7 Versículos de la Biblia sobre Vino – RVR60 « »
Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas. La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.
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¿Qué dice la Biblia sobre el vino?
El Señor Jesús compartió el vino con sus discípulos en la santa cena. Más vale no comer carne ni beber vino, ni hacer nada que haga caer a tu hermano. Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
¿Qué dijo Jesús acerca del vino?
7 Versículos de la Biblia sobre Vino « »
¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras! Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes. Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el S eñor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu. En todo ese tiempo no comí nada especial, ni probé carne ni vino, ni usé ningún perfume. La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados, las palmeras, los manzanos, ¡todos los árboles del campo! ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!
: 7 Versículos de la Biblia sobre Vino
¿Dónde se menciona el vino en la Biblia?
Confieso que soy de las personas que se preguntan habitualmente el origen y significado de las palabras. Y no podía escapar a esta tendencia la palabra VINO. Si buscamos en el diccionario encontramos: «Bebida alcohólica que se obtiene por fermentación del jugo de la uva» Etimológicamente según la RAE la palabra Vino viene del latín Vinum con paralelos en el griego óinos, con el hebreo yayin y en el gerogiano gvino = vino.
Pero de todos los significados el que más me gusta es el bíblico y no es limitarme solo a lo católico, porque en casi todas las religiones antiguas el vino ocupaba un lugar eminente y su conocimiento era siempre explicado por la intervención divina. El uso y significado del vino en el Antiguo Testamento: Vino en la Biblia es la traducción de varias palabras griegas y hebreas.
Las más comunes son Tîrōš, yayin (en hebreo) y oinos (en griego).1- Tîrōš, es usado en el Antiguo Testamento unas 38 veces. En algunos casos tîrōš hace referencia al jugo de uva, antes y durante la fermentación, es decir con propiedades embriagantes.
- El tîrōš (o vino) que es consumido en los atrios del santuario según Isaías 62:8-9, es vino fermentado.2- Yayin : Es la palabra usual en el AT para el jugo fermentado de uva o bebida con propiedades de intoxicación.
- La primera vez que se usa esta palabra es en Génesis 9:20-21, donde se menciona la embriaguez de Noé.
La Ley de Moisés por la cual se debía regir el pueblo de Dios, permitía el uso del vino, pero se prohibía la embriaguez. El Nuevo Diccionario ilustrado de la Biblia, nos brinda las siguientes referencias sobre el el uso y significado del vino en los tiempos bíblicos del Antiguo Testamento: ‘Convencidos de que el vino es un don de Dios, los autores sagrados describen la prosperidad en términos de abundancia de «trigo y mosto» ( Gn 27:28 ), requieren el diezmo del vino ( Dt 12:17 ), prescriben para ciertas ofrendas una libación de vino ( Nm 15:7 ).
- El salmista enumera entre las bendiciones de Dios «el vino que alegra el corazón del hombre» (Sal 104:15).’ En la mayoría de los proverbios que habla negativamente del vino, se refiere a su consumo excesivo, abusivo, irresponsable y con intenciones pecaminosas.
- Uso y referencias del vino en el Nuevo Testamento: En el Nuevo Testamento la palabra común para vino es oinos.
También se refiere a un vino fermentado. ‘Jesús suministró ciento veinte galones de vino en las bodas de Caná ( Jn 2:9s ) y usó vino en su última cena con los discípulos (→ Cena del Señor). Pablo recetó a Timoteo «un poco de vino por causa de tu estómago y también de tus frecuentes enfermedades» ( 1 Ti 5:23 ).’ La mayoría de los expertos y estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que las veces que ‘la Biblia se refiere al vino, indica una bebida fermentada y cuando se menciona el simple jugo de uva, nunca se usa la palabra vino ( Gn 40:11 )’.
¿Qué significado tiene el vino espiritualmente?
El vino, alimento del espíritu Desde su nacimiento, hace más de 5.000 años, el vino ha formado parte de las culturas del ámbito mediterráneo de forma tan intensa que se integra en sus religiones. En algunas se convierte incluso en el mismo Dios. El vino aparece rodeado de un aura especial y, en ese sentido místico, se transforma en alimento del espíritu.
- En la antigüedad se produjo una confrontación entre dos concepciones místicas radicalmente opuestas.
- Las religiones antiguas fueron finalmente desplazadas por las llamadas ‘religiones del Libro’, lo que supuso un cambio radical en la concepción misma de lo espiritual.
- El vino mantuvo un papel importante a pesar de esos cambios y conservó su dimensión esotérica, aunque con algunas diferencias sustanciales.
La lucha de las dos concepciones religiosas se refleja claramente en la Biblia, en la lucha del concepto hebreo (la primera religión del Libro) contra la mitología de los pueblos de Canaán, la Palestina actual, una región considerada por los judíos nada menos que como la ‘tierra prometida por Dios’.
- En consecuencia, el ‘pueblo de Dios’, el pueblo judío, se atribuye el mandato divino de destruir a los pueblos que habitan Palestina.
- En sus mandamiento les dice ‘no matarás’, pero luego ordena: ‘Ve a Canaán y mata a todos los que encuentres allí’.
- Cuestión milenaria que explica muchas cosas aún hoy.
- La invasión puramente guerrera se viste con un manto religioso.
El enfrentamiento económico (las tribus ganaderas nómadas de Israel ambicionaban los pastos de Palestina, ‘tierra de leche y miel’) se envuelve de misticismo escenificando un claro enfrentamiento de dos conceptos irreconciliables: la sociedad matriarcal de la diosa Astarté, pacífica, hedonista, agrícola, es desplazada violentamente por el belicoso pueblo ganadero de Yahvé.
Se impone una religión monoteísta, de una divinidad celestial inaccesible y de culto a la muerte, frente a las divinidades ctónicas y la celebración de la vida del viejo sistema. La adoración a un dios recluido en los templos se impone al culto a la naturaleza, que se celebraba en todas partes. En el proceso, que se prolonga en el enfrentamiento entre el cristianismo y el politeísmo de Roma, el vino mantiene su carácter de elemento relacionado con la divinidad, pero cambia sustancialmente su concepción mística.
En las religiones antiguas, hedonistas y antropomorfas, el vino simboliza la unión de lo terrestre y lo espiritual, en un plano similar al que se atribuye al sexo, con el que está íntimamente relacionado en celebraciones como las bacanales o la idea tántrica de ‘los cinco esenciales’: cereales (simbolizan el reino vegetal), carne (el reino animal), pescado (el reino acuático), vino (el ámbito sensorial) y unión sexual (el reino de lo espiritual).
Esos cinco elementos conviven en un ritual que tiene mucho en común con las bacanales, en las que se manejan conceptos como ‘la borrachera sagrada’ o ‘el sexo sagrado’. Las religiones del Libro (judaísmo, cristianismo e islamismo) repudian y combaten, con éxito, como es público y notorio, esa filosofía sensorial y se especializan en lo espiritual y en la represión de las inclinaciones hedonistas.
Conciben el paso por la tierra, el ‘valle de lágrimas’, como una especie de prueba iniciática para conseguir la dicha en una vida futura. El sexo se convierte en pecado (hasta el punto de que el dios de los cristianos es concebido sin intervención del sexo) y el vino pierde el carácter de vehículo de unión entre lo terrenal y lo espiritual y, para una parte de los cristianos, los católicos, adquiere el nivel máximo de bebida sagrada y pasa a ser nada menos que parte de la divinidad, la sangre de Cristo, aunque sigue siendo accesible al humano.
- Hay que decir que esa separación del vino de su vínculo con el placer terrenal fue progresiva.
- En las primeras fases del cristianismo mantiene su carácter sensorial, continuación, como tantas otras cosas en esa nueva religión, de las prácticas paganas imperantes.
- El episodio de las bodas de Caná, en las que se pone en evidencia la relación estrecha del vino con los placeres de la carne, revela también que, tal como se sospecha, el fundador del cristianismo era mucho menos asceta de lo que fueron sus seguidores y de lo que difunde la doctrina oficial.
En la tercera religión del Libro, el islam, el vino escapa del alcance humano; está prohibido, como todo lo que afecta al cerebro (narcóticos), y, sin embargo, forma parte del premio que el Corán reserva a sus fieles: ‘He aquí el cuadro del Paraíso que ha sido prometido a los hombres piadosos: arroyos cuya agua no se malea nunca, arroyos de leche cuyo gusto no se alterará jamás, arroyos de vino, delicia de los que lo beban, arroyos de miel pura, de toda clase de frutos y del perdón de los pecados’, amén de la tantas veces prometida presencia de las huríes.
- La prohibición coránica no ha sido monolítica a lo largo de la historia.
- Abundan las referencias, sobre todo en Al-Andalus a través de los poetas cordobeses, del consumo de vino entre los musulmanes.
- Pero ese consumo no es únicamente una trasgresión pecaminosa más o menos disimulada (en algunas etapas el vino es denominado eufemísticamente ‘jarabe’, tal vez por tratarse de vinos dulces del estilo de los pedroximénez actuales).
Los sufistas, cuya filosofía concibe el mundo como una emanación de Dios, consideran al vino como un símbolo de la gracia divina y heredan una idea que tiene gran relieve en el cristianismo, aunque es mucho más antigua, la del vino como sangre divina: para griegos y romanos es la sangre de Dionisos/Baco.
- Dogma de fe El vino aparece en los primeros pasos de la mitología de las religiones del Libro con un papel cargado de simbolismo.
- Adán y Eva se cubren con una hoja de parra cuando son expulsados del Paraíso y, según la Mishna hebrea, el árbol de la ciencia, del bien y del mal que provocó el desastre sería una viña y no un manzano.
Ese concepto tiene continuación en la interpretación cabalística del mito de Noé, un personaje, por cierto, que existe también en las tradiciones del Asia Central; según los cabalistas el mito de Noé es una alegoría del conocimiento y la borrachera simboliza el acceso al conocimiento.
Sin embargo, el episodio donde el vino adquiere todo su peso iniciático y en el que adquiere su dimensión mística cristiana es en el de la última cena, el ofrecimiento simbólico del pan y el vino, convertidos en carne y sangre de Cristo, es decir, del mismo Dios. Es una carga esotérica que se proyecta a la epopeya legendaria de la búsqueda del Grial, que es precisamente la copa utilizada por Jesús en la última cena, e interviene en la investigación alquimista de la piedra filosofal con algunos efectos colaterales: en la búsqueda del espíritu del vino se llega a los espirituosos, aprovechando el arte de la destilación, desarrollado por los árabes.
La última cena se reproduce simbólicamente en la ceremonia más importante del rito católico, la misa. No obstante, en los primeros siglos del cristianismo el ágape era real y se conmemoraba la última cena con un auténtico banquete, más o menos pródigo.
- Tal vez hubo más de un exceso de aire un tanto báquico y en 363 el Concilio de Laodicea prohibió tales ágapes, que quedaron en un mero símbolo: la hostia (palabra que tiene su raíz en el latín hostis, sacrificio) y el vino.
- Por cierto que el vino quedó reservado a los oficiantes, de forma que los sacerdotes fueron los únicos que tenían acceso a la sangre (el vino) mientras que los fieles se conformaban con la carne (la hostia), tal como se celebra en la actualidad.
En la misa, los fieles entran en contacto directo con la divinidad y reproducen la ofrenda iniciática del pan y el vino, transformados milagrosamente en la carne y la sangre del fundador del cristianismo. Esa ceremonia, y concretamente la transformación del vino en sangre y el pan en carne, fue el origen de duras controversias, hasta el punto de provocar uno de los más sangrientos cismas de la cristiandad.
El Concilio de Trento estableció en el siglo XVI el dogma de fe de la ‘transubstanciación’, es decir el cambio milagroso de la propia sustancia del pan y del vino consagrados, que se convierten durante la Eucaristía en carne y sangre divinas. La transubstanciación es para los cristianos católicos una conversión real y no simbólica, como mantenía el suizo Zwinglio, o ideal o virtual, tal como mantenía el francés Calvino, dos de los más destacados herejes de la cristiandad.
Su calificación como dogma de fe significa que los católicos han de creer en el principio de la transubstanciación al margen de lo que les digan sus sentidos. Es decir, el vino de misa tiene aspecto de vino, huele a vino (más o menos) y sabe como el vino, pero es sangre.
- Y la hostia, igual.
- Un vino puro Con ese importante destino, el vino de consagrar no puede ser un vino cualquiera.
- Ha de ser un vino puro y natural obtenido de uvas (‘vinum debet esse naturale de genimine vitis et not corruptum’, dice el Canon 924), según los criterios establecidos por la jerarquía católica, que ha regulado minuciosamente los procesos de elaboración del pan y el vino de consagrar a través del Canon 815 del Código de Derecho Canónico, que data de 1917.
El vino de misa, ese oscuro objeto del deseo de todo monaguillo que se precie, tiene tras sí todo un complejo entramado de normas para su elaboración, definida y controlada nada menos que por el organismo eclesiástico heredero de la Inquisición. No en vano, la ausencia de cualquiera de las tres características esenciales, natural, puro y de uva, invalida la ceremonia de la misa.
El vino de misa ha de estar elaborado exclusivamente con uvas y tiene que haber fermentación. La norma no admite el mosto ni los vinos desalcoholizados. Se acepta el vino de pasas pero no el de uvas agraces y en su elaboración y conservación no deben intervenir prácticas ni productos que alteren la naturaleza del vino o su composición.
En la fermentación, que ha de ser ‘natural’, se admite el uso de levaduras cultivadas pero no el de las modernas levaduras seleccionadas. Se prohíbe la adición de productos enológicos habituales, como yeso, azúcar, colorantes o decolorantes, taninos y clarificantes, con la excepción de clara de huevo, papel puro, sílice y asbesto.
- La jerarquía no considera aptos los vinos alterados o picados, pero está también prohibido el sulfitado de los vinos, aunque se admite la desinfección con sulfuroso de los depósitos y barricas, así como de los mostos.
- Para la conservación del vino se autoriza la pasteurización, la concentración por frío, por vacío o por calor (calor moderado y aplicado por ‘baño maría’, no por fuego directo; no se autoriza la adición de alcohol, salvo en el caso de que haya riesgo de que el vino se corrompa.
La adición de agua se autoriza únicamente en el momento de la Eucaristía y sólo por considerar que reproduce la práctica habitual hace dos mil años de ‘bautizar’ ligeramente los vinos. El resultado final es un vino blanco y dulce, con 100 a 150 gramos de azúcar por litro, y la verdad es que no demasiado atractivo según los parámetros actuales ya que la prohibición de adiciones y prácticas enológicas dejan al vino desprotegido ante los agentes externos, sobre todo ante la oxidación.
¿Qué dijo Jesús cuando probó el vino?
10 y le dijo : Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces el inferior; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.11 Este principio de a milagros hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
¿Qué significa el vino de Cristo?
Transcript – EL SIGNIFICADO DEL PAN Y EL VINO EN LA CENA DEL SEÑOR Cada vez que celebramos la Santa Cena, estamos anunciando la muerte y resurrección del Señor, hasta que Él vuelva por su Iglesia.1 Corintios 11.26 ‘Así pues, todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga’.
EL SIGNIFICADO DEL PAN La Biblia explica que Jesús es el pan de vida y el pan que descendió del cielo, por ello los que nos alimentamos espiritualmente de Él no morimos, sino que vivimos para siempre (Juan 6.48 / 6.50-51,58). El pan representa el Cuerpo de Cristo, es decir la muerte que el Señor sufrió como pago por nuestros pecados.
Así como el pan fue partido para que todos los discípulos comieran de él, después de la cruz, el cuerpo del Señor fue arado, marcado por los látigos y golpes, y luego molido por nuestros pecados (1 Corintios 11.23-24). Isaías 53.5 ‘Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados.
- Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados’.
- El pan también representa la comunión con el Cuerpo de Cristo, es decir el compañerismo con nuestros hermanos en la fe.
- Lo que nos enseña que ningún cristiano puede vivir para Cristo independientemente sino mantiene una relación permanente con sus hermanos de la fe, ya que como un cuerpo, nos necesitamos los unos a los otros (1 Corintios 10.1617).
EL SIGNIFICADO DEL VINO El vino representa la Sangre del Señor, que fue derramada para perdón de pecados, para darnos vida y paz para con Dios (Hebreos 9.22 / Colosenses 1.20). El vino representa la sangre que da vida y la resurrección del Señor venciendo sobre la muerte y el Hades.
Deuteronomio 12.23 ‘Porque la sangre es la vida’. La Biblia muestra que el Señor derramó siete veces de su sangre, cada una de ellas conlleva bendición para nosotros; la sangre derramada en la cruz es del nuevo pacto, que dejó caducado el antiguo pacto hecho con Israel (Marcos 14.24 / Lucas 22.20). La sangre del Señor nos limpia de todo pecado (1 Juan 1.7), nos purifica (Hebreos 9.13, 22), nos libera (Efesios 1.7 / Hebreos 9.12), nos hace aptos para toda buena obra (Hebreos 13.20-21).1 Juan 1.7 ‘Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado’.
La sangre de Jesucristo fue derramada para redención, sin embargo, los israelitas pidieron que la sangre cayera sobre ellos para condenación expresando ‘Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos’ (Mateo 27.24-25). Es importante indicar que el pan y el vino de la Santa Cena, en ningún momento se transforman en el cuerpo y la sangre del Señor (conocido como Transustanciación), sino que representan o simbolizan su Cuerpo y su Sangre.
¿Qué dijo Jesús cuando probó el vino?
10 y le dijo : Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando están satisfechos, entonces el inferior; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.11 Este principio de a milagros hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
¿Qué clase de vino tomo Jesús según la Biblia?
Algunos estudiosos, como el sommelier Diego Di Giacomo, afirman que a los romanos de la época de Jesús les gustaba el vino blanco (muchos tintos se clarificaban con agregados como el polvo de mármol, la clara de huevo, o la tiza, para bajar también su acidez), pero que en las regiones de Palestina preferían el vino