aplicada a la resurreccin de Cristo en el s. IV. En efecto se deriva de resurgere, y este de surgere (levantarse, surgir), verbo formado con un prefijo sub- (de abajo a arriba, desde abajo) y la raz del verbo regere (dirigir, enderezar), del que tenemos infinitos derivados y que se asocia a una raz indoeuropea * reg-1 (mover en lnea recta, poner derecho, conducir recto).
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¿Qué importancia tiene su resurrección en la vida de los cristianos?
Fundamento de la fe cristiana – En la teología cristiana, la resurrección de Jesús es el fundamento de la fe cristiana ( 1 Corintios 15:12-20, 1 Pedro 1:3 ). Los cristianos, por la fe en el poder de Dios ( Colosenses 2:12 ), son resucitados espiritualmente con Jesús, y son redimidos para que puedan andar en una nueva forma de vida ( Romanos 6:4 ).
- El apóstol Pablo señaló: «Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe» ( 1 Corintios 15:14 ).
- La muerte y la resurrección de Jesús son los acontecimientos más importantes en la teología cristiana.
- Ellos forman el punto en las Escrituras donde Jesús da su última demostración de que él tiene poder sobre la vida y la muerte, por lo que tiene la capacidad de dar a la gente la vida eterna.
Terry Miethe, un filósofo cristiano de la universidad de Oxford, indicó: «‹¿Resucitó Jesús de entre los muertos?› es la cuestión más importante en cuanto a las afirmaciones de la fe cristiana». De acuerdo con la Biblia, «Dios lo resucitó de entre los muertos», ascendió al cielo, a la « diestra de Dios », y volverá de nuevo ( Hechos 1:9-11 ) para cumplir el resto de las profecías mesiánicas, tales como la resurrección de los muertos, el juicio final y el establecimiento del Reino de Dios ( mesianismo y Era Mesiánica ).
- Algunos eruditos modernos usan la creencia de los seguidores de Jesús en la resurrección como un punto de partida para establecer la continuidad del Jesús histórico y la proclamación de la iglesia primitiva.
- Carl Jung sugirió que el relato de la crucifixión a la resurrección era el contundente símbolo espiritual de, literalmente, Dios-como-Yahweh convirtiéndose en Dios-como-Job.
Pablo escribió que: «Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados» ( 1 Corintios 15:13-14, 17 ).
Muchos estudiosos señalan que, en la discusión sobre la resurrección, el apóstol Pablo se refiere a la transmisión de estilo rabínico de una tradición temprana autoritativa que recibió y pasó a la iglesia de Corinto. Por esta y otras razones, se cree que este credo es de origen pre-paulino. Geza Vermes escribe que el credo es «una tradición que él ha heredado de sus mayores en la fe en relación con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús».
La antigüedad del credo ha sido localizada por muchos estudiosos de la Biblia a menos de una década después de la muerte de Jesús, proveniente de la comunidad apostólica de Jerusalén, Paul Barnett escribe que esta fórmula, entre otras, era una variante de «una tradición temprana básica que Pablo ‹recibió› en Damasco de Ananías, aproximadamente en el 34 » después de su conversión.
Pablo luego pasa a decir: Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. — 1 Corintios 15:20-22 Los puntos de vista de Pablo iban en contra del pensamiento de los filósofos griegos, para quienes una resurrección corporal significaba una nueva prisión en un cuerpo físico, que era lo que ellos querían evitar; dado que para ellos lo corpóreo y lo material inmovilizaban al espíritu.
Al mismo tiempo, Pablo creía que el cuerpo recién resucitado sería un cuerpo celestial; inmortal, glorificado, potente y espiritual, en contraste con el cuerpo terrenal, que es mortal, deshonrado, débil y natural. De acuerdo con el teólogo Peter Carnley, la resurrección de Jesús fue diferente de la resurrección de Lázaro : «En el caso de Lázaro, la piedra fue removida para que pudiera salir el Cristo resucitado no necesita que la piedra sea removida, porque él se transforma y puede aparecer en cualquier lugar, en cualquier momento».
Según el estudioso Thorwald Lorenzen, la primera Pascua llevó a un cambio en el énfasis de la fe «en Dios» a la «fe en Cristo». Hoy en día, Lorenzen encuentra «un extraño silencio acerca de la resurrección en muchos púlpitos». Él escribe que entre algunos cristianos, ministros y profesores, la resurrección parece haberse convertido en «motivo de vergüenza o asunto de la apologética».
Se argumenta que muchos cristianos descuidan la resurrección debido a su comprensible preocupación por la Cruz. Sin embargo, la creencia en la resurrección física de Jesús sigue siendo la doctrina más aceptada por los cristianos de todos los trasfondos denominacionales.
¿Cuántos tipos de resurrección hay?
2807 palabras 12 páginas Las Nueve Resurrecciones Bíblicas Juan 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. La resurrección es la restauración de la vida, después de la muerte, junto con la plenitud de su ser y su personalidad.
La declaración de Job sobre la resurrección, expresa la certeza, la entera confianza que tenía en volver a la vida, después de la muerte: ‘Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.’ (Job 19:25-27).
Para el creyente, la muerte es asunto trivial. Cristo habla de ella como si fuera de poca ver más Definitivamente fue Dios quien la realizó. ‘Probablemente este milagro tuvo un profundo efecto tanto sobre quienes lo vieron como sobre los que después supieron de él.
- Era un momento de angustia y zozobra.
- Los moabitas estaban invadiendo la tierra y llevándose la nueva cosecha.
- Bien podía preguntarse ahora qué había pasado con el Dios de Eliseo y dónde estaban los milagros del pasado.
- Esta resurrección demostró que el Dios de Israel estaba vivo y todavía dispuesto a obrar milagros.
Si se hiciera caso a los mensajes del extinto profeta, Dios daría otra vez a su pueblo la victoria sobre el invasor y restablecería la paz en la tierra’. (2 CBA, pág.923) 4. Resurrección Ejemplar. Es la resurrección de Moisés. ¿Por qué le llamo ejemplar? porque sirve como un ejemplo de la resurrección de los justos al momento de la segunda venida de Cristo.
¿Cuál es el poder de la resurrección?
Esperanza – La resurrección de Jesús nos da esperanza. Es un recordatorio diario de que este mundo está para algo mejor: algo más hermoso. Esta visión puede inspirarnos a imaginar una nueva sociedad. Una que sea más armoniosa, atenta y compasiva, sobre todo, hacia las personas que más lo necesitan.
¿Cuál es la primera resurrección en la Biblia?
Véase también Cuerpo ; Espíritu ; Expiación, expiar ; Inmortal, inmortalidad ; Jesucristo ; Muerte física
La reunión del cuerpo espiritual y el cuerpo físico de carne y huesos después de la muerte. Después de la resurrección, el espíritu y el cuerpo nunca más volverán a separarse, y la persona será inmortal. Toda persona que nace en la tierra resucitará porque Jesucristo venció la muerte ( 1 Cor.15:20–22 ).
Jesucristo fue el primero en resucitar sobre esta tierra ( Hech.26:23 ; Col.1:18 ; Apoc.1:5 ). El Nuevo Testamento aporta amplia evidencia de que Jesús se levantó de la tumba con un cuerpo físico: el sepulcro quedó vacío, comió pescado y miel, tenía un cuerpo de carne y huesos, la gente lo tocó y los ángeles dijeron que había resucitado ( Mar.16:1–6 ; Lucas 24:1–12, 36–43 ; Juan 20:1–18 ).
La revelación de los postreros días confirma la realidad de la resurrección de Cristo y de todo el género humano ( Alma 11:40–45 ; 40 ; 3 Ne.11:1–17 ; DyC 76 ; Moisés 7:62 ). No todos resucitarán para recibir la misma gloria ( 1 Cor.15:39–42 ; DyC 76:89–98 ), ni todos se levantarán al mismo tiempo ( 1 Cor.15:22–23 ; Alma 40:8 ; DyC 76:64–65, 85 ; 88:96–102 ).
Después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios, Job 19:26 ( Moisés 5:10 ). Yo abro vuestros sepulcros, y os haré subir de vuestras sepulturas, Ezeq.37:12,
Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos se levantaron, Mateo 27:52–53 ( 3 Ne.23:9 ). Ha resucitado el Señor, Lucas 24:34, Un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo, Lucas 24:39, Yo soy la resurrección y la vida, Juan 11:25, Los Doce Apóstoles enseñaron y testificaron que Jesús había resucitado, Hech.1:21–22 ( Hech.2:32 ; 3:15 ; 4:33 ). En Cristo todos serán vivificados, 1 Cor.15:1–22, Los muertos en Cristo resucitarán primero, 1 Tes.4:16, Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección, Apoc.20:6,
Cristo da su vida y la vuelve a tomar para efectuar la resurrección de los muertos, 2 Ne.2:8 ( Mos.13:35 ; 15:20 ; Alma 33:22 ; 40:3 ; Hel.14:15 ). Sin la resurrección, estaríamos sujetos a Satanás, 2 Ne.9:6–9, Para que la resurrección llegue a todos los hombres, 2 Ne.9:22, Abinadí enseñó acerca de la primera resurrección, Mos.15:21–26, Los malvados permanecen como si no se hubiese hecho ninguna redención, a menos que sea el rompimiento de las ligaduras de la muerte, Alma 11:41–45, Alma explicó el estado de las almas entre la muerte y la resurrección, Alma 40:6, 11–24,
A la venida del Señor, saldrán los que murieron en Cristo, DyC 29:13 ( DyC 45:45–46 ; 88:97–98 ; 133:56 ). Lloraréis particularmente por aquellos que no tengan la esperanza de una resurrección gloriosa, DyC 42:45, Los que no conocieron ninguna ley tendrán parte en la primera resurrección, DyC 45:54, Se levantarán de los muertos y no morirán después, DyC 63:49, La resurrección de los muertos es la redención del alma, DyC 88:14–16, Espíritu y elemento, inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo, DyC 93:33, Los ángeles que tienen un cuerpo de carne y huesos son personajes resucitados, DyC 129:1, Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección, DyC 130:18–19,
¿Qué significa que creo en la resurrección de la carne?
Creo en la resurrección de la carne Así dice el Credo de los cristianos: ‘creo en la resurrección de la carne’. Y toca a los teólogos y teólogas explicar su significado, seguro que para indicar la esperanza en una vida eterna después de la muerte, de una nueva vida para toda nuestra persona, en todas sus dimensiones.
Pero yo creo también en la resurrección de la carne en el más acá. Lo creo y lo espero. La resurrección cotidiana Cada vez que nos ‘ponemos en pie’, resucitamos. Cada vez que conseguimos que triunfe la vida y el amor sobre cualquier forma de muerte y de límite humano, apostamos y experimentamos la resurrección.
De hecho,también cuando creemos que un accidente o una enfermedad podría haber tenido consecuencias más graves, nos expresamos así: ‘ha nacido de nuevo’. Y eso es lo que yo espero,que nazca de nuevo nuestra carne, la carne, la salud en nuestro modo de concebir ‘la carne’.
Nace de nuevo la carne cuando ha habido una herida y vemos que al curarse, crece. Nace de nuevo la carne cuando un órgano que no funcionaba ha recuperado su funcionalidad. Nace de nuevo la carne cuando una persona recibe un transplante de un órgano y allí donde se preparaba la muerte, se recupera la vida.
Cada día, cuando sale el sol, resucitamos al alba, a la relación, a la carne. Nos ponemos en pie (los que podemos), pero todos simbólicamente, para afrontar las cosas de la vida. El día es nueva vida, es oportunidad para ver y mirar las cosas con mirada renovada, con esperanza comprometida.
También la relación de ayuda produce resurrección: cada vez que una persona empuja a otra para que supere cualquier dificultad, ha sido instrumento de resurrección. Donde había abatimiento, hay postura erguida, donde había soledad, hay comunión. La resurrección de la carne Pero yo creo también en la resurrección de la carne en otro sentido.
Ha sido tanta la connotación negativa dada a la carne, que me parece que bien merece que la resucitemos sanamente en nuestra mente y en nuestro corazón. La carne es débil, sí. Lo es porque enferma y porque es vulnerable. Lo es la persona entera, en el fondo, y eso es su genuino significado.
- Pero la carne es buena.
- Dios mismo la asumió y se encarnó.
- La carne, nuestra carne, nuestra condición carnal, es nuestra posibilidad de relacionarnos unos con otros.
- La carne es puerta de acceso a la experiencia de placer, pero no sólo.
- La carne es posibilidad de aproximarnos, de vincularnos, de querernos tangiblemente.
Es vínculo y vehículo, es expresión. Yo espero en la resurrección de una visión positiva de la carne. Espero asistir al funeral del elogio de la razón como instancia pura y fuente de bien en contraposición de las bajas pasiones de la carne. Espero en la resurrección de un modo saludable de pensar en nuestros sentimientos, en nuestros deseos, en nuestras pasiones.
Ellos son energía. Pueden ser motor para hacer el bien. Espero en la resurrección de un nuevo modo de mirar, de un nuevo modo de tocar, de un nuevo modo de escuchar, de un nuevo modo de gustar de las cosas y de la vida, de un nuevo modo de oler cuanto nos rodea. Espero porque deseo la salud en todos los sentidos.
Confío en que cambie la connotación del color negro que Platón pone uno de los caballos del mito del auriga y el carro alado en Fedro. En él, el auriga representa la parte racional, conduciendo dos caballos, uno blanco y otro negro. El blanco simboliza el valor, impulso, coraje, la valentía, con connotación siempre positiva; el negro, el deseo y los sentimientos, con connotación siempre negativa.
En el fondo, humanizarse no es otra cosa que reconocer nuestra condición carnal, débil, sí, pero blanda y viva. Mortal, sí, pero capaz de permitirnos hacer experiencia de eternidad en el más acá. Creo en el más allá No, no es fácil creer en la resurrección. No lo es cuando la muerte se impone con su ley incontestable, cuando lo hace en situaciones inesperadas, de manera violenta, por accidente, en edad temprana y en tantas y tantas situaciones.
De manera intensa experimentamos confusión, aturdimiento, sinsentido, vacío, soledad, irracionalidad, desgarro. Se nos rompe el corazón y muy difícilmente somos capaces de tender hilos entre la razón y el sentimiento. Sin embargo, si escuchamos allá en el corazón, en alguno de los últimos rincones, no podemos más que reconocer que la muerte no puede tener la última palabra.
La experiencia del amor es más fuerte que la de la muerte. Y esperar en la resurrección no es más que abandonarse al reconocimiento (no a la demostración) de que el amor reclama eternidad y de que de alguna manera no explicable con categorías meramente humanas, nuestra vida, al terminar, será transformada y plenificada.
Pensar la resurrección no puede consistir en lanzar a un futuro un modo de vida como la de ahora, pero en otro lugar. No. Creer en la resurrección es apostar y comprometerse porque la vida y el amor digan siempre una palabra más fuerte que el sufrimiento y la muerte.
- Más allá del aquí y ahora de nuestra vida en la tierra, más allá de la muerte, el tiempo y el espacio no existen.
- Resucitar por tanto, no puede ser ir a otro lugar a vivir felices.
- Este modo de expresarnos nos ayuda a decir lo que creemos, como otros muchos, como hablar del cielo, el paraíso Yo creo que resucitar es dejarse levantar por Dios cuando nosotros nos sentimos caídos y abatidos, doloridos y muertos.
Resucitar es dejar que Dios diga y haga y sea en nosotros todo y para siempre. Entender así la resurrección es también un compromiso comunitario de fe, de trabajo por el amor y la justicia, porque Dios y su palabra (Jesús) constituyan buena noticia de amor para toda la humanidad.
Creo en la resurrección de los pueblos Trabajar por el desarrollo y la salud de los países en vías de desarrollo, los más afectados por las epidemias y sus consecuencias, es situarse en el corazón de la fe en la resurrección. La resurrección deja de ser fundamentalmente un suceso que aconteció en la historia de la salvación para convertirse en una dinámica vital del creyente que implica todas sus relaciones y hace que sean fuente de vida y de verdadera salud global.
La fe en la resurrección se convierte así en una estructura permanente en virtud de la cual se cree y se trabaja por una nueva creación aquí y ahora. Toda intervención que quiera ser realmente pascual debe ser necesariamente liberación de toda forma de muerte, de esclavitud y de dominación, porque la revelación nos presenta a un Dios liberador, siempre al lado de los pobres y de los oprimidos y en contra de los opresores.
- Creer en la resurrección significa trabajar para salir del desierto de lo puramente legal y avanzar hacia un espacio común de construcción, en el que se apuesta por la dignidad humana, es decir, un espacio de salud y salvación, que es asimismo de liberación.
- Es preciso no solamente ser buenos samaritanos que curan, sino preguntarse proféticamente cómo evitar que haya tantos desventurados en esos países, paralizados por un neocolonialismo económico y cultural.
Por eso, hoy me nace del corazón esta oración: ‘Danos hoy nuestra dosis de resurrección cotidiana’. : Creo en la resurrección de la carne
¿Cuál es la diferencia entre resurrección y resucitar?
DE LA MUERTE A LA VIDA (I): REVIVIR NO ES RESUCITAR El Diccionario de la Real Academia Española define la resurrección como «volver a la vida un muerto». Añade después que la resurrección «por excelencia es la de Jesucristo» y para terminar incluye en esa categoría «la de todos los muertos, en el día del juicio final».
¿Qué quiere decir Yo soy la resurrección y la vida?
LA PALABRA DE DIOS PRIMERA LECTURA Lectura de la Profecía de Ezequiel (37,12-14): ‘No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura’. SEGUNDA LECTURA Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (8,8-11): ‘Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros’.
- EVANGELIO Lectura del Santo Evangelio según San Juan (11,3-7.17.20- 27.33b-45): ‘Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre’.
- GUADALAJARA, JALISCO (02/ABR/2017).- Obedeciendo a la voz de su amigo Jesús, que le ordenó salir afuera, Lázaro resucitó, se levantó de la tumba y abandonó el sepulcro donde permaneció cuatro días.
El Señor Jesús anda lejos, en Perea, en su última gira. Ya se prepara, como varias veces lo anunció, para subir a Jerusalén, donde sabe que le esperan la pasión, la cruz y resucitar al tercer día. Le llega un recado urgente: Lázaro, su amigo, está enfermo.
- Pero Él no se da prisa.
- Jesús dijo: ‘Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo del hombre sea glorificado por ella’.
- Dar gloria, glorificar a Dios, es la respuesta espontánea del ser humano, dotado de inteligencia y voluntad.
- Reconoce no sólo con la fe, quien tiene la dicha de tenerla, sino aún con la sola razón de que el hombre no se hizo a sí mismo, sino que cuanto es y cuanto tiene lo ha recibido.
Ha sido, pues, creado. ¿Qué movió al Creador a sacar de la nada al hombre? Dios todo lo ha creado por amor, y esto lo ha movido a comunicarse con el hombre y hacerle partícipe de su felicidad, no porque necesite de gloria y alabanza, sino por el bien del hombre: para que se goce en amar, alabar, dar gloria a su Dios y, mediante esto, salvar su alma.
Cristo es el modelo perfecto, y en todo busca que el Padre sea glorificado y sus acciones son para darle gloria. Jesús se hace presente en Betania con ese retardo planeado: Ha llegado no a sanar al amigo enfermo, sino a dar a conocer, mediante un milagro, que Él es origen y clave de la vida terrena y de la vida eterna.
Esta resurrección de Lázaro es la tercera manifestación —o revelación— de que es Dios, pues sólo Dios da la vida y sólo Dios devuelve la existencia. Resucitó a la hija de Jairo, y resucitó al hijo único de una madre viuda en Naím. Ahora entre los amigos y los enemigos, frente a una multitud de encon trados pensamientos y sentimientos, es el momento de manifestarse como quien es: el Hijo de Dios hecho hombre, encarnado en María.
Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano’ Así, con palabras de reclamo y desilusión, recibe al Señor la hermana dolida. Cristo ya tenía la respuesta, porque bien sabía lo que iba a hacer. Le dijo —’Tu hermano resucitará’. Marta respondió: ‘Ya sé que resucitará en la resurrección del último día’.
Marta participaba de la creencia común de la resurrección universal en el último día, pero ignoraba que quien es la Resurrección y la Vida estaba allí, frente a ella—. Jesús le dijo: ‘Yo soy la resurrección y la vida’. En esas circunstancias —como respuesta directa a ella y ante las muchas circunstancias—, esta afirmación clara, categórica, tiene tal fuerza, que es la clave de la persona y la obra de Cristo.
- Es una frase breve con sujeto, verbo conexivo y complemento doble.
- No dice: ‘Yo traigo la vida’, no afirma: ‘Yo doy la vida’.
- Dice que Él es, y el verbo ser sólo une al verbo con el complemento yo soy, lo cual identifica su persona.
- Yo, con el complemento vida y resurrección.
- En estudios muy acuciosos de todas las religiones del mundo —muy venerables y singularmente en el Oriente, o en cualquier época o lugar del mundo—, nunca se ha encontrado a alguien que afirme que él es la vida, porque ‘nadie, sólo Dios, puede decirlo, y luego el compromiso de probar su aserto.
Cristo lo dijo y probó lo que dijo. Pero es necesario creer para ver, para experimentar el regalo de Dios. Por eso Dios dice. José Rosario Ramírez M. Resucitar lo que está muerto Una de las ideas más insidiosas que se han extendido en la sociedad moderna en torno a la religión es la sospecha de que hay que eliminar a Dios para poder salvar la dignidad y felicidad de los hombres.
- De hecho, son bastantes los que poco a poco van abandonando su ‘mundo de creencias y prácticas’ porque piensan que es un estorbo que les impide vivir.
- No entienden que Cristo pueda decir que ha venido, no para que los hombres ‘perezcan’, sino para que ‘tengan vida definitiva’.
- La religión que ellos conocen no les ayuda a vivir.
Hace tiempo que no pueden experimentar a Cristo como fuente de vida, y se sorprenden al saber que hay hombres y mujeres que creen en Él precisamente porque desean vivir de manera más plena. Y, sin embargo, es así. El verdadero creyente es una persona que no se contenta con vivir de cualquier manera.
- Desea dar un sentido acertado a su vida.
- Responder a esas preguntas que nacen dentro de nosotros: ¿De dónde le puede llegar a mi vida un sentido más pleno? ¿Cómo puedo ser yo más humano? ¿En qué dirección he de buscar? Si hay tantas personas que hoy, no sólo no abandonan la fe, sino que se preocupan más que nunca de cuidarla y purificarla, es porque sienten que Cristo les ayuda a enfrentarse a la vida de un modo más sano y positivo.
No quieren vivir a medias. Tampoco les satisface ‘ser un vividor’. Lo que buscan desde Cristo es estar en la vida de una manera más convincente, humana y gratificante. Lo lamentable no es que algunas personas se desprendan de una ‘religión muerta’ que no les ayuda en modo alguno a vivir.
- Eso es bueno y purificador.
- Lo triste es que no lleguen a descubrir una ‘manera nueva de creer’ que daría un contenido totalmente diferente a su fe.
- Para esto, lo primero es entender la fe de otra manera.
- Intuir que ser cristiano es, antes que nada, buscar con Cristo y desde Cristo cuál es la manera más acertada de vivir.
Como ha dicho Jean Cardonnel, ‘ser cristiano es tener la audacia de ser hombre hasta el final’. Alentado por el mismo Espíritu de Cristo, el cristiano va descubriendo nuevas posibilidades a su vida y va aprendiendo maneras nuevas y más humanas de amar, de disfrutar, de trabajar, de sufrir, de confiar en Dios.
Entonces la religión va apareciendo a sus ojos como algo que antes no sospechaba: la fuerza más estimulante y poderosa para vivir de manera plena. Ahora se da cuenta de que abandonar la fe en Cristo no sería sólo ‘perder algo’, sino ‘verse perdido’ en medio de un mundo que no tendría ya un futuro y una esperanza definitivos.
Poco a poco, el creyente va descubriendo que esas palabras de Jesús ‘Yo soy la resurrección y la vida’ no son sólo una promesa que abre nuestra existencia a una esperanza de vida eterna; al mismo tiempo va comprobando que, ya desde ahora, Jesucristo es alguien que resucita lo que en nosotros estaba muerto, y nos despierta a una vida nueva, y así será entonces momento de hacer latir nuestro corazón al mundo.
¿Qué significa la resurrección de la carne y la vida eterna?
Creo en la resurrección de la carne Así dice el Credo de los cristianos: ‘creo en la resurrección de la carne’. Y toca a los teólogos y teólogas explicar su significado, seguro que para indicar la esperanza en una vida eterna después de la muerte, de una nueva vida para toda nuestra persona, en todas sus dimensiones.
Pero yo creo también en la resurrección de la carne en el más acá. Lo creo y lo espero. La resurrección cotidiana Cada vez que nos ‘ponemos en pie’, resucitamos. Cada vez que conseguimos que triunfe la vida y el amor sobre cualquier forma de muerte y de límite humano, apostamos y experimentamos la resurrección.
De hecho,también cuando creemos que un accidente o una enfermedad podría haber tenido consecuencias más graves, nos expresamos así: ‘ha nacido de nuevo’. Y eso es lo que yo espero,que nazca de nuevo nuestra carne, la carne, la salud en nuestro modo de concebir ‘la carne’.
- Nace de nuevo la carne cuando ha habido una herida y vemos que al curarse, crece.
- Nace de nuevo la carne cuando un órgano que no funcionaba ha recuperado su funcionalidad.
- Nace de nuevo la carne cuando una persona recibe un transplante de un órgano y allí donde se preparaba la muerte, se recupera la vida.
Cada día, cuando sale el sol, resucitamos al alba, a la relación, a la carne. Nos ponemos en pie (los que podemos), pero todos simbólicamente, para afrontar las cosas de la vida. El día es nueva vida, es oportunidad para ver y mirar las cosas con mirada renovada, con esperanza comprometida.
- También la relación de ayuda produce resurrección: cada vez que una persona empuja a otra para que supere cualquier dificultad, ha sido instrumento de resurrección.
- Donde había abatimiento, hay postura erguida, donde había soledad, hay comunión.
- La resurrección de la carne Pero yo creo también en la resurrección de la carne en otro sentido.
Ha sido tanta la connotación negativa dada a la carne, que me parece que bien merece que la resucitemos sanamente en nuestra mente y en nuestro corazón. La carne es débil, sí. Lo es porque enferma y porque es vulnerable. Lo es la persona entera, en el fondo, y eso es su genuino significado.
Pero la carne es buena. Dios mismo la asumió y se encarnó. La carne, nuestra carne, nuestra condición carnal, es nuestra posibilidad de relacionarnos unos con otros. La carne es puerta de acceso a la experiencia de placer, pero no sólo. La carne es posibilidad de aproximarnos, de vincularnos, de querernos tangiblemente.
Es vínculo y vehículo, es expresión. Yo espero en la resurrección de una visión positiva de la carne. Espero asistir al funeral del elogio de la razón como instancia pura y fuente de bien en contraposición de las bajas pasiones de la carne. Espero en la resurrección de un modo saludable de pensar en nuestros sentimientos, en nuestros deseos, en nuestras pasiones.
- Ellos son energía.
- Pueden ser motor para hacer el bien.
- Espero en la resurrección de un nuevo modo de mirar, de un nuevo modo de tocar, de un nuevo modo de escuchar, de un nuevo modo de gustar de las cosas y de la vida, de un nuevo modo de oler cuanto nos rodea.
- Espero porque deseo la salud en todos los sentidos.
Confío en que cambie la connotación del color negro que Platón pone uno de los caballos del mito del auriga y el carro alado en Fedro. En él, el auriga representa la parte racional, conduciendo dos caballos, uno blanco y otro negro. El blanco simboliza el valor, impulso, coraje, la valentía, con connotación siempre positiva; el negro, el deseo y los sentimientos, con connotación siempre negativa.
- En el fondo, humanizarse no es otra cosa que reconocer nuestra condición carnal, débil, sí, pero blanda y viva.
- Mortal, sí, pero capaz de permitirnos hacer experiencia de eternidad en el más acá.
- Creo en el más allá No, no es fácil creer en la resurrección.
- No lo es cuando la muerte se impone con su ley incontestable, cuando lo hace en situaciones inesperadas, de manera violenta, por accidente, en edad temprana y en tantas y tantas situaciones.
De manera intensa experimentamos confusión, aturdimiento, sinsentido, vacío, soledad, irracionalidad, desgarro. Se nos rompe el corazón y muy difícilmente somos capaces de tender hilos entre la razón y el sentimiento. Sin embargo, si escuchamos allá en el corazón, en alguno de los últimos rincones, no podemos más que reconocer que la muerte no puede tener la última palabra.
La experiencia del amor es más fuerte que la de la muerte. Y esperar en la resurrección no es más que abandonarse al reconocimiento (no a la demostración) de que el amor reclama eternidad y de que de alguna manera no explicable con categorías meramente humanas, nuestra vida, al terminar, será transformada y plenificada.
Pensar la resurrección no puede consistir en lanzar a un futuro un modo de vida como la de ahora, pero en otro lugar. No. Creer en la resurrección es apostar y comprometerse porque la vida y el amor digan siempre una palabra más fuerte que el sufrimiento y la muerte.
Más allá del aquí y ahora de nuestra vida en la tierra, más allá de la muerte, el tiempo y el espacio no existen. Resucitar por tanto, no puede ser ir a otro lugar a vivir felices. Este modo de expresarnos nos ayuda a decir lo que creemos, como otros muchos, como hablar del cielo, el paraíso Yo creo que resucitar es dejarse levantar por Dios cuando nosotros nos sentimos caídos y abatidos, doloridos y muertos.
Resucitar es dejar que Dios diga y haga y sea en nosotros todo y para siempre. Entender así la resurrección es también un compromiso comunitario de fe, de trabajo por el amor y la justicia, porque Dios y su palabra (Jesús) constituyan buena noticia de amor para toda la humanidad.
Creo en la resurrección de los pueblos Trabajar por el desarrollo y la salud de los países en vías de desarrollo, los más afectados por las epidemias y sus consecuencias, es situarse en el corazón de la fe en la resurrección. La resurrección deja de ser fundamentalmente un suceso que aconteció en la historia de la salvación para convertirse en una dinámica vital del creyente que implica todas sus relaciones y hace que sean fuente de vida y de verdadera salud global.
La fe en la resurrección se convierte así en una estructura permanente en virtud de la cual se cree y se trabaja por una nueva creación aquí y ahora. Toda intervención que quiera ser realmente pascual debe ser necesariamente liberación de toda forma de muerte, de esclavitud y de dominación, porque la revelación nos presenta a un Dios liberador, siempre al lado de los pobres y de los oprimidos y en contra de los opresores.
Creer en la resurrección significa trabajar para salir del desierto de lo puramente legal y avanzar hacia un espacio común de construcción, en el que se apuesta por la dignidad humana, es decir, un espacio de salud y salvación, que es asimismo de liberación. Es preciso no solamente ser buenos samaritanos que curan, sino preguntarse proféticamente cómo evitar que haya tantos desventurados en esos países, paralizados por un neocolonialismo económico y cultural.
Por eso, hoy me nace del corazón esta oración: ‘Danos hoy nuestra dosis de resurrección cotidiana’. : Creo en la resurrección de la carne
¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros en estos tiempos de pandemia?
Mensaje de Pascua en el contexto de la pandemia del Covid-19 – Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ‘Hago nueva todas las cosas’ (Ap 21,5) Queridos colegas y amigos, queridos hermanos y hermanas. Estamos viviendo tiempos difíciles.
La pandemia de Coronavirus-19 es un tremendo desafío para la Iglesia, para todas las personas del mundo, y para nuestra casa común. Sin embargo, la crisis es una oportunidad para comenzar de nuevo. Esta es una calamidad urgente y compleja que requiere nuevas soluciones: ‘vino nuevo, odres nuevos’ (Mc 2,22), nuevas formas de vida, nuevas formas de trabajar, nuevos modelos de desarrollo.
En Pascua, Cristo resucitado hace ‘nuevas todas las cosas ‘ (Ap.21,5), y nos sostiene en nuestra vulnerabilidad, nos guía a través de la oscuridad y nos reconcilia con la fuente de la Vida. En nombre del Cardenal Peter K.A. Turkson (Prefecto), Mons. Bruno Marie Duffé (Secretario) ha preparado un mensaje simple y profundo para ayudarnos a abrir nuestros corazones a la Luz y la Vida de Cristo en este tiempo de oscuridad y muerte.
P. Augusto Zampini, Secretario adjunto *** Mensaje de Pascua en el contexto de la pandemia del Covid-19
1. En la mañana de Pascua, la comunidad cristiana, en la grande y hermosa diversidad de culturas, tradiciones e idiomas, afirma que la Vida es más fuerte que la muerte. Cristo, que compartió nuestra condición humana, también en la injusticia, en el sufrimiento y en la muerte, es levantado de la muerte por Dios Padre, de quien recibimos la vida, la capacidad de crecer y de ser.
Y lo creemos: ¡Cristo está vivo para siempre! Él viene a visitarnos y tiende la mano a nuestra humanidad en este momento de angustia y dolor. Viene a levantar a los enfermos y a traer nueva vida a los que están en las tinieblas de la soledad, del agotamiento y de la desesperación.2. La Pascua, el corazón de la fe cristiana en el que celebramos el triunfo de la Vida sobre la muerte, adquiere una actualidad singular en el contexto mundial de la terrible pandemia de Covid-19.
¿Cómo podemos decir que Cristo Jesús ha resucitado y no sentirnos abrumados por el dolor y la aflicción de los que están enfermos, de los que mueren, de los que están de luto, de todos los que cuidan a los demás hasta el límite de sus fuerzas? Es a ellos y a todos aquellos que viven este tiempo de Pascua con preocupación y tristeza que nos atrevemos a anunciar que la Vida será más fuerte que la muerte.3.
- Cristo ha abierto para todos un camino que conduce a la Vida.
- Este movimiento de la Resurrección lleva consigo a la creación y a todos los seres vivientes, a los que hemos cuidado y amado, a los que murieron solos, abandonados, a los que esperan y luchan, con dignidad y esperanza.
- Todos son llamados y son levantados con Cristo, ‘el Primogénito de entre los muertos’, sobre quien la muerte ya no tiene poder.
El mensaje de la Resurrección es un mensaje de confianza para todos los habitantes de nuestro mundo. Porque Dios no abandona a ninguno de aquellos a quienes dio vida. Cuida de todos ofreciendo un perdón incansable que es realmente un nuevo nacimiento.4.
- La ‘crisis sanitaria y humanitaria de COVID-19’ es una gran pregunta para todos.
- La reflexión sobre los orígenes y las consecuencias de esta pandemia acaba de comenzar.
- ¿Qué nos ha pasado? ¿Y qué debemos hacer para salir de esta muerte? Estamos empezando a entenderlo un poco: esta enfermedad está vinculada a la enfermedad de todos los organismos vivos con los que estamos llamados a compartir nuestra existencia.
La creación que hemos recibido de Dios está enferma y ‘gime con dolores de parto’ (Rm.8, 22). Nuestra instrumentalización excesiva de los recursos y de los seres vivientes es un camino de muerte. Estamos empezando a comprender que es esencial abrirnos a una nueva vida, respetando el equilibrio entre todos los seres vivos, respetando la Creación, en su rica y hermosa biodiversidad.
Solo una respuesta integral, basada en una conversión a una ‘ecología integral’, que integre el cuidado del más pequeños de los organismos y de la salud de todos los humanos, nos permitirá enfrentar los desafíos de la vida y del futuro. ¿Queremos vivir la Pascua de la Creación? Se trata de una conversión a la que estamos llamados, para que cada organismo participe en la vida misma de Dios y descubramos que somos complementarios, en la riqueza de nuestros carismas, nuestras funciones, nuestros roles y nuestras experiencias.5.
La experiencia de nuestra pobreza frente a la enfermedad y la muerte de nuestros amigos, compañeros y seres queridos, nos hace comprender que de ahora en adelante nada será igual. Esta es otra forma de hablar de la transformación radical de Pascua: el pasar del duelo a la esperanza y de la muerte a la vida.
Las lógicas de muerte deben ser abandonadas para que ahora vivamos como hombres y mujeres responsables, humildes y justos. Lo sabemos, al elegir la Vida, también tendremos que elegir un nuevo modelo de desarrollo, protegiendo la naturaleza, la tierra, las fuentes de vida, trabajando juntos, de manera pacífica y solidaria, cuidando a los más frágiles y adoptando una vida pobre, con los pobres.
Porque somos un todo vulnerable, experimentamos la fragilidad y la solidaridad. Todos necesitamos a todos. Cuidar la vida es una responsabilidad compartida.6. Al recibir la nueva Vida, fruto de la Pascua, dejando que Cristo resucitado venga a habitar en nosotros y con nosotros, buscamos un nuevo ritmo para nuestra historia común,
- Lo creemos: el Cristo Resucitado camina con nosotros.
- Incluso cuando no lo reconocemos, permanece cerca y ‘nos abre el significado’ de nuestra aventura humana.
- Nuestros ojos se abren en el Resucitado cuando comparte nuestro pan (cf.
- Lc 24,13-35).
- Por lo tanto, cuidar, compartir, alentar y tener esperanza se convierten en los verbos que expresan el llamado a la Vida, para que nosotros también podamos vivir como resucitados, ‘transeúntes’ de la muerte a la vida.7.
Cristo, en la mañana de Pascua, se muestra a María Magdalena y a los que tienen el corazón abierto a la vida y al amor, Está cerca de los científicos, médicos, cuidadores, quienes toman decisiones y los responsables económicos, financieros y políticos que se preocupan por el bien común y los más pobres.
Arroja luz sobre quienes ejercen, ya desde hoy, la carga del futuro. Lo creemos y lo entendemos: tendremos que compartir nuestras reservas, nuestras capacidades, nuestros talentos y crear nuevas formas de trabajo y nuevos empleos; vivir una solidaridad moral, social y financiera ( Laudato Si’, 2015: 156, 157), considerando las necesidades fundamentales de nuestra humanidad: salud, educación, derechos humanos y vida espiritual.
Pascua es el comienzo de un tiempo nuevo: el tiempo de la sanación y de la dignidad restaurada para todos, el tiempo del encuentro, de la justicia y del amor.8. La historia no ha terminado. La historia se reabre : cada uno está llamado a vivir la resurrección con Cristo.
Al igual que Abraham, ‘esperamos contra toda esperanza’ (Rom 4, 18), como los profetas de la Biblia, ‘denunciamos’ lo que es fuente de muerte y ‘anunciamos’ a Cristo, quien es la fuente de la vida (Is.41 y 42). Inspirados por el Espíritu del Señor, muerto y resucitado, nos atrevemos a anunciar que está vivo y que nos llama a abandonar todo lo que conduce a la muerte para vivir como seres nuevos, resucitados con él (cf.
Hechos 2, 14-36).9. Al igual que Tomás (cf. Jn 20, 24-29), podemos estar atravesados por la duda y pensar que es necesario ver para creer. El Cristo resucitado viene y se vuelca hacia nosotros. Se deja tocar, a través del testimonio de aquellos que dan su vida, para que nuestra fe crezca, sea fructífera y dé fruto.
Cuando ‘damos lo que nosotros mismos hemos recibido’ (Cf.1 Co.11, 23), el signo de nuestro pan compartido es la realización del Cordero Pascual, compartido en memoria de la Pascua liberadora.10. La ‘buena noticia’ de Pascua, que los primeros cristianos se comunicaron como un aliento mutuo: ‘Cristo ha resucitado,
Él ha resucitado verdaderamente’ es, para nosotros, que queremos seguir los pasos del Dios vivo, un mensaje de aliento y de consuelo, dirigido a todos los hermanos y hermanas afectados en su cuerpo, en su ser y en sus afectos. Pero es un compromiso, para cada persona bautizada, de ofrecer a su prójimo, con su fe, la palabra de aliento y confianza: ‘Dios te ama’; ‘Cristo te salva’; ‘Cristo está vivo’ (cf.
¿Qué quiere decir Yo soy la resurrección y la vida?
LA PALABRA DE DIOS PRIMERA LECTURA Lectura de la Profecía de Ezequiel (37,12-14): ‘No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura’. SEGUNDA LECTURA Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (8,8-11): ‘Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros’.
EVANGELIO Lectura del Santo Evangelio según San Juan (11,3-7.17.20- 27.33b-45): ‘Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre’. GUADALAJARA, JALISCO (02/ABR/2017).- Obedeciendo a la voz de su amigo Jesús, que le ordenó salir afuera, Lázaro resucitó, se levantó de la tumba y abandonó el sepulcro donde permaneció cuatro días.
El Señor Jesús anda lejos, en Perea, en su última gira. Ya se prepara, como varias veces lo anunció, para subir a Jerusalén, donde sabe que le esperan la pasión, la cruz y resucitar al tercer día. Le llega un recado urgente: Lázaro, su amigo, está enfermo.
Pero Él no se da prisa. Jesús dijo: ‘Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo del hombre sea glorificado por ella’. Dar gloria, glorificar a Dios, es la respuesta espontánea del ser humano, dotado de inteligencia y voluntad. Reconoce no sólo con la fe, quien tiene la dicha de tenerla, sino aún con la sola razón de que el hombre no se hizo a sí mismo, sino que cuanto es y cuanto tiene lo ha recibido.
Ha sido, pues, creado. ¿Qué movió al Creador a sacar de la nada al hombre? Dios todo lo ha creado por amor, y esto lo ha movido a comunicarse con el hombre y hacerle partícipe de su felicidad, no porque necesite de gloria y alabanza, sino por el bien del hombre: para que se goce en amar, alabar, dar gloria a su Dios y, mediante esto, salvar su alma.
- Cristo es el modelo perfecto, y en todo busca que el Padre sea glorificado y sus acciones son para darle gloria.
- Jesús se hace presente en Betania con ese retardo planeado: Ha llegado no a sanar al amigo enfermo, sino a dar a conocer, mediante un milagro, que Él es origen y clave de la vida terrena y de la vida eterna.
Esta resurrección de Lázaro es la tercera manifestación —o revelación— de que es Dios, pues sólo Dios da la vida y sólo Dios devuelve la existencia. Resucitó a la hija de Jairo, y resucitó al hijo único de una madre viuda en Naím. Ahora entre los amigos y los enemigos, frente a una multitud de encon trados pensamientos y sentimientos, es el momento de manifestarse como quien es: el Hijo de Dios hecho hombre, encarnado en María.
- Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano’ Así, con palabras de reclamo y desilusión, recibe al Señor la hermana dolida.
- Cristo ya tenía la respuesta, porque bien sabía lo que iba a hacer.
- Le dijo —’Tu hermano resucitará’.
- Marta respondió: ‘Ya sé que resucitará en la resurrección del último día’.
Marta participaba de la creencia común de la resurrección universal en el último día, pero ignoraba que quien es la Resurrección y la Vida estaba allí, frente a ella—. Jesús le dijo: ‘Yo soy la resurrección y la vida’. En esas circunstancias —como respuesta directa a ella y ante las muchas circunstancias—, esta afirmación clara, categórica, tiene tal fuerza, que es la clave de la persona y la obra de Cristo.
Es una frase breve con sujeto, verbo conexivo y complemento doble. No dice: ‘Yo traigo la vida’, no afirma: ‘Yo doy la vida’. Dice que Él es, y el verbo ser sólo une al verbo con el complemento yo soy, lo cual identifica su persona. Yo, con el complemento vida y resurrección. En estudios muy acuciosos de todas las religiones del mundo —muy venerables y singularmente en el Oriente, o en cualquier época o lugar del mundo—, nunca se ha encontrado a alguien que afirme que él es la vida, porque ‘nadie, sólo Dios, puede decirlo, y luego el compromiso de probar su aserto.
Cristo lo dijo y probó lo que dijo. Pero es necesario creer para ver, para experimentar el regalo de Dios. Por eso Dios dice. José Rosario Ramírez M. Resucitar lo que está muerto Una de las ideas más insidiosas que se han extendido en la sociedad moderna en torno a la religión es la sospecha de que hay que eliminar a Dios para poder salvar la dignidad y felicidad de los hombres.
De hecho, son bastantes los que poco a poco van abandonando su ‘mundo de creencias y prácticas’ porque piensan que es un estorbo que les impide vivir. No entienden que Cristo pueda decir que ha venido, no para que los hombres ‘perezcan’, sino para que ‘tengan vida definitiva’. La religión que ellos conocen no les ayuda a vivir.
Hace tiempo que no pueden experimentar a Cristo como fuente de vida, y se sorprenden al saber que hay hombres y mujeres que creen en Él precisamente porque desean vivir de manera más plena. Y, sin embargo, es así. El verdadero creyente es una persona que no se contenta con vivir de cualquier manera.
- Desea dar un sentido acertado a su vida.
- Responder a esas preguntas que nacen dentro de nosotros: ¿De dónde le puede llegar a mi vida un sentido más pleno? ¿Cómo puedo ser yo más humano? ¿En qué dirección he de buscar? Si hay tantas personas que hoy, no sólo no abandonan la fe, sino que se preocupan más que nunca de cuidarla y purificarla, es porque sienten que Cristo les ayuda a enfrentarse a la vida de un modo más sano y positivo.
No quieren vivir a medias. Tampoco les satisface ‘ser un vividor’. Lo que buscan desde Cristo es estar en la vida de una manera más convincente, humana y gratificante. Lo lamentable no es que algunas personas se desprendan de una ‘religión muerta’ que no les ayuda en modo alguno a vivir.
Eso es bueno y purificador. Lo triste es que no lleguen a descubrir una ‘manera nueva de creer’ que daría un contenido totalmente diferente a su fe. Para esto, lo primero es entender la fe de otra manera. Intuir que ser cristiano es, antes que nada, buscar con Cristo y desde Cristo cuál es la manera más acertada de vivir.
Como ha dicho Jean Cardonnel, ‘ser cristiano es tener la audacia de ser hombre hasta el final’. Alentado por el mismo Espíritu de Cristo, el cristiano va descubriendo nuevas posibilidades a su vida y va aprendiendo maneras nuevas y más humanas de amar, de disfrutar, de trabajar, de sufrir, de confiar en Dios.
- Entonces la religión va apareciendo a sus ojos como algo que antes no sospechaba: la fuerza más estimulante y poderosa para vivir de manera plena.
- Ahora se da cuenta de que abandonar la fe en Cristo no sería sólo ‘perder algo’, sino ‘verse perdido’ en medio de un mundo que no tendría ya un futuro y una esperanza definitivos.
Poco a poco, el creyente va descubriendo que esas palabras de Jesús ‘Yo soy la resurrección y la vida’ no son sólo una promesa que abre nuestra existencia a una esperanza de vida eterna; al mismo tiempo va comprobando que, ya desde ahora, Jesucristo es alguien que resucita lo que en nosotros estaba muerto, y nos despierta a una vida nueva, y así será entonces momento de hacer latir nuestro corazón al mundo.