Espíritu Santo

Conociendo al Espíritu Santo

Cual Es La Funcion Del Espiritu Santo?

Cual Es La Funcion Del Espiritu Santo
¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? Ven, sígueme — Para el Sacerdocio Aarónico El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual.

  1. Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza.
  2. Por medio de Su poder, somos santificados al arrepentirnos, recibir las ordenanzas salvadoras y guardar nuestros convenios.
  3. Para prestar servicio de forma eficaz como poseedores del sacerdocio, es esencial que escuchemos y sigamos las impresiones del Espíritu Santo.

¿Qué experiencias personales podría compartir con los jóvenes, las cuales les enseñarían sobre las funciones del Espíritu Santo? ¿Por qué es importante que los jóvenes aprendan a reconocer y seguir los susurros del Espíritu? ¿Cómo puede ayudarlos a ser dignos de Su compañía y a procurarla?

Al estudiar los pasajes de las Escrituras y otros recursos acerca del Espíritu Santo, procure obtener Su guía a fin de que sepa qué debe enseñar a los jóvenes sobre la importancia que el Espíritu Santo tiene en sus vidas. (El Consolador puede enseñarnos y recordarnos todas las cosas) ; ; (El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo) (Pablo describe el fruto del Espíritu) (El Espíritu Santo nos mostrará las cosas que debemos hacer) (Recibir el Espíritu Santo nos santifica) (El Espíritu Santo nos llena de esperanza y amor) (El Espíritu Santo nos enseña la verdad)

Gary E. Stevenson, “”, Liahona, mayo de 2017, págs.117–120. Henry B. Eyring, “”, Liahona, mayo de 2017, págs.15–18. Juan A. Uceda, “”, Liahona, noviembre de 2016, págs.30–32. Robert D. Hales, “”, Liahona, mayo de 2016, págs.105–107. Videos: “La voz del Espíritu”, “Territorio enemigo” Enseñar a la manera del Salvador El Salvador contaba relatos, parábolas y ejemplos simples de la vida real con el fin de enseñar de manera tal que tuviera sentido para Sus discípulos.

¿Qué experiencias personales puede compartir con los jóvenes para ayudarlos a entender las funciones del Espíritu Santo y a que sientan el deseo de procurar tener experiencias de ese tipo y ser dignos de ello? Ver un ejemplo de la, Un miembro de la presidencia del cuórum (o un ayudante del obispo en el cuórum de presbíteros) dirige la reunión.

Él dirige a los demás jóvenes para que deliberen en consejo en cuanto a los asuntos del cuórum, les enseña sus deberes del sacerdocio (usando las Escrituras y el librito Mi Deber a Dios ), los alienta a compartir las experiencias que hayan tenido al cumplir con su deber a Dios e invita al asesor o a otro miembro del cuórum a enseñar una lección del Evangelio.

Conceda a los jóvenes un momento para que piensen en un concepto de la lección de la semana pasada y lo mencionen. Piense en la manera en que podría relacionar sus respuestas con la lección de hoy. Invite a los jóvenes a escribir acerca de un momento en que hayan sentido la influencia del Espíritu Santo. ¿Qué hicieron para recibir Su influencia? ¿Qué diferencia supuso el sentir Su influencia? Si es apropiado, pida a varios jóvenes que compartan sus experiencias.

Vea otras, Cada una de las actividades siguientes permitirá a los miembros del cuórum comprender las funciones del Espíritu Santo. Siguiendo la inspiración del Espíritu, seleccione una o más que resulten mejor para su cuórum:

Escriba las preguntas siguientes en la pizarra: ¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo? ¿Cómo nos puede ayudar el Espíritu Santo? Invite a los jóvenes a examinar el discurso del élder Gary E. Stevenson “” o a mirar el video “La voz del Espíritu”, para buscar respuestas a las preguntas de la pizarra. Según sea apropiado, comparta experiencias que haya tenido de recibir inspiración del Espíritu Santo e invite a los jóvenes a compartir algunas experiencias que hayan tenido. También podrían compartir las cosas que harán para escuchar mejor y seguir las impresiones del Espíritu Santo. Busque algunas historias en los discursos de las conferencias generales más recientes que ilustren las diversas funciones del Espíritu Santo. Considere incluir la experiencia del presidente Henry B. Eyring con su hijo o con los santos austriacos en “” o la del élder Juan A. Uceda de cuando era misionero en Perú, en su discurso””. Invite a cada joven a leer una de las historias, a contarla al cuórum con sus propias palabras y a determinar la función del Espíritu Santo en ese relato. Anime a los jóvenes a compartir experiencias propias en las que el Espíritu Santo los haya ayudado. Invite a un miembro del cuórum a que enseñe una parte de la lección. Él podría hacerlo como parte de su plan de Mi deber a Dios de aprender y enseñar sobre el Espíritu Santo (véase “Comprende la doctrina”, págs., o ). Invite a los jóvenes a buscar los siguientes pasajes de las Escrituras, reconocer el papel del Espíritu Santo en cada uno de ellos y compartir cómo Su influencia puede bendecirlos: ; ; ; ;, Los jóvenes también podrían buscar partes del discurso del élder Robert D. Hales “” para aprender acerca de las funciones del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a enumerar etapas de su vida en las que necesitarán la influencia del Espíritu Santo. ¿En qué momentos será importante que el Espíritu Santo les muestre lo que deban hacer? ¿En qué momentos podrían necesitar los jóvenes sentir la influencia reconfortante del Espíritu Santo? Considere la idea de compartir una experiencia personal de cuando haya recibido la ayuda del Espíritu Santo. Muestre uno de los videos que se incluyen en esta reseña y pida a los jóvenes que escuchen lo que se enseña en ellos acerca de recibir guía por medio del Espíritu Santo. Pida a cada joven que comparta algo de lo que aprenda. Luego, escriba en la pizarra la siguiente declaración de la hermana Julie B. Beck en la pizarra: “La capacidad de reunir los requisitos para recibir revelación personal y actuar de acuerdo con ella es la aptitud más importante que se pueda lograr en la vida. Con ella, no podemos fracasar; sin ella, no podemos tener éxito” (“‘'”, Liahona, mayo de 2010, pág.11). Invítelos a pensar en lo que dice la cita y a que escriban lo que piensen al respecto y sobre la importancia de vivir dignos de recibir el Espíritu y de seguirlo. Aliéntelos a reflexionar sobre lo que pueden hacer para procurar gozar más de la compañía del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a que busquen en el índice de temas del himnario, bajo “Espíritu Santo”, un himno que enseñe acerca de cómo puede ayudarnos el Espíritu Santo. Pídales que compartan frases de los himnos que eligieron. Considere la idea de que canten uno de los himnos en grupo.

Pida a los jóvenes que compartan lo que hayan encontrado. ¿Qué sentimientos o impresiones tienen? ¿Comprenden las funciones del Espíritu Santo? ¿Desean hacer otras preguntas? ¿Resultaría útil dedicarle más tiempo a este tema? Sugerencia para la enseñanza “Al prepararse para enseñar con espíritu de oración podría ser guiado a destacar ciertos principios, podría obtener un entendimiento de cómo presentar mejor determinadas ideas, y encontrar algunos ejemplos, lecciones prácticas e historias inspiradoras en las simples actividades de la vida.

También podría recibir la impresión de invitar a alguna persona particular para que le ayude a presentar la lección. Tal vez recuerde alguna experiencia personal que pueda compartir con la clase” ( La enseñanza: El llamamiento más importante, 2000, pág.52). Vea otras, El joven que dirige concluye la reunión.

Él podría:

Según sea apropiado, contar una experiencia en la que haya sentido la influencia del Espíritu Santo en una de las formas que se explicaron en la reunión de cuórum. Invitar a los jóvenes del cuórum a mantenerse dignos y procurar la compañía del Espíritu Santo.

Actividades para los jóvenes que ayude a los jóvenes a aplicar lo que aprendieron en esta lección. : ¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo?

¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo?

¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? Ven, sígueme — Para las Mujeres Jóvenes El Espíritu Santo, un miembro de la Trinidad, da testimonio del Padre Celestial y de Jesucristo. Él es la fuente del testimonio personal y la revelación; nos puede guiar en nuestras decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual.

Se le conoce como el Consolador y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza. Por medio de Su poder, somos santificados al arrepentirnos, recibir las ordenanzas salvadoras y guardar nuestros convenios. Es por medio de la influencia del Espíritu Santo que recibimos el conocimiento de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo, y sentimos Su poder, bondad y amor.

¿Qué experiencias le han enseñado acerca de las funciones del Espíritu Santo? ¿Cómo puede el Espíritu Santo ayudar a las jóvenes en todos los aspectos de la vida? ¿Cómo puede usted ayudarlas a reconocer Su influencia?

¿Qué pasajes de las Escrituras y otros recursos ayudarán a las jóvenes a entender las funciones del Espíritu Santo?; ; (El Espíritu Santo habla con una voz apacible y delicada) (El Consolador puede enseñarnos y traer todas las cosas a nuestra memoria) (El Espíritu testifica que somos hijas de Dios) (Pablo describe los frutos del Espíritu) (El Espíritu Santo nos mostrará lo que debemos hacer) (La recepción del Espíritu Santo nos santifica) (El Espíritu Santo nos llena de esperanza y amor) (El Espíritu Santo nos enseña la verdad); (El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo)

Gary E. Stevenson, “”, Liahona, mayo de 2017, págs.117–120. Henry B. Eyring, “”, Liahona, julio de 2017, págs.15–18. Juan A. Uceda, “”, Liahona, noviembre de 2016, págs.30–32. Robert D. Hales, “”, Liahona, mayo de 2016, págs.105–107. “”, Leales a la fe, 2004, págs.72–73.

Video: “La voz del Espíritu” Enseñar a la manera del Salvador El Salvador amaba a los que enseñaba. Oró por ellos y les sirvió continuamente. ¿Cómo puede aumentar su amor por las jóvenes a las que enseña? Al comienzo de cada clase, invite a las jóvenes a compartir, enseñar y testificar acerca de las experiencias que hayan tenido al poner en práctica lo que aprendieron en la lección de la semana anterior.

Esto alentará la conversión personal y ayudará a las jóvenes a darse cuenta de la importancia que tiene el Evangelio en la vida cotidiana. Vea otras, Elija alguna de las ideas siguientes, o utilice las suyas, para presentar la lección de esta semana:

Invite a las jóvenes a escribir acerca de un momento en el que hayan sentido la influencia del Espíritu Santo. ¿Qué hicieron para recibir Su influencia? ¿Qué diferencia supuso el sentir Su influencia? Si es apropiado, pida a varias de ellas que compartan sus experiencias. Invite a las jóvenes a cantar “” ( Himnos, Nº 77) y a compartir lo que les enseña la letra del himno acerca de las funciones del Espíritu Santo.

Vea otras, Cada una de las actividades siguientes ayudará a las jóvenes a entender las funciones del Espíritu Santo. Siguiendo la inspiración del Espíritu, seleccione una o más actividades que resulten mejor para su clase:

Escriba las siguientes preguntas en la pizarra: ¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo? ¿Cómo nos puede ayudar el Espíritu Santo? Invite a las jóvenes a escudriñar el discurso del élder Gary E. Stevenson “” o vean el video”La voz del espíritu” buscando respuestas a las preguntas en la pizarra. Según sea apropiado, comparta experiencias que haya tenido al recibir inspiración del Espíritu Santo e invite a las jóvenes a compartir algunas experiencias que hayan tenido ellas. También podrían compartir las cosas que harán mejor para escuchar y seguir los susurros del Espíritu Santo. Divida a las jóvenes en grupos e invite a cada grupo a que estudie una sección del discurso del presidente Henry B. Eyring “”, o el discurso del élder Robert D. Hales “”. Invite a cada grupo a que comparta con la clase lo que aprendan sobre el Espíritu Santo. Invite a las jóvenes a compartir experiencias de cuando el Espíritu Santo las ayudó o de cuando estuvieron agradecidas por Su compañía. Invite a las jóvenes a buscar “Espíritu Santo” en el índice de “Temas” del himnario para encontrar un himno que enseñe acerca de cómo nos puede ayudar el Espíritu Santo. Pídales que compartan frases de los himnos que eligieron. Considere cantar uno de los himnos como clase. Divida a las jovencitas en grupos pequeños. Pida a cada grupo que lea algunos pasajes de Escrituras acerca del Espíritu Santo (por ejemplo, las que se sugieren en esta reseña). Invite a una joven de cada grupo a compartir con el resto de la clase lo que enseñan los pasajes de Escrituras de su grupo acerca de las funciones del Espíritu Santo. Invite a las jóvenes a compartir experiencias personales que hayan tenido en las que el Espíritu Santo les haya ayudado en cualquiera de estas maneras. Invite a las jóvenes a leer “” en Leales a la Fe (págs.72-73). Pida a cada joven que seleccione una de las funciones del Espíritu Santo y busque pasajes o relatos de las Escrituras que enseñen acerca de esa función. Invítelas a compartir entre ellas lo que encuentren. Aliéntelas a compartir experiencias en las que el Espíritu Santo las ayudó de esa manera. ¿Cuáles son algunas situaciones futuras en las que necesitarán la ayuda del Espíritu Santo? Busque algunas historias en los discursos de las conferencias generales más recientes que ilustren las diversas funciones del Espíritu Santo. Considere incluir la experiencia del presidente Henry B. Eyring con su hijo o con los santos austriacos en “” o la experiencia del élder Juan A. Uceda como misionero en Perú en su discurso “”. Invite a cada joven a leer una de las historias, a contarla a la clase con sus propias palabras y a determinar qué función estaba llevando a cabo el Espíritu Santo en ese relato. Anime a las jóvenes a compartir experiencias propias en las que el Espíritu Santo las haya ayudado en alguna de esas maneras.

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Pida a las jóvenes que compartan lo que aprendieron hoy. ¿Qué sentimientos o impresiones tienen? ¿Entienden las funciones del Espíritu Santo? ¿Desean hacer otras preguntas? ¿Resultaría útil dedicarle más tiempo a esta doctrina? Sugerencia para la enseñanza “Al prepararse para enseñar con espíritu de oración podría ser inspirado a destacar ciertos principios, podría obtener una comprensión de cómo presentar mejor determinadas ideas y encontrar algunos ejemplos, lecciones prácticas y relatos inspiradores de las actividades simples de la vida.

También podría recibir la impresión de invitar a alguna persona en particular para que le ayude a presentar la lección. Tal vez recuerde alguna experiencia personal que pueda compartir con la clase” ( La enseñanza: El llamamiento más importante, 1999, pág.52). Vea otras, Pida a las jóvenes que piensen cómo pondrán en práctica lo que han aprendido hoy.

Por ejemplo, podrían:

Determinar una manera en la que se podrían preparar mejor para escuchar la voz apacible y delicada del Espíritu Santo. Apuntar las impresiones que reciban del Espíritu Santo durante la semana, y actuar conforme a ellas.

Comparta con las jóvenes lo que se estudiará la próxima semana. ¿Qué podrían hacer a fin de prepararse para aprender? Por ejemplo, podrían leer un discurso, ver un video o estudiar un pasaje de las Escrituras relacionado con la lección de la semana siguiente.

¿Quién conforma el Espíritu Santo?

Según las interpretaciones de la Unicidad de Dios o de los unicitarios, el Espíritu Santo es identificado como el mismo y singular Dios eterno, ya que Dios es Espíritu y es Santo, por lo cual es llamado el ‘Espíritu Santo’.

¿Quién es el Espíritu Santo y cuáles son sus dones?

Cuáles son los dones del Espíritu Santo y qué frutos concede al cristiano Pentecostés El Greco 06/08/2022 Actualizada 13:13 Diez días después de la ascensión de Jesucristo, bajó el Espíritu Santo sobre los apóstoles, como se lo había prometido Cristo (Lc 24, 49); 50 días después de su resurrección, coincidiendo además, con una antigua fiesta, celebrada en el Antiguo Testamento, por el fin de la cosecha (Dt 16, 9-10).

Desde entonces los cristianos contamos con la protección del Santo paráclito, que sostiene nuestra vida moral con sus dones, que nos hacen dóciles para seguir los impulsos del Espíritu Santo (Cat.1830). Según el punto 1831 del catecismo de la Iglesia Católica: «Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben, Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.»

Don de sabiduría : El don de sabiduría o «espíritu de discernimiento» nos concede entender lo que viene de Dios y lo que no, con el fin de cumplir su voluntad. El Espíritu nos inspira caridad y nos concede una visión plena de Dios. Don de entendimiento : Este don nos concede escrutar la Palabra de Dios, y entender las verdades que nos revela a través de nuestra historia personal. Nos ayuda a ver lo que Dios nos quiere decir o mostrar. (Jer 24,7). Don de consejo : Nos ayuda a orientar nuestra vida y la de nuestros prójimos; con la ayuda del Espíritu sabremos discernir y elegir el buen camino, distinguir la verdad de la mentira, lo bueno de lo malo. Don de ciencia : También llamado don de conocimiento, nos otorga no un conocimiento mundano, si no el conocimiento profundo del pensamiento de Dios, que ve hasta lo más profundo de nuestros corazones. Don de piedad : Es la apertura total a la voluntad de Dios, que nos permite actuar como Jesucristo, dando la vida si es preciso. La piedad no es más (ni menos) que poner a Dios en el centro de tu vida. Según el Youcat «Piedad es otra palabra para la entrega a Dios» Don de fortaleza : Nos ayuda a superar las dificultades y tentaciones del día a día. Hace firme la fe y no deja atemorizar al cristiano ante las amenazas del maligno y sus persecuciones. Concede una confianza plena en Dios nuestro Padre. Don de temor de Dios : Ser temeroso de Dios, no es tenerle miedo. Es más bien todo lo contrario, es conocer que Él es el sumo bien y que fuera de Él y de su voluntad sólo se encuentra tristeza y perdición. Quien tiene este don pone la voluntad de Dios por encima de todo y hace lo posible para vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios.

Según el punto 1832 del catecismo de la Iglesia Católica: «Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: «caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad» (Ga 5,22-23).»

Amor : El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que es fruto del amor entre el Padre y el Hijo, es la Caridad sin límites. Éste es el primer fruto y origen del resto, pues como dice San Pablo, sin amor nada vale (1 Co 12,31—13,13). Este fruto se manifiesta amando a Dios con todo el corazón, con todas nuestras fuerzas y con toda la mente y al prójimo, viendo en el a Cristo. Alegría : Este fruto nace de quien experimenta y tiene la caridad, es el gozo profundo del alma. Es la satisfacción de estar en Dios, de hacer el bien, de saberse victorioso sobre la muerte. Paz : Quien es verdaderamente alegre experimenta también la Paz profunda de abandonarse a la voluntad de Dios. Es fruto de la verdadera alegría, que dista mucho de los gozos materiales. Es la certeza de estar seguro bajo la mano de Dios a pesar de la adversidad de la vida terrena. Paciencia : Paciente es aquel que no se turba ante las adversidades de la vida ni las tentaciones de satanás. La paciencia nos da tranquilidad y armonía para con las demás criaturas. Longanimidad : Es la perseverancia ante las dificultades, nos da ánimos y coraje ante el mal. Es el saber esperar la Providencia Divina, cuando se escapa a nuestra lógica, además de conferir al alma amplitud de miras y generosidad. Benignidad : Nos concede ser gentiles para con los demás. Es la constante indulgencia y afabilidad; nos permite tratar a los demás con una dulzura especial. Bondad : Es el fruto palpable de la benignidad con quien más sufre y lo necesita. Nos presta a ocuparnos del prójimo y beneficiarlo; infundiendo en el alma el espíritu de Jesucristo de entrega al otro. Mansedumbre : Es la resistencia ante los impulsos que provoca la injusticia, sobre todo ante las reacciones violentas. Frena la ira y la cólera, se opone al rencor y la venganza. Fidelidad : Quien es fiel, da testimonio de Jesucristo, quien fue fiel hasta el final. Mantenerse fiel al amor de Dios, teniendo certeza de la verdad. Modestia : Es la disposición de dignificar nuestro cuerpo y forma de vida para ser un verdadero templo del espíritu santo. Continencia : Como su propio nombre indica consiste en mantener en orden y contener las apetencias y placeres materiales. Es decir, contener la concupiscencia. Castidad : Es la victoria del cristiano sobre la carne, para ser templo vivo del Espíritu Santo. Quien es casto reina sobre su cuerpo, con paz, sintiendo la alegría de una amistad íntima con Dios.

: Cuáles son los dones del Espíritu Santo y qué frutos concede al cristiano

¿Dónde fue llevado Jesús por el Espíritu Santo?

De Wikipedia, la enciclopedia libre Las tentaciones de Jesús en la pintura de Ary Scheffer, Las tentaciones de Jesús son parte de un episodio de la vida de Jesús narrado en el Nuevo Testamento por los evangelios de Mateo (Mt 4, 1-11), Marcos (Marcos 1:12-13) y Lucas (Lc 4,1-13). Según este relato, Jesús se dirigió al desierto para orar y ayunar: Jesús fue conducido del Espíritu de Dios al desierto, para que fuese tentado allí por el diablo.

Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches y tuvo hambre. Y vino a él el tentador, identificado con el Diablo : Entonces, acercándose el tentador, le dijo: «Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes para comer». Más Jesús le respondió : « Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” ».

Después de esto lo transportó el diablo a la santa ciudad de Jerusalén, y lo puso sobre el pináculo del Templo y le dijo: «si eres el Hijo de Dios, lánzate de aquí abajo, pues está escrito:”Que Dios te ha encomendado a sus Ángeles, los cuales te tomarán tus manos para que tu pie no tropiece contra alguna piedra”».

  • Replico Jesús : « También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” ».
  • Todavía lo subió el diablo a una montaña muy encumbrada y desde ahí le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos.
  • Y luego le dijo: «Todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras».
  • Entonces Jesús le respondió: «” Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás».
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Con esta afirmación de fe en el único Dios, terminaron las tentaciones: Con esto lo dejó el diablo; y he aquí que se acercaron los Ángeles que le servían y le dieron de comer y de beber.

¿Cómo invocar la presencia del Espíritu Santo?

Oración al Espíritu Santo para distribuir los carismas ​ Espíritu Santo: Concede a tu Iglesia miembros llenos de tu gracia que con sus luces iluminen al Pueblo de Dios. Dale miembros orantes que atraigan sobre la Iglesia las bendiciones de Dios y hagan frente a los ataques del maligno.

Dale miembros llenos de tu amor, que sirvan desinteresadamente al prójimo. Dale miembros santos para el progreso de la vida espiritual. Que como bautizados y confirmados sirvamos a la Iglesia con el don que tú nos has dado. Hay diversidad de dones, pero un solo Espíritu. Que tú seas el vínculo de unidad en la multiplicidad de los ministerios.

Amén. – Wikimedia Commons

¿Cómo se manifiesta la llenura del Espíritu Santo?

¿Qué Es y Cómo Ser Llenos del Espíritu Santo? ¿Qué es ser lleno del Espíritu Santo? La gente, comúnmente piensa que la llenura del Espíritu Santo se expresa en “grandes” manifestaciones o en “grandes” milagros, como posiblemente sería hablar en lenguas, sanar enfermos, expulsar demonios, pronosticar eventos futuros y cosas semejantes.

Pero lo cierto es que la llenura del Espíritu Santo no solo se manifiesta de esa forma, sino que también lo hace, principalmente, de maneras menos espectaculares: al compartir el evangelio a un desconocido, cuando te conmueve hasta las lagrimas una alabanza o cuando te alejas de alguna tentación, por poner algunos ejemplos.

En Efesios 5:18, Pablo enseña esta verdad cuando dice que para vivir una vida cristiana necesitamos ser llenos del Espíritu Santo. En esa porción de su epístola, Pablo describe cómo debe conducirse el creyente en su vida cotidiana. Pero antes de pedir esa conducta en los hermanos, emite una instrucción primordial: llenarse del Espíritu Santo.

Dando a entender así que, para poder vivir de esa manera, es necesario ser llenos del Espíritu Santo. Entre las cosas que menciona Pablo no hay tareas espectaculares, incluso son bastante cotidianas; andar en paz y humildad, vivir alabando, amar a las esposas, sujetarse a los maridos, trabajar con esfuerzo, honrar a los padres y cosas semejantes.

Y aunque estas tareas parecen cotidianas, el apóstol sabe que son imposibles de realizar sin la llenura del Espíritu de Dios. Por eso da la instrucción inicial, que sean llenos del Espíritu Santo. Y dicho sea de paso, en ningún otro lado de la Biblia leemos tan claramente esa instrucción como en este pasaje.

Creer que solamente las manifestaciones espectaculares del Espíritu son las que demuestran que alguien está lleno de Él, pudiera suponer que para Dios hay niveles de dificultad. Comúnmente se piensa que una manifestación espectacular requiere más poder que algo “sencillo”, pero lo cierto es que para Dios requiere exactamente el mismo esfuerzo, ninguno.

También se puede creer que las cosas “sencillas” las podemos hacer con nuestras propias fuerzas y que para ello no necesitamos de su Espíritu; o si acaso, con un poco es suficiente. Pero evidentemente eso es un gran error. Debemos entender que, en cualquier cosa que el Señor nos ponga por delante para que realicemos, necesitamos hacerlo con su poder y que Él lo haga en nosotros.

No importa si es una cosa pequeña o grande. Y también debemos dejar de pensar que para Dios hay cosas pequeñas, pues todo lo que hagamos para Él y en Su nombre siempre es grande. Hay tres áreas generales en las que se mueve el Espíritu de Dios: una es glorificar a Cristo; otra en el amor; y también en la Santidad.

Dentro de la tarea de glorificar a Cristo encontramos el evangelismo, la adoración, la dependencia de la gracia, etc. Dentro del área del amor encontramos todos aquellos sacrificios que hacemos hacia las personas en el nombre de Cristo. Y dentro del área de la santidad encontramos el arrepentimiento, la confesión de pecados y la resistencia ante la tentación, etc.

Para todo esto necesitamos la llenura de Su Espíritu. Desear cualquier cosa piadosa, y para Cristo, es un resultado de nuestra nueva naturaleza. Pero el realizarlo solo es posible por medio de la llenura del Espíritu Santo en el creyente. Para confesar un pecado a la persona que se ha traicionado es necesario el poder del Espíritu Santo.

Para predicarle a un desconocido se necesita ser lleno del Espíritu de Dios. Para desprenderse del dinero y dárselo a alguien en necesidad, por amor a Cristo, se necesita el poder que viene de lo alto. Así que, si tú has hecho algo para Cristo que nunca hubieras imaginado poder hacer, has sido lleno de Su Espíritu Santo; aunque no necesariamente hayas expulsado un demonio, obrado una sanidad o algo por el estilo.

¿Qué hay que hacer para mantener el Espíritu Santo en nuestras vidas?

Para que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros Debemos esforzarnos por percibir cuándo nos ” del Espíritu del Señor” estar atentos y aprender de las decisiones y de las influencias que nos separan del Espíritu Santo. Hoy, voy a hablar en forma de recordatorio y de admonición a los que somos miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días.

Ruego que la compañía del Espíritu Santo esté presente y que nos ayude, tanto a ustedes como a mí, al aprender juntos. El bautismo por inmersión para la remisión de los pecados “es la ordenanza preliminar del Evangelio” de Jesucristo, y a ésta la deben preceder la fe en el Salvador y un arrepentimiento sincero y pleno.

” bautismo de agua se debe recibir el don del Espíritu Santo a fin de que aquél sea completo (véase “Bautismo”, en la Guía para el Estudio de las Escrituras, pág.23). Tal como el Salvador le enseñó a Nicodemo: “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).

  1. En mi mensaje de esta tarde voy a concentrarme en el bautismo del Espíritu y en las bendiciones que se reciben por medio de la compañía del Espíritu Santo.
  2. Al bautizarnos, todos concertamos un convenio solemne con nuestro Padre Celestial.
  3. Un convenio es un acuerdo entre Dios y Sus hijos sobre la tierra, y es importante comprender que Dios determina las condiciones de todos los convenios del Evangelio.

Ni ustedes ni yo decidimos la naturaleza ni los elementos de un convenio, sino que, al emplear nuestro albedrío moral, aceptamos los términos y los requisitos del convenio tal como nuestro Padre Celestial los ha establecido (véase “Convenio”, en la Guía para el Estudio de las Escrituras, pág.38).

La ordenanza salvadora del bautismo la debe efectuar alguien que tenga la debida autoridad de Dios. Las condiciones fundamentales del convenio, en el que entramos en las aguas del bautismo, son las siguientes: testificamos que estábamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo, que siempre lo recordaríamos, y que guardaríamos Sus mandamientos.

La bendición que se nos promete al honrar ese convenio es que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros (véase D. y C.20:77). En otras palabras, el bautismo por agua nos lleva a la oportunidad autorizada de tener la compañía constante del tercer miembro de la Trinidad.

Después del bautismo, aquellos que tienen la autoridad del sacerdocio nos colocaron las manos sobre la cabeza y nos confirmaron miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, y se nos confirió el Espíritu Santo (véase D. y C.49:14). La declaración “recibe el Espíritu Santo” que se pronunció en nuestra confirmación fue una directiva para esforzarnos por obtener el bautismo del Espíritu.

El profeta José Smith enseñó: “Tan provechoso sería bautizar un costal de arena como a un hombre, si su bautismo no tiene por objeto la remisión de los pecados y la recepción del Espíritu Santo. El bautismo de agua no es sino medio bautismo, y no vale nada sin la otra mitad, es decir, el bautismo del Espíritu Santo” ( Enseñanzas del Profeta José Smith, pág.384).

  • Nosotros fuimos bautizados por inmersión en el agua para la remisión de los pecados.
  • También debemos ser bautizados por inmersión en el Espíritu del Señor, “y entonces viene una remisión de vuestros pecados por fuego y por el Espíritu Santo” (2 Nefi 31:17).
  • Al obtener experiencia con el Espíritu Santo, aprendemos que la intensidad con la cual sentimos Su influencia no siempre es la misma.

No muy a menudo recibimos impresiones espirituales potentes y espectaculares. Aun cuando nos esforcemos por ser fieles y obedientes, sencillamente hay ocasiones en nuestra vida en las que no reconocemos de inmediato la dirección, la seguridad y la paz del Espíritu.

De hecho, en el Libro de Mormón se habla de los lamanitas fieles que “fueron bautizados con fuego y con el Espíritu Santo al tiempo de su conversión y no lo supieron” (3 Nefi 9:20). En las Escrituras se describe la influencia del Espíritu Santo como “un silbo apacible y delicado” (1 Reyes 19:12; véase también 3 Nefi 11:3) y como una “una voz apacible de perfecta suavidad” (Helamán 5:30).

Por consiguiente, el Espíritu del Señor se comunica por lo general con nosotros de manera tenue, delicada y apacible. En nuestro estudio individual y en la instrucción en el aula, hacemos repetidamente hincapié en la importancia de reconocer la inspiración y los susurros que recibimos del Espíritu del Señor; y ese método es correcto y útil.

Debemos diligentemente saber cómo reconocer y actuar ante las impresiones que recibimos; sin embargo, tal vez con frecuencia pasemos por alto, durante nuestro progreso espiritual, un aspecto importante del bautismo por el Espíritu. Debemos también esforzarnos por percibir cuándo nos ” del Espíritu del Señor, para que no tenga cabida en para por las sendas de la sabiduría, a fin de que bendecidos, prosperados y preservados” (Mosíah 2:36).

Precisamente porque la bendición que se nos promete es que siempre podemos tener Su Espíritu con nosotros, debemos estar atentos y aprender de las decisiones y de las influencias que nos separan del Espíritu Santo. La norma es clara: si algo que pensemos, veamos, escuchemos o hagamos nos separa del Espíritu Santo, entonces debemos dejar de pensar, ver, escuchar o hacer eso.

  1. Por ejemplo, si algo que supuestamente es para nuestra diversión nos aleja del Espíritu Santo, entonces esa clase de diversión no es para nosotros, puesto que el Espíritu no puede tolerar lo que es vulgar, grosero o inmodesto y, por lo tanto, será obvio que esas cosas no son para nosotros.
  2. Ya que alejamos al Espíritu del Señor al participar en actividades que sabemos que debemos rechazar, entonces definitivamente sabremos que ese tipo de cosas no son para nosotros.

Admito que somos hombres y mujeres en un estado caído que vivimos en un mundo terrenal y que es posible que no tengamos la presencia del Espíritu Santo con nosotros cada minuto del día. Sin embargo, el Espíritu Santo puede permanecer con nosotros la mayor parte del tiempo, si no es que todo; y en verdad es más el tiempo que podría estar con nosotros que el que no esté con nosotros.

Al sumergirnos cada vez más en el Espíritu del Señor, debemos esforzarnos por reconocer las impresiones que recibimos y las influencias o los acontecimientos que causan que nos alejemos del Espíritu Santo. Es posible tener “al Espíritu Santo guía” (D. y C.45:57) y es esencial tenerlo para nuestro progreso espiritual y para sobrevivir en un mundo cada vez más inicuo.

En ocasiones, como Santos de los Últimos Días, hablamos y nos comportamos como si el darnos cuenta de la influencia del Espíritu Santo en nuestra vida fuese un acontecimiento poco común y excepcional. Debemos recordar, sin embargo, que la promesa del convenio es que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros,

Esa bendición celestial se aplica a todo miembro de la Iglesia que ha sido bautizado, confirmado y a quien se le ha dicho: “Recibe el Espíritu Santo”. En nuestros días, el Libro de Mormón es la fuente principal de consulta a la que debemos acudir para aprender cómo tener la compañía constante del Espíritu Santo.

La descripción que se encuentra en el Libro de Mormón en cuanto a la Liahona, el director o la brújula que Lehi y su familia utilizaron durante su viaje por el desierto, se incluyó de manera específica en los anales como un símbolo y una figura para nuestros días, y es una lección esencial acerca de lo que debemos hacer a fin de disfrutar de las bendiciones del Espíritu Santo.

A medida que nos esforcemos por alinear nuestra actitud y nuestras acciones en rectitud, entonces el Espíritu Santo llega a ser para nosotros hoy en día lo que la Liahona fue para Lehi y para su familia en su época. Los mismos factores que hacían que la Liahona funcionara para Lehi invitarán de igual manera al Espíritu Santo a nuestra vida.

Y los mismos factores que hacían que la Liahona no funcionara antiguamente harán de la misma forma que en la actualidad nosotros nos alejemos del Espíritu Santo. Les testifico que, al estudiar y meditar acerca de los propósitos y los principios por los cuales funcionaba la Liahona, recibiremos inspiración apropiada para nuestras circunstancias y necesidades personales y familiares.

  • Somos y seremos bendecidos con dirección continua del Espíritu Santo.
  • El Señor preparó la Liahona y se la dio a Lehi y a su familia después de partir de Jerusalén y mientras se encontraban viajando por el desierto (véase Alma 37:38; D.
  • Y C.17:1).
  • Esa brújula, o director, marcaba el camino que Lehi y su caravana debían seguir (véase 1 Nefi 16:10), sí “un curso directo a la tierra prometida” (Alma 37:44).
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Las agujas de la Liahona “funcionaban de acuerdo con la fe, diligencia y atención” (1 Nefi 16:28) de los viajantes y cesaba de funcionar cuando los miembros de la familia eran contenciosos, groseros, perezosos o se olvidaban de lo que debían recordar (véase 1 Nefi 18:12, 21; Alma 37:41, 43).

Esa brújula también proporcionaba el medio por el cual Lehi y su familia podían obtener un mayor “conocimiento respecto a las vías del Señor” (1 Nefi 16:29). Por consiguiente, los propósitos primordiales de la Liahona eran proporcionar tanto dirección como instrucción durante un viaje largo y agotador.

Ese director fue un instrumento tangible que sirvió como indicador externo de su estado espiritual interno ante Dios, y funcionaba de acuerdo con los principios de fe y diligencia. Así como Lehi obtuvo bendiciones en tiempos antiguos, a cada uno de nosotros en esta época se le ha dado una brújula espiritual que nos dirige y nos instruye durante nuestro trayecto terrenal.

  • Tanto a ustedes como a mí se nos confirió el Espíritu Santo al salir del mundo y al entrar en la Iglesia del Salvador por medio del bautismo y de la confirmación.
  • Mediante la autoridad del santo sacerdocio se nos confirmó miembros de la Iglesia y se nos amonestó a buscar la compañía constante del “Espíritu de la verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:17).

Al seguir adelante por el camino de la vida, cada uno de nosotros recibe la dirección del Espíritu Santo de la misma forma en que Lehi la recibió por medio de la Liahona. “Porque he aquí, os digo otra vez, que si entráis por la senda y recibís el Espíritu Santo, él os mostrará todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:5).

  • En nuestra vida, el Espíritu Santo funciona exactamente como la Liahona lo hizo para Lehi y su familia, de acuerdo con nuestra fe, diligencia y atención.
  • Deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios “El Espíritu Santo será tu compañero constante, y tu cetro, un cetro inmutable de justicia y de verdad” (D.

y C.121:45–46). Y el Espíritu Santo nos proporcionará hoy los medios por los cuales recibiremos, “por medio de cosas pequeñas y sencillas” (Alma 37:6), un mayor entendimiento en cuanto a las vías del Señor. “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

  • El Espíritu del Señor será nuestra guía y nos bendecirá con dirección, instrucción y protección espiritual a la largo de nuestro trayecto terrenal.
  • Invitamos al Espíritu Santo a nuestra vida por medio de la sincera oración, tanto personal como familiar, al deleitarnos en las palabras de Cristo, por medio de la obediencia precisa y diligente, la fidelidad, y al honrar nuestros convenios y mediante la virtud, la humildad y el servicio.

Debemos firmemente evitar las cosas que son inmodestas, ordinarias, vulgares, pecaminosas o malas que hacen que nos alejemos del Espíritu Santo. También invitamos a tener la compañía constante del Espíritu Santo al participar dignamente de la Santa Cena cada domingo: “Y para que más íntegramente te conserves sin mancha del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo” (D.

y C.59:9). Mediante la ordenanza de la Santa Cena, renovamos nuestro convenio bautismal y recibimos y retenemos la remisión de nuestros pecados (véase Mosíah 4:12, 26). Además, se nos recuerda semanalmente la promesa de que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros, Al esforzarnos por mantenernos puros y sin mancha del mundo, nos convertimos en vasos dignos en los que el Espíritu del Señor podrá morar siempre.

En febrero de 1847, el profeta José Smith se le apareció a Brigham Young en un sueño o en una visión. El presidente Young le preguntó al Profeta si él tenía algún mensaje para las Autoridades Generales. El profeta José le contestó: “Diga a la gente que sea humilde y fiel y se asegure de conservar el Espíritu del Señor, el cual le guiará con justicia.

  • Que tengan cuidado y no se alejen de la voz apacible; ésta les enseñará lo que deben hacer y adónde ir; les proveerá los frutos del Reino” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág.45, cursiva agregada).
  • De todas las verdades que el profeta José pudo haberle enseñado a Brigham Young en esa sagrada ocasión, él hizo hincapié en la importancia de obtener y conservar el Espíritu del Señor.

Mis queridos hermanos y hermanas, les testifico de la realidad de la existencia de Dios el Padre Eterno y de Su hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros viva para que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros, y de ese modo ser merecedores de las bendiciones tanto de dirección como de instrucción y protección que son esenciales en estos últimos días.

¿Qué dice la Biblia en Juan 14 26?

1 No a se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.2 En la a casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.3 Y si me voy y os preparo lugar, a vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que b donde yo esté, vosotros también estéis.4 Y sabéis a dónde yo voy, y sabéis el camino.5 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6 Jesús le dijo: Yo soy a el camino, y b la verdad y la vida; nadie viene al c Padre sino d por mí,7 Si me conocierais, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis y le habéis visto.8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al a Padre ; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mí mismo, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las a obras que yo hago él también las hará; y aun mayores que estas hará, porque yo b voy al Padre.13 Y todo lo que a pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.15 Si me a amáis, b guardad mis c mandamientos,16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro a Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 El Espíritu de verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.18 No os dejaré a huérfanos ; vendré a vosotros.19 Todavía un poquito, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me a manifestaré a él.22 Le dijo Judas, no el Iscariote: Señor, ¿cómo es que te vas a manifestar a nosotros y no al mundo? 23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos a morada con él.24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.25 Estas cosas os he hablado estando con vosotros.26 Mas el Consolador, el a Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.27 a La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.

  • No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.28 Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vuelvo a vosotros.
  • Si me amarais, ciertamente os regocijaríais, porque he dicho que voy al Padre, porque a el Padre mayor es que yo.29 Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que, cuando suceda, a creáis,30 No hablaré ya mucho con vosotros, a porque viene b el príncipe de este mundo, y él no tiene nada en mí.31 Pero para que conozca el mundo que amo al Padre, y como el Padre me dio el mandamiento, a así hago.

¡Levantaos, vámonos de aquí!