Redención en la Biblia – La Redención es un concepto de la doctrina cristiana que se refiere al sacrificio que hizo Jesucristo para, con su pasión y muerte, salvar a la humanidad y abrirle las puertas del Reino de los Cielos, que habían sido cerradas por el pecado de la desobediencia de Adán.
¿Que se significa redención en la Biblia?
La salvación gracias a Jesucristo – Escrito con mayúscula inicial ( Redención ), el término refiere a la salvación de la humanidad lograda por Jesucristo con su pasión y su fallecimiento, La fe cristiana indica que Jesucristo murió en la cruz para redimir al hombre y permitirle el acceso al Cielo, liberándolo de la culpa del pecado,
- Ahondando más en la etimología del término redención, encontramos que en el verbo «redimir» se aprecia el prefijo latino «re-» y el verbo «émere», que juntos dan la idea de «volver a comprar o a adquirir».
- Esto puede servir para entender las acciones de Jesucristo con más claridad, ya que él devolvió a las personas ese estado libre de pecado que habían tenido en el pasado, y para ello tuvo que entregar algo a cambio, nada más y nada menos que su propia vida.
Puede decirse que la Redención es el precio que Jesucristo asume y paga ante Dios para que los seres humanos sean redimidos y puedan alcanzar un estado diferente, llegando al Reino de Dios, Según la fe cristiana, la pasión y el fallecimiento de Jesucristo permitieron la Redención de la humanidad. Ver también: Cielo
¿Qué quiere decir la palabra redención?
Redención (del prefijo re, ‘de nuevo’, y émere, ‘comprar’) literalmente significa ‘comprar de nuevo’. Se aplica al pago para obtener la libertad de un esclavo o cautivo, o bien, para volver a adquirir o recomprar algo que se había vendido, empeñado o hipotecado,
¿Qué es la redención en el Antiguo Testamento?
Por medio de Cristo, las personas pueden cambiar sus vidas, como de hecho lo hacen, y obtener redención. Existen varios nombres por los cuales se hace referencia al Señor Jesucristo. Estos nombres nos dan una perspectiva sobre los diferentes aspectos de la misión expiatoria del Señor.
Tomemos por ejemplo el título ‘Salvador’. Todos tenemos una idea de lo que significa ser salvos, porque a cada uno de nosotros se nos ha salvado en algún momento de algo. Cuando éramos niños, mi hermana y yo estábamos jugando en el río sobre un pequeño bote cuando imprudentemente dejamos ese lugar seguro para jugar y la corriente nos impulsó río abajo hacia peligros desconocidos.
En respuesta a nuestros gritos, nuestro padre corrió a socorrernos, y nos salvó de los peligros del río. Cuando pienso en salvación, pienso en esa experiencia. El título ‘Redentor’ proporciona una perspectiva similar. ‘Redimir’ significa comprar o comprar de nuevo.
- Como asunto legal, la propiedad se redime al pagar por completo una hipoteca u otros cargos a la misma.
- En la época del Antiguo Testamento, la ley de Moisés proporcionaba diferentes maneras para que los sirvientes y la propiedad pudieran ser libres o redimidos por medio del pago de dinero (véase Levítico 25:31 ).
Un uso importante de la palabra redimir en las Escrituras implica la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto. Luego de esa liberación, Moisés les dijo: ‘sino porque Jehová os amó os ha sacado Jehová con mano poderosa y os ha rescatado de la casa de servidumbre, de manos de Faraón, rey de Egipto’ ( Deuteronomio 7:8 ).
El tema de Jehová redimiendo al pueblo de Israel de la esclavitud se repite muchas veces en las Escrituras. Por lo general, esto se hace para recordar al pueblo sobre la bondad del Señor al librar a los hijos de Israel de los egipcios. Pero también es para enseñarles que habrá otra redención más importante para los hijos de Israel.
Lehi enseñó: ‘Y el Mesías vendrá en la plenitud de los tiempos, a fin de redimir a los hijos de los hombres de la caída’ ( 2 Nefi 2:26 ). El salmista escribió: ‘Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol’ ( Salmos 49:15 ). El Señor declaró por medio de Isaías: ‘Yo deshice como a nube tus transgresiones y como a niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí’ ( Isaías 44:22 ).
- La redención a la cual hacen referencia estos tres pasajes de Escrituras, de hecho, es la expiación de Jesucristo.
- Ésa es la ‘abundante redención’ proporcionada por nuestro Dios amado ( Salmos 130:7 ).
- A diferencia de las redenciones bajo la ley de Moisés o en nuestros acuerdos legales modernos, esta redención no viene por ‘cosas corruptibles, como oro o plata’ ( 1 Pedro 1:18 ).
‘En tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados según las riquezas de su gracia’ ( Efesios 1:7 ). El presidente John Taylor enseñó que debido al sacrificio del Redentor ‘la deuda ha quedado pagada, la redención hecha, el convenio cumplido, la justicia satisfecha, la voluntad de Dios obedecida y todo poder es dado al Hijo de Dios’ ( Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: John Taylor, 2001, pág.49).
Los efectos de esta redención incluyen superar la muerte física para todos los hijos de Dios. Es decir, se supera la muerte temporal y todos resucitarán. Otro aspecto de esta redención hecha por Cristo es la victoria sobre la muerte espiritual. Por medio de Su sufrimiento y muerte, Cristo pagó por los pecados de toda la humanidad a condición del arrepentimiento individual.
De este modo, si nos arrepentimos, podemos ser perdonados de nuestros pecados, ya que nuestro Redentor ha pagado el precio. Éstas son buenas nuevas para todos nosotros, ‘por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios’ ( Romanos 3:23 ).
- Quienes se han extraviado en gran manera de las sendas de rectitud, necesitan desesperadamente esta redención y, si se arrepienten plenamente, la misma es de ellos para reclamarla.
- Pero quienes han trabajado arduamente para llevar buenas vidas, también necesitan desesperadamente esta redención, porque nadie puede llegar a la presencia del Padre sin la ayuda de Cristo.
Por lo tanto, esta amorosa redención permite que se satisfagan las leyes de la justicia y de la misericordia en la vida de todos quienes se arrepienten y siguen a Cristo. ‘Oh, cuán glorioso y cabal el plan de redención: merced, justicia y amor en celestial unión’.
(‘Jesús, en la corte celestial’, Himnos, Nº 116.) El presidente Boyd K. Packer enseñó: ‘Hay un Redentor, un Mediador, que está dispuesto y puede satisfacer las exigencias de la justicia y extender misericordia a los penitentes’ (‘La justicia y la misericordia’, Manual del Sacerdocio Aarónico 3, 1995, pág.33).
Las Escrituras, la literatura y las experiencias de vida están llenas de historias de redención. Por medio de Cristo, las personas pueden cambiar sus vidas, como de hecho lo hacen, y obtener redención. Me encantan las historias de redención. Tengo un amigo que no siguió las enseñanzas de la Iglesia en su juventud.
- Cuando era un joven adulto se dio cuenta de lo que se había perdido al no vivir el Evangelio.
- Se arrepintió, cambió su vida y se dedicó a una vida de rectitud.
- Un día, muchos años después de nuestra relación de jóvenes, lo encontré en el templo.
- La luz del Evangelio brillaba en sus ojos y sentí que era un fiel miembro de la Iglesia tratando de vivir el Evangelio plenamente.
La de él es una historia de redención. Una vez entrevisté a una mujer para su bautismo, era culpable de un pecado muy grave. Durante la entrevista le pregunté si entendía que nunca más debería cometer ese pecado. Con una emoción profunda en sus ojos y en su voz dijo: ‘Ah presidente, nunca podría cometer ese pecado otra vez.
- Esa es la razón por la cual deseo bautizarme, para limpiarme de los efectos de ese terrible pecado’.
- La de ella es una historia de redención.
- Al visitar conferencias de estaca y otras reuniones en años recientes, he recordado la admonición del presidente Thomas S.
- Monson de rescatar a los miembros menos activos de la Iglesia.
En una conferencia de estaca conté la historia de un miembro menos activo quien había vuelto a la actividad plena después de que su obispo y otros líderes lo visitaran en su hogar, le dijeron que lo necesitaban y lo llamaron a servir en el barrio. El hombre de la historia no sólo aceptó el llamamiento, sino que también cambió su vida y hábitos, y se volvió totalmente activo en la Iglesia.
- Un amigo mío estaba en la congregación en la cual conté ese relato.
- Su semblante cambió visiblemente al oírla.
- Al día siguiente me envió un correo electrónico diciéndome que su emotiva reacción se debía a que la historia de su suegro al volver a estar activo en la Iglesia era muy parecida a la que yo había contado.
Me dijo que como resultado de una visita regular por parte de un obispo y una invitación de servir en la Iglesia, su suegro reevaluó su vida y su testimonio, hizo enormes cambios en su vida y aceptó el llamamiento. Ese hombre que volvió a estar activo ahora tiene 88 descendientes que son miembros activos de la Iglesia.
- Unos días después, en una reunión conté ambas historias.
- Al día siguiente recibí otro correo electrónico el cual decía: ‘Esa también es la historia de mi padre’.
- Ese correo electrónico, enviado por un presidente de estaca, decía cómo se había invitado a su padre a servir en la Iglesia, incluso cuando no había estado activo y tenía hábitos que necesitaba cambiar.
Aceptó la invitación y, en el proceso, se arrepintió, finalmente sirvió como presidente de estaca y luego fue presidente de misión, y edificó la base para su posteridad para que sean miembros fieles de la Iglesia. Unas pocas semanas después conté las tres historias en otra conferencia de estaca.
Después de la reunión, se me acercó un hombre y me dijo que esa no era la historia de su padre, sino que era su propia historia. Me contó de los acontecimientos que lo llevaron al arrepentimiento y a volver a estar completamente activo en la Iglesia. Y así sucedió. Al llevar la admonición de rescatar a los menos activos, vi y escuché historia tras historia de personas que respondieron a las invitaciones de regresar y cambiar sus vidas.
Escuché historia tras historia sobre la redención. Aunque nunca podremos devolver al Redentor lo que pagó a favor nuestro, el plan de redención necesita de nuestro mejor esfuerzo para arrepentirnos plenamente y hacer la voluntad de Dios. El apóstol Orson F.
- White escribió: ‘¡Salvador, de mi alma Redentor, cuya poderosa mano me sanó, cuyo maravilloso poder me levantó y con dulzura mi amarga copa llenó! Cómo podré expresar mi gratitud, oh, bondadoso Dios de Israel.
- Nunca pagarte podré, Señor, pero amarte trataré.
- Tus palabras puras, mi deleite son, mi gozo diurno y mi sueño nocturno.
Que mis labios Tu salvación proclamen, y mi alma y vida Tu voluntad reflejen’. (‘Salvador, Redentor de mi alma’, Hymns Nº 112.) Comparto mi testimonio del poder de la expiación de Cristo. Cuando nos arrepentimos y venimos a Él, podemos recibir todas las bendiciones de la vida eterna.
¿Cuál es el plan de Dios para la redención?
Véase también Caída de Adán y Eva ; Evangelio ; Expiación, expiar ; Jesucristo ; Salvación
La plenitud del evangelio de Jesucristo, cuyo propósito es llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre. Incluye la Creación, la Caída y la Expiación, junto con todas las leyes, ordenanzas y doctrinas que Dios nos ha dado. Este plan hace posible que todas las personas logren la exaltación y vivan para siempre con Dios ( 2 Ne.2 ; 9 ).
Herido fue por nuestras rebeliones, Isa.53:5 ( Mos.14:5 ).
No hay otro nombre bajo el cielo en que podamos ser salvos, Hech.4:12, Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados, 1 Cor.15:22, Por gracia sois salvos por medio de la fe, Efe.2:8 ( 2 Ne.25:23 ). Dios prometió la vida eterna desde antes del principio de los siglos, Tito 1:2, Jesús es autor de eterna salvación, Heb.5:8–9, El plan de redención se extendió a los muertos, 1 Pe.3:18–20 ; 4:6 ( DyC 138 ).
La muerte cumple el misericordioso designio del gran Creador, 2 Ne.9:6, ¡Cuán grande es el plan de nuestro Dios! 2 Ne.9:13, El plan de redención lleva a efecto la resurrección de los muertos, Alma 12:25–34, Aarón enseñó al padre de Lamoni acerca del plan de redención, Alma 22:12–14, Amulek explicó el plan de salvación, Alma 34:8–16, Alma explicó el plan de salvación, Alma 42:5–26, 31,
Se afirman en la revelación moderna las doctrinas concernientes a la Creación, la Caída, la Expiación y el bautismo, DyC 20:17–29, El plan se decretó antes de existir el mundo, DyC 128:22,
Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre, Moisés 1:39, Este es el plan de salvación para todos los hombres, Moisés 6:52–62, Con esto los probaremos, Abr.3:22–26,
¿Cuál es el sinonimo de redención?
1 salvación. Ejemplo: Cristo se sacrificó para la redención de nuestros pecados. Liberación: 2 liberación, rescate.
¿Qué dice Romanos 3 24?
3 : 24 Siendo, por tanto, justificados solamente por su gracia GEE Justificación, justificar. GEE Gracia. GEE Redención, redimido, redimir.
¿Qué relación hay entre el espíritu de servicio y la redención de Cristo?
‘El servicio cambia a la gente. El servicio refina, purifica, da una perspectiva más clara y nos motiva a actuar de una manera sobresaliente.’ El presidente Benson, quien habla por el Señor a todo el mundo, nos ha desafiado a vivir por el Espíritu y a enseñar por el Espíritu.
¿Cuántas veces le hemos escuchado decir: ‘Es el espíritu lo que cuenta en esta obra’? Sí, la obra del Señor es una obra espiritual. Mediante ella se cambian vidas, se desarrollan valores verdaderos y se superan las influencias mundanas. A lo largo de los años, muchas personas, especialmente jóvenes, me han preguntado: ‘Elder Cuthbert, ¿cómo puedo ser más espiritual?’ Mi respuesta siempre ha sido la misma: ‘Deben prestar más servicio’.
El servicio hace que miremos a lo que tenemos a nuestro alrededor, y no hacia nuestro interior. El servicio nos impulsa a considerar las necesidades de otras personas antes que las nuestras. El servicio justo es la expresión de la verdadera caridad tal como el Señor lo mostró.
¿Cómo puede entonces el servicio incrementar nuestra espiritualidad? Quisiera mencionar diez aspectos, de entre los cuales podéis escoger aquellos que más se apliquen a vuestra situación particular. Primero, el servicio nos ayuda a establecer valores verdaderos y prioridades, al distinguir entre el valor de las cosas materiales, que son pasajeras, y el de aquellas cosas que son perdurables, aun eternas.
Nuestro amado Profeta nos aconseja: ‘Si queréis encontraros a vosotros mismos, aprended a negaros a vosotros mismos para bendecir a otros. Olvidaos de vosotros mismos, tratad de encontrar a otro que necesite vuestro servicio, y descubriréis el secreto de una vida feliz y completa’ (Liahona, agosto de 1979, pág.48).
Tenemos viviendo con nosotros una buena hermana que ha estado confinada a una silla de ruedas por 27 años. Por cierto que ella se olvida de sí misma en el servicio que presta a otros al hablar en charlas fogoneras y al ayudarnos en todo lo que le sea posible, siempre con una sonrisa encantadora y una actitud positiva.
Segundo, el servicio nos ayuda a establecer una tradición de rectitud. Esto es algo muy necesario, particularmente entre los jóvenes. Los padres que son sabios ofrecerán a sus hijos, desde muy temprana edad, oportunidades de servicio en el hogar. Al crecer con esta tradición, la persona estará más dispuesta a prestar servicio a la comunidad y a la Iglesia.
Desarrollará en ella un espíritu de voluntarismo en medio de un mundo donde la gente a menudo se pregunta: ‘¿Y, qué provecho saco yo de todo esto?’ El Señor nos ha aconsejado: ‘Porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente empeñados en una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia’.
( D. y C.58:26-27,) Al asistir a conferencias de estaca, me agrada escuchar en cuanto a diversos tipos de actividades de servicio que llevan a cabo los jóvenes, tales como bautismos por los muertos, esfuerzos de limpieza en lugares de la comunidad y misiones especiales de parte de los jóvenes durante las épocas de vacaciones.
Esta es la forma en que habremos de salvar a la generación actual para que no llegue a ser totalmente egoísta e indulgente. No les salvaremos proporcionándoles actividades divertidas que tengan la tendencia a beneficiarles sólo a ellos mismos. Tercero, el servicio nos ayuda a vencer el egoísmo y el pecado.
¿Habéis recapacitado alguna vez en el hecho de que todos los pecados son egoístas, ya sea que se trate de mentir, actuar deshonestamente, robar, ser inmoral, codiciar o ser haraganes? Los pecados se cometen al uno pensar sólo en sí mismo, no en otra persona, y por cierto que no para satisfacer una finalidad del Señor.
- El servicio, por otro lado, es abnegado y constituye un poder positivo.
- En la antigüedad, Isaías se lamentó diciendo: ‘Cada cual se apartó por su camino’ ( Isaías 53:6 ).
- En otras palabras, hicieron lo que quisieron sin fijarse en el efecto adverso que tendría en otras personas.
- Muchos de aquellos que profesan entender el libre albedrío transforman a la libertad en libertinaje, lo cual es evidente por doquiera que miremos.
Cuarto, el servicio no solamente nos hace superar el egoísmo y el pecado, sino que también nos ayuda a compensar por nuestras faltas. El profeta Ezequiel explicó este asunto cuando declaró: ‘No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia’ ( Ezequiel 33:16 ).
- Por su parte, Santiago enseñó que el ‘salvar un alma cubrirá multitud de pecados’ ( Santiago 5:20 ).
- Podemos expresar nuestra pena y sentir remordimiento por las cosas que hayamos hecho indebidamente, pero el arrepentimiento completo debe ir acompañado de una compensación como la que únicamente el servicio es capaz de dar.
Quinto, el servicio nos ayuda a generar amor y agradecimiento. Llegamos a conocer a las personas al servirlas. Nos familiarizamos con sus circunstancias, sus desafíos, sus esperanzas y aspiraciones. Mi esposa y yo tenemos el privilegio de visitar a unas hermanas viudas que han llegado a ser muy buenas amigas nuestras.
- Qué bendición es para nosotros enterarnos de las misiones que han cumplido, así como el servicio en el templo, y del servicio que ahora están prestando abnegadamente en el proyecto de extracción de nombres para la historia familiar, todo ello a pesar de sus muchas pruebas y padecimientos.
- Sexto, el servicio es la forma principal de demostrar agradecimiento al Salvador.
Debemos llenarnos de gratitud hacia su amor redentor, su infinito sacrificio expiatorio y su obediencia a la voluntad del Padre. Al llenarnos de gratitud, ésta se transforma en deseos de servir, y al hacerlo al más pequeño de sus hermanos, es como si lo hiciéramos a El.
- Véase Mateo 25:40,) Séptimo, el servicio canaliza nuestros deseos y energías y los transforma en una actividad recta.
- Todo hijo de Dios es como una planta donde se almacenan deseos y energías que se pueden emplear para bien o para mal.
- A este gran potencial se le debe encauzar para que resulte en bendiciones para otras personas.
Recuerdo a un grupo de jóvenes que vio una película que trataba sobre la hambruna en Africa y que organizó un concierto en beneficio de las personas damnificadas. Recuerdo a decenas de miles de miembros de la Iglesia que respondieron al llamado de la Primera Presidencia de efectuar un ayuno especial.
La hambruna y la destrucción de este año en Africa se calcula que va a ser aún peor, y nuevamente tenemos que dar prioridad a nuestros recursos a la manera del Señor, no silo en favor de las personas en tierras lejanas, sino también para con los pobres de nuestras propias comunidades. Octavo, el servicio nos ayuda a limpiarnos a nosotros mismos y a purificarnos y santificarnos.
A1 no ser perfectos, ¿no somos acaso pecadores? Sí, todos necesitamos la sangre redentora y expiadora de Cristo para purgarnos de nuestros pecados. ¿Cómo se logra esto? La manera de hacerlo es mediante el servicio cristiano expresado por la oración de San Ignacio, cuando dijo: ‘El dar sin calcular el costo, el pelear sin prestar atención a las heridas; el trabajar sin esperar ninguna recompensa a no ser la de saber que hemos cumplido con tu voluntad’ (‘Prayer for Generosity’, 1548, en John Bartlett, Familiar Quotations, 14ta.
Edición, Boston: Little, Brown and Co., 1968, pág.1806). Noveno, el servicio caritativo nos ayuda a hacer lo que hizo el Salvador, pues ¿no fue acaso su ministerio uno de ayuda, de levantar y bendecir, de amar y velar por los demás? Jesús declara: ‘Porque levantaré para mí un pueblo puro que me servirá en justicia’ ( D.
y C.100:16 ). Hay gente buena por todas partes prestando servicio caritativo. En una ocasión en que visité a nuestros misioneros en Nigeria, el vehículo en el que viajábamos se descompuso en un paraje solitario. Después de un largo rato se aproximó un automóvil y dos jóvenes nigerianos se bajaron de él.
‘El Señor nos dijo que nos detuviéramos a ayudarles’, nos dijeron. Y por cierto que nos ayudaron, pues sabían lo que el Señor deseaba que hicieran. Lo mismo deberíamos hacer nosotros. Décimo, el servicio nos ayuda a conocer al Salvador, pues ‘¿cómo conoce un hombre al amo a quien no ha servido?’ ( Mosíah 5:13,) Al perdernos en el servicio a otras personas, nos encontramos a nosotros mismos espiritualmente y por cierto venimos a Cristo.
Me sentí conmovido cuando visité la Misión California, Sacramento, hace algunos meses, y tuve oportunidad de conocer a un joven misionero ciego. El se había realmente perdido en el servicio misional y por encima de sus limitaciones físicas, su espíritu refulgía.
De todas estas maneras, el servicio en justicia nos acerca más a Cristo, incrementa nuestra espiritualidad y ayuda a otras personas a hacer lo mismo. Dicho servicio está contribuyendo a la preparación de un pueblo digno, para que, en el debido tiempo del Señor, pueda redimir a Sión. Como algunos de vosotros ya sabéis, poco después de la Conferencia General de octubre pasado, se me diagnosticó cáncer, el cual se encontraba en su etapa final.
Quisiera expresar mi amor y agradecimiento por las oraciones, las bendiciones y el interés demostrado hacia mí, todo lo cual ha resultado en el milagro de la recuperación. Al dar gracias por cada nuevo día de vida, expreso mi gratitud por las oportunidades de servir: las pasadas, las actuales y las futuras.
- Lo más maravilloso del servicio es que no tiene fin.
- Como lo ha dicho el presidente Benson ‘ Sirvámonos, pues, los unos a los otros con amor fraternal, sin fatigarnos por ello, siendo pacientes, perseverantes y generosos’.
- So Shall Ye Reap, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1960, págs.173-174.) Sí, el dar servicio cristiano nos ayuda a crecer espiritualmente y, al despojarnos del hombre natural, nos haremos santos (véase Mosíah 3:19 ), o sea, que trataremos sinceramente de seguir al Salvador y de hacer las cosas que El quiere que hagamos.
Qué sentimiento maravilloso causa el saber que el Espíritu del Señor se derrama abundantemente sobre nosotros, al llevar las cargas los unos de los otros y al velar por aquellos que padecen y necesitan. (Véase Mosíah 18:8-10,) Ruego que seamos bendecidos con el Espíritu del Señor al servir a otras personas, y dejo mi testimonio personal del Señor resucitado, de su Iglesia restaurada y de su Profeta viviente, en el nombre del Señor Jesucristo.
¿Cuál es la obra redentora de Cristo?
NECESIDAD HIPOTÉTICA DE LA REDENCIÓN – Dada la caída de la humanidad en la culpa, eran posibles tres maneras de ser liberados de la pena:
- Que Dios le perdone gratuitamente la culpa, sin exigirle reparación alguna. De esta manera habría brillado la misericordia infinita de Dios, pero no su justicia.
- Que Dios se hubiese contentado con lo que pudiera ofrecer el hombre para reparar la culpa. De esta manera, brillaría también la misericordia y sólo en cierto grado la justicia ya que al ser la persona ofendida de dignidad infinita, la culpa en es cierto grado infinita y por tanto, la satisfacción humana nunca sería adecuada a la gravedad de la ofensa ya que sus actos no pueden tener valor infinito.
- Que Dios perdonara, pero exigiendo una satisfacción proporcionada a la culpa. Esto solamente podía ser posible siendo una Persona divina la que reparara, Entonces Dios ‘inventa’ la Encarnación. La Segunda Persona de la Santísima Trinidad se hace hombre para que así un Hombre Dios, Jesucristo, pueda satisfacer -como hombre- y a la vez, dar a esa satisfacción -como Dios-, el valor infinito que se requería.
Ef 1, 3-7: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia.
La Redención es una obra querida y prevista por Dios desde toda la eternidad.
¿Qué quiere decir la palabra redentor?
Redentor es aquel que redime. Redimir significa rescatar a alguien de la esclavitud, librarlo de una obligación o poner fin a un trabajo, dolor o molestia. La palabra, como tal, proviene del latín redemptor, redemptōris.
¿Cuál es el significado de la gracia de Dios?
Información adicional – La gracia es un don de nuestro Padre Celestial otorgado a través de Su Hijo, Jesucristo. La palabra gracia, según se usa en las Escrituras, se refiere principalmente al poder habilitador y a la sanación espiritual ofrecidos por medio de la misericordia y del amor de Jesucristo.
Todas las personas de la tierra experimentan la muerte. Mediante la gracia de Jesucristo, todos resucitarán y vivirán para siempre (véase 1 Corintios 15:20–22; 2 Nefi 9:6–13). Asimismo, debido a las elecciones personales, todos sufrirán los efectos del pecado (véase 1 Juan 1:8–10; Mosíah 16:4). Dichos efectos se denominan muerte espiritual.
Por ello, ninguna persona puede regresar a la presencia de Dios sin la gracia divina. Por medio de la Expiación, todos podemos recibir el perdón de nuestros pecados; y volvernos limpios ante Dios. Para recibir este poder habilitador, debemos obedecer el evangelio de Jesucristo, el cual abarca tener fe en Él, arrepentirnos de nuestros pecados, bautizarnos, recibir el don del Espíritu Santo y tratar de seguir las enseñanzas de Jesucristo por el resto de nuestra vida (véase Efesios 2:8–9; Santiago 2:17–22; 2 Nefi 25:23; 31:20).
¿Cuál es el significado de la salvación de Dios?
Información adicional – Si nos preguntamos si determinada persona es salva, la respuesta dependerá del sentido en que se utilice la palabra. La respuesta podría ser ‘Sí’ o también ‘Sí, pero con ciertas condiciones’. Las siguientes explicaciones detallan seis significados diferentes de la palabra salvación.
- Salvación de la muerte física.
- Todos moriremos algún día.
- No obstante, por medio de la expiación y la resurrección de Jesucristo, todos resucitaremos y seremos salvos de la muerte física.
- Pablo testificó: ‘Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados’ (1 Corintios 15:22).
En este sentido, todos somos salvos, independientemente de las decisiones que tomemos durante esta vida. Se trata de un don gratuito del Salvador para todos los seres humanos. Salvación del pecado. Para ser limpio del pecado mediante la expiación del Salvador, la persona debe ejercer la fe en Jesucristo, arrepentirse, bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo (véase Hechos 2:37–38).
Las personas que se han bautizado y han recibido el Espíritu Santo mediante la adecuada autoridad del sacerdocio son salvos del pecado bajo ciertas condiciones. En este sentido, la salvación es condicional y depende de la fidelidad continua de la persona, o de su perseverancia hasta el fin en guardar los mandamientos de Dios (véase 2 Pedro 2:20–22).
Las personas no pueden salvarse en sus pecados; no pueden recibir una salvación incondicional por el mero hecho de declarar creer en Cristo, sabiendo que inevitablemente cometerán pecados durante el resto de su vida (véase Alma 11:36–37). Sin embargo, mediante la gracia de Dios, todos pueden ser salvos de sus pecados (véase 2 Nefi 25:23; Helamán 5:10–11) al arrepentirse y seguir a Jesucristo.
- Nacer de nuevo.
- El principio de nacer de nuevo aparece con frecuencia en las Escrituras.
- El Nuevo Testamento contiene la enseñanza de Jesús de que todos debemos ‘nacer de nuevo’ y que aquél que no ‘naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios’ (Juan 3:5).
- En el Libro de Mormón se confirma esta enseñanza: ‘No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas; y así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan esto, de ningún modo pueden heredar el reino de Dios’ (Mosíah 27:25–26).
Este nuevo nacimiento se produce cuando las personas se bautizan y reciben el don del Espíritu Santo. Viene como resultado de nuestra disposición de ‘concertar un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de nuestros días’ (Mosíah 5:5).
Por medio de este proceso, sus ‘corazones por medio de la fe en su nombre; por tanto, de él’ (Mosíah 5:7). Todos los que se han arrepentido sinceramente, se han bautizado, han recibido el don del Espíritu Santo, han concertado el convenio de tomar sobre sí el nombre de Jesucristo y han sentido Su influencia en su vida; pueden decir que han nacido de nuevo.
Podemos renovar ese nuevo nacimiento todos los días de reposo al tomar la Santa Cena. Salvación de la ignorancia. Muchas personas viven en un estado de oscuridad, sin conocer la luz del Evangelio restaurado. ‘No llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla’ (D.
- Y C.123:12).
- Los que conocen a Dios el Padre, a Jesucristo, el propósito de la vida, el plan de salvación y su potencial eterno son salvos de esta condición.
- Siguen al Salvador, que declaró: ‘Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ (Juan 8:12).
Salvación de la segunda muerte. Las Escrituras a veces hablan de la salvación de la segunda muerte. La segunda muerte es la muerte espiritual final, el quedar separados de la rectitud y no hallar lugar en ningún reino de gloria (véase Alma 12:32; D. y C.88:24).
Esta segunda muerte no se producirá sino cuando llegue el juicio final, y muy pocos la sufrirán (véase D. y C.76:31–37). Prácticamente todas las personas que han vivido en la tierra tienen asegurada la salvación de la segunda muerte (véase D. y C.76:40–45). Vida eterna o Exaltación. En las Escrituras, las palabras salvo y salvación a menudo se refieren a la vida eterna o Exaltación (véase Abraham 2:11).
La vida eterna consiste en conocer al Padre Celestial y a Jesucristo y morar con ellos para siempre, así como heredar un lugar en el grado más alto del reino celestial (véase Juan 17:3; D. y C.131:1–4; 132:21–24). Esta Exaltación requiere que los hombres reciban el Sacerdocio de Melquisedec, y que todos los miembros de la Iglesia concierten convenios sagrados en el templo y los respeten, entre ellos el convenio del matrimonio eterno.
¿Que nos enseña la Biblia en el libro de Génesis?
¿Por qué debemos estudiar este libro? – La palabra génesis significa origen o principio, y el libro de Génesis es un libro sobre comienzos. El libro expone la creación de la Tierra y de todo ser viviente sobre su faz, la caída de Adán y Eva y la entrada del pecado al mundo, el origen de la casa de Israel, y el establecimiento de los convenios del misericordioso Padre Celestial para la salvación de Sus hijos.
¿Qué significa que fue inmolado desde antes de la fundación del mundo?
El Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo El Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo Capítulo 3 ¿En qué forma la expiación de Jesucristo anula los efectos de la caída de Adán y nos posibilita volver a la presencia del Padre? El presidente Harold B.
- Lee enseñó que debemos comprender la caída del hombre a fin de comprender la expiación del Salvador, la cual anuló los efectos de la Caída e hizo posible la vida eterna.
- Dijo: ‘Cuán fundamentalmente importante es entender la Caída, que hizo necesaria la Expiación y, por tanto, la misión del Señor Jesucristo’.
El presidente Lee testificaba a menudo de la misión divina del Salvador, sin el cual no podríamos ser librados de la muerte ni del pecado. Dijo: ‘El hijo de Dios tenía poder para hacer mundos, para dirigirlos. Él vino aquí como el Hijo Unigénito para cumplir una misión, para ser el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo, para traer la salvación a todo el género humano.
Al dar Su vida, Él abrió la puerta a la resurrección y enseñó el camino por el cual podemos obtener la vida eterna, lo cual significa volver a la presencia del Padre y del Hijo. Eso era lo que Jesús fue en toda Su grandiosidad’. En este capítulo se tratan la caída de Adán y Eva, la expiación del Salvador que anuló los efectos de la Caída, y las responsabilidades que caen sobre nuestros hombros si hemos de recibir todas las bendiciones de la Expiación.
Adán y Eva ejercieron el albedrío y por su propia voluntad participaron del fruto, del cual se les había mandado no comer; de esa manera quedaron sujetos a la ley de Satanás. Tras esa desobediencia, Dios estaba libre para visitarlos con un castigo; ellos habían de aprender que Dios, además de ser un Padre misericordioso, también es un Padre justo; y cuando quebrantaron la ley, quedaron sujetos a la consecuencia de recibir un castigo, por lo que fueron expulsados de aquel hermoso jardín.
- Les sobrevinieron todas las vicisitudes a que han estado expuestos los mortales desde aquel entonces.
- Habían de aprender que por su desobediencia recibieron el castigo de un juicio justo.
- Al volverse mortales, se vieron obligados a ganar el pan con el sudor de su rostro.
- Les sobrevinieron el dolor, la adversidad y la muerte, pero junto con ese dolor, que hemos experimentado desde aquella época hasta ahora, vinieron el conocimiento y el entendimiento que nunca hubiésemos podido adquirir de otro modo El cambio que la Caída produjo en Adán y Eva también afectó a toda la naturaleza humana, así como a todas las creaciones naturales, a toda la creación animal y vegetal: todas las especies de vida fueron cambiadas.
La tierra misma quedó sujeta a la muerte De qué modo ocurrió, nadie lo puede explicar, y si alguien intentara hacerlo, ello excedería a todo lo que el Señor nos ha dicho. Sí, se verificó un cambio en toda la creación, la cual, hasta entonces, no había estado sujeta a la muerte.
- Uno de los mejores sermones, que supongo es el más breve que haya pronunciado persona alguna, provino de labios de nuestra madre Eva ‘De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes’,
- Por tanto, junto con Eva, regocijémonos por la Caída, la cual permitió que llegara el conocimiento del bien y del mal, que vinieran hijos a la vida terrenal, así como también el experimentar el regocijo de la redención y de la vida eterna que Dios da a todos.
- Y, Adán, del mismo modo, bendecido con el don del Espíritu Santo, ‘bendijo a Dios en ese día y fue lleno, y empezó a profetizar concerniente a todas las familias de la tierra, diciendo: Bendito sea el nombre de Dios, pues a causa de mi transgresión se han abierto mis ojos, y tendré gozo en esta vida, y en la carne de nuevo veré a Dios’
- Ruego que el Señor nos dé Su entendimiento de la gran bendición que de ese modo llegó a nosotros; honremos tanto en nuestra mente como en nuestras enseñanzas el gran legado que nos dieron Adán y Eva cuando, mediante el ejercicio del albedrío, participaron del fruto que les dio las simientes de la vida terrenal y que nos dio a nosotros, sus descendientes a lo largo de las generaciones del tiempo, la gran bendición por medio de la cual también nosotros podemos experimentar el gozo de nuestra redención y en la carne ver de nuevo a Dios, y tener vida eterna.
El Señor expulsó a Adán del Jardín de Edén a causa de su desobediencia. Adán padeció la muerte espiritual Pero, he aquí, les digo que el Señor Dios hizo a Adán la promesa de que no moriría en cuanto a la muerte temporal sino hasta que Él enviara ángeles para declararles el arrepentimiento en el nombre de Su Hijo Unigénito, para que por Su muerte resucitara a la vida eterna Cuando Adán fue echado del Jardín de Edén, murió espiritualmente, lo cual es la separación de la estrecha comunión con la presencia del Señor.
¿Por qué fue el Salvador enviado al mundo? El Maestro mismo contestó esa pregunta durante Su ministerio cuando dijo: ‘Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él’ ¿Salvo de qué? ¿Redimido de qué? Bien, primero, salvo de la muerte terrenal por medio de la resurrección de los muertos.
Del mismo modo, mediante el sacrificio expiatorio, somos salvos del pecado. Para los Santos de los Últimos Días, la salvación significa la liberación del cautiverio y de las consecuencias del pecado por medio de acción divina, liberación del pecado y de la condenación eterna mediante la expiación de Cristo.
- Considero que en ningún otro lugar hay una mejor exposición del plan de la Expiación que en los escritos de Jacob, que se encuentran en el Libro de Mormón, en 2 Nefi, capítulo 9.
- Por esa razón se lo menciono y los insto a leer una y otra vez esa valiosísima explicación ‘¡Oh, la grandeza de la misericordia de nuestro Dios, el Santo de Israel! Pues él libra a sus santos de ese terrible monstruo, el diablo y muerte e infierno, y de ese lago de fuego y azufre, que es tormento sin fin.
‘¡Oh, cuán grande es la santidad de nuestro Dios! Pues él sabe todas las cosas, y no existe nada sin que él lo sepa.
- ‘Y viene al mundo para salvar a todos los hombres, si éstos escuchan su voz; porque he aquí, él sufre los dolores de todos los hombres, sí, los dolores de toda criatura viviente, tanto hombres como mujeres y niños, que pertenecen a la familia de Adán.
- ‘Y sufre esto a fin de que la resurrección llegue a todos los hombres, para que todos comparezcan ante él en el gran día del juicio.
- ‘Y él manda a todos los hombres que se arrepientan y se bauticen en su nombre, teniendo perfecta fe en el Santo de Israel, o no pueden ser salvos en el reino de Dios.
- ‘Y si no se arrepienten, ni creen en su nombre, ni se bautizan en su nombre, ni perseveran hasta el fin, deben ser condenados; pues el Señor Dios, el Santo de Israel, lo ha dicho’
Allí se define la salvación individual, que llega a cada persona, según su propia conducta y su propia vida. tenemos lo que llamamos la general, la cual llega a todas las personas sean buenas o malas, ricas o pobres durante esta vida, a todas por igual.
A todas las personas se les han dado las bendiciones de la Expiación y las bendiciones de la resurrección como una dádiva gratuita por motivo del sacrificio expiatorio del Salvador Por consiguiente, esas enseñanzas básicas exponen claramente que, por medio del poder expiatorio, todo el género humano puede salvarse, porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados sin excepción.
Incluso los hijos de perdición que cometen el pecado imperdonable serán resucitados junto con todos los demás de la posteridad de Adán Tenemos esa declaración en los Artículos de Fe: ‘Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio’,
El hecho de que el conocimiento del Salvador y de Su misión divina es de importancia fundamental lo puso de relieve el Maestro en una ocasión en que, habiéndose reunido los fariseos a su alrededor, como solían hacerlo, para intentar turbarle o hacerle caer en una trampa, dijo: ‘¿Qué pensáis del Cristo?’ Durante Su ministerio había habido quienes, careciendo de fe, esparcieron comentarios con respecto al Maestro.
En su tierra de Nazaret, habían dicho con desdén: ‘¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Y se escandalizaban de él’ En cambio sus fieles discípulos, como Pedro, por ejemplo, el principal de los apóstoles, dijo: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’ (Mateo 16:16), y la fiel Marta: ‘Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo’ (Juan 11:27).
- Y otro de Sus discípulos, Tomás, después de haber visto y tocado al Señor resucitado, expresó poderosamente su testimonio con las sencillas palabras: ‘¡Señor mío, y Dios mío!’ Pienso ahora en dos hechos que contrastan.
- Un estimado amigo mío recibió uno de esos funestos mensajes: ‘Lamentamos comunicarle que su hijo ha resultado muerto en combate’.
Fui a su casa y allí encontré a la familia destrozada de dolor; eran gente que poseía todo lo que se puede comprar con dinero: riquezas, prestigio, las cosas que el mundo llamaría honorables, y, sin embargo, allí estaban con sus esperanzas y sus sueños hechos trizas a su alrededor, procurando entender algo que no habían vivido para adquirir y que desde entonces en adelante al parecer no adquirieron.
- No tenían el consuelo que pudieron haber conocido.
- Comparé aquello con una escena que presencié en el Hospital LDS hace tan sólo unos seis meses cuando uno de nuestros amados y fieles presidentes de misión yacía internado allí muriendo lentamente.
- Aunque padecía un intensísimo dolor, sentía regocijo en el corazón puesto que sabía que los hombres suelen aprender, a través del dolor, la obediencia y el derecho a compenetrarse con Aquel que padeció más que lo que cualquiera de nosotros podría padecer.
Él, también, conocía el poder del Señor resucitado. En el día de hoy debemos hacernos la pregunta, en respuesta a lo que el Maestro preguntó a los de Su época: ‘¿Qué pensáis del Cristo?’. Debiéramos hacernos la pregunta como lo haríamos en la actualidad: ‘¿Qué pensamos nosotros del Cristo?’, y, en seguida, hacerla un poco más personal y preguntarnos: ‘¿Qué pienso yo del Cristo?’.
¿Pienso en Él como en el Redentor de mi alma? ¿Pienso en Él, sin tener duda alguna en mi mente, como el que apareció al profeta José Smith? ¿Creo que Él estableció esta Iglesia sobre la tierra? ¿Le acepto como el Salvador de este mundo? ¿Soy fiel a los convenios que he hecho, lo cual, en las aguas del bautismo, si es que lo comprendí, significó que sería testigo de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuviese, aun hasta la muerte?.
El Señor nos bendecirá hasta el punto en que guardemos Sus mandamientos. Nefi dijo: ‘Porque nosotros trabajamos diligentemente para escribir, a fin de persuadir a nuestros hijos, así como a nuestros hermanos, a creer en Cristo y a reconciliarse con Dios; pues sabemos que es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos’ (2 Nefi 25:23).
- La sangre del Salvador, Su expiación, nos salvará, pero sólo después de que hayamos hecho cuanto podamos por salvarnos nosotros mismos al haber guardado Sus mandamientos.
- Todos los principios del Evangelio son principios que encierran una promesa si se obedecen, por medio de los cuales los planes del Todopoderoso se manifiestan a nosotros.
Cada uno debe hacer cuanto pueda por salvarse del pecado; entonces puede reclamar las bendiciones de la redención del Santo de Israel, para que todo el género humano pueda salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio. Además, Jesús expió no sólo las transgresiones de Adán, sino también las de todo el género humano.
- ¿Cómo contestaría usted a la pregunta: ‘¿Qué pensáis del Cristo?’.
- ¿Por qué se dice del Salvador que es el ‘Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo’? (Apocalipsis 13:8).
- ¿Por qué fue la Caída tanto una bendición como una tribulación para Adán y Eva? ¿Por qué es también una fuente de regocijo y de pesar para nosotros?
- ¿Qué clases de conocimiento y entendimiento se adquieren únicamente mediante el sobrellevar las pruebas y las dificultades de la vida terrenal?
- ¿Qué es la muerte espiritual? ¿Cómo se triunfa sobre la muerte espiritual?
- ¿Qué bendiciones de la Expiación llegan a todo el género humano como una dádiva gratuita? ¿Qué debemos hacer individualmente para llegar a obtener todas las bendiciones de la Expiación?
- ¿Qué nos enseñan los dos relatos del presidente Lee acerca de las personas que se enfrentaron con la muerte con respecto a la importancia de la fe en Jesucristo?
- ¿Qué experiencias que ha tenido en la vida han fortalecido su testimonio de la expiación del Salvador?
- ¿De qué forma la Expiación ‘nos conduce a la vida eterna, donde Dios y Cristo moran’?
Notas
- ‘Fall of Man’, discurso dirigido al personal de seminario e instituto de la Universidad Brigham Young, el 23 de junio de 1954, pág.6, Archivo General del Departamento Histórico, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
- Discurso pronunciado en una reunión espiritual para la juventud celebrada en Long Beach, California, el 29 de abril de 1973, pág.24, Archivo General del Departamento Histórico, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
- ‘Fall of Man’, págs.15, 17, 19–20.
- Discurso pronunciado durante la convención de seminarios en Jordan, el 26 de febrero de 1947, pág.4, Archivo General del Departamento Histórico, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
- En ‘Conference Report’, octubre de 1956, pág.61.
- ‘The Plan of Salvation’, discurso dirigido al personal de seminario e instituto de la Universidad Brigham Young, el 1° de julio de 1954, págs.4–6, Archivo General del Departamento Histórico, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
- En ‘Conference Report’, octubre de 1955, págs.54–56.
- Stand Ye in Holy Places, 1974, pág.246.
- Véase ‘Para aliviar el corazón afligido’, Liahona, abril de 1973, pág.5.
: El Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo
¿Qué quiere decir la palabra Redentor?
Redentor es aquel que redime. Redimir significa rescatar a alguien de la esclavitud, librarlo de una obligación o poner fin a un trabajo, dolor o molestia. La palabra, como tal, proviene del latín redemptor, redemptōris.
¿Qué relación hay entre el espíritu de servicio y la redención de Cristo?
‘El servicio cambia a la gente. El servicio refina, purifica, da una perspectiva más clara y nos motiva a actuar de una manera sobresaliente.’ El presidente Benson, quien habla por el Señor a todo el mundo, nos ha desafiado a vivir por el Espíritu y a enseñar por el Espíritu.
¿Cuántas veces le hemos escuchado decir: ‘Es el espíritu lo que cuenta en esta obra’? Sí, la obra del Señor es una obra espiritual. Mediante ella se cambian vidas, se desarrollan valores verdaderos y se superan las influencias mundanas. A lo largo de los años, muchas personas, especialmente jóvenes, me han preguntado: ‘Elder Cuthbert, ¿cómo puedo ser más espiritual?’ Mi respuesta siempre ha sido la misma: ‘Deben prestar más servicio’.
El servicio hace que miremos a lo que tenemos a nuestro alrededor, y no hacia nuestro interior. El servicio nos impulsa a considerar las necesidades de otras personas antes que las nuestras. El servicio justo es la expresión de la verdadera caridad tal como el Señor lo mostró.
- ¿Cómo puede entonces el servicio incrementar nuestra espiritualidad? Quisiera mencionar diez aspectos, de entre los cuales podéis escoger aquellos que más se apliquen a vuestra situación particular.
- Primero, el servicio nos ayuda a establecer valores verdaderos y prioridades, al distinguir entre el valor de las cosas materiales, que son pasajeras, y el de aquellas cosas que son perdurables, aun eternas.
Nuestro amado Profeta nos aconseja: ‘Si queréis encontraros a vosotros mismos, aprended a negaros a vosotros mismos para bendecir a otros. Olvidaos de vosotros mismos, tratad de encontrar a otro que necesite vuestro servicio, y descubriréis el secreto de una vida feliz y completa’ (Liahona, agosto de 1979, pág.48).
Tenemos viviendo con nosotros una buena hermana que ha estado confinada a una silla de ruedas por 27 años. Por cierto que ella se olvida de sí misma en el servicio que presta a otros al hablar en charlas fogoneras y al ayudarnos en todo lo que le sea posible, siempre con una sonrisa encantadora y una actitud positiva.
Segundo, el servicio nos ayuda a establecer una tradición de rectitud. Esto es algo muy necesario, particularmente entre los jóvenes. Los padres que son sabios ofrecerán a sus hijos, desde muy temprana edad, oportunidades de servicio en el hogar. Al crecer con esta tradición, la persona estará más dispuesta a prestar servicio a la comunidad y a la Iglesia.
Desarrollará en ella un espíritu de voluntarismo en medio de un mundo donde la gente a menudo se pregunta: ‘¿Y, qué provecho saco yo de todo esto?’ El Señor nos ha aconsejado: ‘Porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente empeñados en una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia’.
( D. y C.58:26-27,) Al asistir a conferencias de estaca, me agrada escuchar en cuanto a diversos tipos de actividades de servicio que llevan a cabo los jóvenes, tales como bautismos por los muertos, esfuerzos de limpieza en lugares de la comunidad y misiones especiales de parte de los jóvenes durante las épocas de vacaciones.
- Esta es la forma en que habremos de salvar a la generación actual para que no llegue a ser totalmente egoísta e indulgente.
- No les salvaremos proporcionándoles actividades divertidas que tengan la tendencia a beneficiarles sólo a ellos mismos.
- Tercero, el servicio nos ayuda a vencer el egoísmo y el pecado.
¿Habéis recapacitado alguna vez en el hecho de que todos los pecados son egoístas, ya sea que se trate de mentir, actuar deshonestamente, robar, ser inmoral, codiciar o ser haraganes? Los pecados se cometen al uno pensar sólo en sí mismo, no en otra persona, y por cierto que no para satisfacer una finalidad del Señor.
- El servicio, por otro lado, es abnegado y constituye un poder positivo.
- En la antigüedad, Isaías se lamentó diciendo: ‘Cada cual se apartó por su camino’ ( Isaías 53:6 ).
- En otras palabras, hicieron lo que quisieron sin fijarse en el efecto adverso que tendría en otras personas.
- Muchos de aquellos que profesan entender el libre albedrío transforman a la libertad en libertinaje, lo cual es evidente por doquiera que miremos.
Cuarto, el servicio no solamente nos hace superar el egoísmo y el pecado, sino que también nos ayuda a compensar por nuestras faltas. El profeta Ezequiel explicó este asunto cuando declaró: ‘No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia’ ( Ezequiel 33:16 ).
- Por su parte, Santiago enseñó que el ‘salvar un alma cubrirá multitud de pecados’ ( Santiago 5:20 ).
- Podemos expresar nuestra pena y sentir remordimiento por las cosas que hayamos hecho indebidamente, pero el arrepentimiento completo debe ir acompañado de una compensación como la que únicamente el servicio es capaz de dar.
Quinto, el servicio nos ayuda a generar amor y agradecimiento. Llegamos a conocer a las personas al servirlas. Nos familiarizamos con sus circunstancias, sus desafíos, sus esperanzas y aspiraciones. Mi esposa y yo tenemos el privilegio de visitar a unas hermanas viudas que han llegado a ser muy buenas amigas nuestras.
- Qué bendición es para nosotros enterarnos de las misiones que han cumplido, así como el servicio en el templo, y del servicio que ahora están prestando abnegadamente en el proyecto de extracción de nombres para la historia familiar, todo ello a pesar de sus muchas pruebas y padecimientos.
- Sexto, el servicio es la forma principal de demostrar agradecimiento al Salvador.
Debemos llenarnos de gratitud hacia su amor redentor, su infinito sacrificio expiatorio y su obediencia a la voluntad del Padre. Al llenarnos de gratitud, ésta se transforma en deseos de servir, y al hacerlo al más pequeño de sus hermanos, es como si lo hiciéramos a El.
Véase Mateo 25:40,) Séptimo, el servicio canaliza nuestros deseos y energías y los transforma en una actividad recta. Todo hijo de Dios es como una planta donde se almacenan deseos y energías que se pueden emplear para bien o para mal. A este gran potencial se le debe encauzar para que resulte en bendiciones para otras personas.
Recuerdo a un grupo de jóvenes que vio una película que trataba sobre la hambruna en Africa y que organizó un concierto en beneficio de las personas damnificadas. Recuerdo a decenas de miles de miembros de la Iglesia que respondieron al llamado de la Primera Presidencia de efectuar un ayuno especial.
- La hambruna y la destrucción de este año en Africa se calcula que va a ser aún peor, y nuevamente tenemos que dar prioridad a nuestros recursos a la manera del Señor, no silo en favor de las personas en tierras lejanas, sino también para con los pobres de nuestras propias comunidades.
- Octavo, el servicio nos ayuda a limpiarnos a nosotros mismos y a purificarnos y santificarnos.
A1 no ser perfectos, ¿no somos acaso pecadores? Sí, todos necesitamos la sangre redentora y expiadora de Cristo para purgarnos de nuestros pecados. ¿Cómo se logra esto? La manera de hacerlo es mediante el servicio cristiano expresado por la oración de San Ignacio, cuando dijo: ‘El dar sin calcular el costo, el pelear sin prestar atención a las heridas; el trabajar sin esperar ninguna recompensa a no ser la de saber que hemos cumplido con tu voluntad’ (‘Prayer for Generosity’, 1548, en John Bartlett, Familiar Quotations, 14ta.
- Edición, Boston: Little, Brown and Co., 1968, pág.1806).
- Noveno, el servicio caritativo nos ayuda a hacer lo que hizo el Salvador, pues ¿no fue acaso su ministerio uno de ayuda, de levantar y bendecir, de amar y velar por los demás? Jesús declara: ‘Porque levantaré para mí un pueblo puro que me servirá en justicia’ ( D.
y C.100:16 ). Hay gente buena por todas partes prestando servicio caritativo. En una ocasión en que visité a nuestros misioneros en Nigeria, el vehículo en el que viajábamos se descompuso en un paraje solitario. Después de un largo rato se aproximó un automóvil y dos jóvenes nigerianos se bajaron de él.
El Señor nos dijo que nos detuviéramos a ayudarles’, nos dijeron. Y por cierto que nos ayudaron, pues sabían lo que el Señor deseaba que hicieran. Lo mismo deberíamos hacer nosotros. Décimo, el servicio nos ayuda a conocer al Salvador, pues ‘¿cómo conoce un hombre al amo a quien no ha servido?’ ( Mosíah 5:13,) Al perdernos en el servicio a otras personas, nos encontramos a nosotros mismos espiritualmente y por cierto venimos a Cristo.
Me sentí conmovido cuando visité la Misión California, Sacramento, hace algunos meses, y tuve oportunidad de conocer a un joven misionero ciego. El se había realmente perdido en el servicio misional y por encima de sus limitaciones físicas, su espíritu refulgía.
De todas estas maneras, el servicio en justicia nos acerca más a Cristo, incrementa nuestra espiritualidad y ayuda a otras personas a hacer lo mismo. Dicho servicio está contribuyendo a la preparación de un pueblo digno, para que, en el debido tiempo del Señor, pueda redimir a Sión. Como algunos de vosotros ya sabéis, poco después de la Conferencia General de octubre pasado, se me diagnosticó cáncer, el cual se encontraba en su etapa final.
Quisiera expresar mi amor y agradecimiento por las oraciones, las bendiciones y el interés demostrado hacia mí, todo lo cual ha resultado en el milagro de la recuperación. Al dar gracias por cada nuevo día de vida, expreso mi gratitud por las oportunidades de servir: las pasadas, las actuales y las futuras.
Lo más maravilloso del servicio es que no tiene fin. Como lo ha dicho el presidente Benson ‘ Sirvámonos, pues, los unos a los otros con amor fraternal, sin fatigarnos por ello, siendo pacientes, perseverantes y generosos’. (So Shall Ye Reap, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1960, págs.173-174.) Sí, el dar servicio cristiano nos ayuda a crecer espiritualmente y, al despojarnos del hombre natural, nos haremos santos (véase Mosíah 3:19 ), o sea, que trataremos sinceramente de seguir al Salvador y de hacer las cosas que El quiere que hagamos.
Qué sentimiento maravilloso causa el saber que el Espíritu del Señor se derrama abundantemente sobre nosotros, al llevar las cargas los unos de los otros y al velar por aquellos que padecen y necesitan. (Véase Mosíah 18:8-10,) Ruego que seamos bendecidos con el Espíritu del Señor al servir a otras personas, y dejo mi testimonio personal del Señor resucitado, de su Iglesia restaurada y de su Profeta viviente, en el nombre del Señor Jesucristo.